sábado, 28 de junio de 2025

PREOCUPADOS Y OCUPADOS

Hay preocupaciones que generan ansiedad. Cada cual tiene sus obsesiones, sus miedos y los problemas que convierten a su cabeza en un circuito cerrado de  interrogantes y sensaciones.  

Todo el mundo  se preocupa por algo, aunque se reconozca como el ser más feliciano del planeta.  La cuestión está en dosificar  el grado de ansiedad que los problemas, propios o ajenos, generan. Cuando hablamos de desasosiegos todo el mundo piensa en lo evidente; en las guerras, en las injusticias, en la crueldad de los crímenes machistas, en el desapego de la política. Y sí, todo el mundo guarda una parte de su amargura particular a todas estas calamidades que nos acechan y en las que, individualmente poco podemos hacer. 

Pero hay desasosiegos propios que afectan a la fibra sensible de las personas, aunque, para los no afectados, su efecto resulte anecdótico o simplemente curioso. En Sevilla, por ejemplo están alarmados con la soberbia de Trump, la maldad de quienes asesinan civiles en Gaza o quienes aprovechan su condición privilegiada para actuar impunemente. Pero lo que verdaderamente les ha consternado y dolido profundamente en el alma ha sido la restauración que se ha llevado a cabo en imagen de la Virgen de la Esperanza Macarena. 

La hermandad custodia de la icónica representación religiosa había encargado a un prestigioso estudio de conservación artística (que ya había participado anteriormente en el saneamiento de la imaginería) que limpiase los policromados, reparase las articulaciones y rehabilitase los tejidos de la Virgen venerada. Pero el resultado de esta última intervención “levantó en armas” a los devotos hispalenses. La indignación fue tal que por centenares se manifestaron ante la iglesia en la que la Macarena reside. “No es mi Virgen -decía una encendida beata- “No es ella. Para mí nos la han cambiado, esa no es mi Macarena “¿Qué han hecho? Son unos mamarrachos los que están ahí dentro", estallaba otra de las fieles congregadas. 

Las largas pestañas colocadas en los párpados de la imagen y el perfilado de las lágrimas en la cara de la madre de Dios fueron los aspectos más criticados por los fieles sevillanos. "Una cosa es limpiarla y otra es ponerla esas pestañas, esos ojos chinos".  

El “incendio” popular fue tal que la cofradía se vio obligada a modificar la imagen en veinticuatro horas. En tan solo un día se llevaron a cabio tres cambios en las restauraciones abordadas. Y con ellos se exhibió a tres Macarenas distintas. El lío aún no ha terminado pero , por lo pronto, se ha llevado por delante al Mayordomo y al Prioste de Nuestra Señora de la Esperanza que presentaron su dimisión irrevocable. Las pestañas con rímel y el maquillaje de la Macarena fue la causa de la revuelta social y del cabreo sevillano.

Todos tenemos nuestro ámbito de turbación. Yo, sin ir más lejos, he pasado unos días agobiado por algo, que bien visto, resulta trivial. El coche que me transporta de aquí para allá y sin el que prácticamente no me muevo, ha empezado a sucumbir. El vehículo tiene ya unos añitos y ha cumplido con creces con su expectativa de vida. Por eso, comienza a dar señales de agonía.  Y eso me da pavor. No porque el auto fallezca en cualquier momento sino por la hipótesis de verme tirado en la carretera . Me da pánico cualquier incidencia. Eso de llamar al seguro , a la grúa, esperar a que llegue, conectar con un taller, trasladarse de la calzada al destino en taxi u otro medio  requerido con urgencia, me come los hígados. Si, lo reconozco, los imprevistos que rompen mi rutina, que descontrolan mis previsiones, me descomponen. No soy persona. Pierdo los papeles y necesito atemperar los nervios para encontrar soluciones racionales a los problemas.

Temo el momento. Mi coche, al menos el monitor donde se presentan los datos básicos del vehículo, parece un árbol de navidad en el que han empezado a encenderse  unas cuantas luces. La primera lleva ya un tiempo prendida y, según el manual de instrucciones, avisa de un fallo eléctrico en el motor. Me dijeron que no le presara atención, pero ahí está, hasta que se le ocurra ser la representación de  algo peor. Luego, se ha iluminado un pilotito naranja que todavía no he descubierto a qué hace referencia. A continuación, el aire acondicionado ha acabado con la carga que le permite enfriar y ha dejado de funcionar, por lo que estos pasados días de temperaturas elevadas, la sauna automovilística ha sido insoportable.

Para más abundamiento, otra luz, esta vez reconocible, ha comenzado a parpadear hasta quedarse quieta. Se trataba la del nivel de aceite. Como la advertencia parecía grave, he detenido el coche. He comprado una lata de lubricante e intentado reponer el líquido. Imposible.  El capó no se abría. Al parecer, en un estacionamiento anterior, alguien impactó contra  mi frontal y el muelle que permitía acceder a la palanca que percutía la apertura de la tapa, se había desplazo y roto. Así, que de urgencia tuve que acudir al taller de reparaciones donde un profesional muy amable consiguió levantar  el soporte e incorporar el aceite. El motor estaba seco y se “bebió”, ni más ni menos, que tres litros de lubricante para marcar niveles de normalidad. “p´a habernos matao”. 

Total; que “vivo sin vivir en mí” que diría la mística. 

Colectivamente, varios han sido los ámbitos que han tenido conmocionada a la sociedad vasca o a una partemayoritaria de la misma. En un primer lugar aparecía la percepción extendida de que la sanidad vasca  estaba fallando estrepitosamente. Percepción no constatable empíricamente pero sí instalada como una falsa realidad virtual  que se extendió en la opinión pública como una epidemia, convirtiéndose en la principal preocupación social testada en los estudios sociológicos.

La segunda sensación colectiva ha sido, el supuesto descontrol del ámbito educativo,  con huelgas e incertumbre colectiva entre padres y madres de Euskadi. Inseguridad en el funcionamiento de las aulas públicas y , también en la educación concertada. Conflictos con el profesorado, con el transporte y hasta con los comedores. 

El tercer problema interiorizado por la sociedad vasca ha sido el conflicto en el colectivo de la Ertzaintza,  una sensación de descontrol  en el cuerpo de seguridad autonómico  visibilizado en movilizaciones  y protestas de alcance general.

Sanidad, Educación, Ertzaintza, Seguridad, son materias sensibles que amargaron el último tránsito del Gobierno vasco presidido por el lehendakari Urkullu. Preocupaciones que , justa o injustamente penalizaron y que generaron un desgaste notable en los gestores públicos y en las formaciones políticas que los sustentaban. Cabría detenerse  en cada apartado para analizar los factores que propiciaron los cambios de opinión que crisparon a la gente. Estrategias políticas  de la oposición, dinámicas sindicales de protesta y de ruido, medios de comunicación complacientes con las disputas… y los errores de gestión inherentes a todo gobierno provocaron una tormenta perfecta

Se ha cumplido un año desde la constitución del nuevo ejecutivo vasco presidido por Imanol Pradales. El lehendakari de Mamariga se propuso como primera  tarea, recuperar la confianza perdida en estos servicios públicos. Se comprometió a liderar un pacto por la salud que vigorizara Osakidetza. Un pacto que salvo limitadas excepciones ha conseguido aunar criterios políticos, sociales, profesionales y de diferentes colectivos. Un amplio consenso que junto a una mejora de las prestaciones en el Servicio Vasco de Salud, ha conseguido que la Sanidad Vasca  haya abandonado el ranking de la preocupación fundamental de los vascos y vascas . 

Lo mismo ha hecho con la Educación y con la Ertzaintza, desactivando conflictos laborales enquistados y dando margen al acuerdo con los principales colectivos afectados.

Ahora, Pradales, un sociólogo bien fundamentado, se apresta a abordar la siguiente crisis de opinión. El problema de la delincuencia y el notable incremento de la preocupación de vascos y vascas por el objetivo incremento de actos delictivos, violentos o no, perpetrados en Euskadi.

No va a ser esta tarea fácil ni cómoda, pues en este problema hay quienes, como en río revuelto, esconden otros argumentos  que fácilmente conducen  al radicalismo, el racismo y la xenofobia. Pero lo cierto es que es preciso detener la proliferación de delitos y faltas que, sin castigo aparente, amedrentan a la ciudadanía.Conjugar justicia con derechos humanos. Cumplimiento de la ley con respeto a la convivencia. 

El miedo es un motor que genera odio y  enfrentamiento (basta con ver los hechos recientes acaecidos en Hernani para adivinar el peligro real de una explosión social en nuestras calles).Estamos preocupados sí, pero ocupados también. 

 

sábado, 21 de junio de 2025

UN REFUGIO CONTRA LAS MALAS NOTICIAS

Suele ocurrir cíclicamente. Hay temporadas en las que la sección de “buenas noticias” desaparecen de los periódicos o de los servicios     informativos. Todo se vuelve oscuro y a una tragedia le sucede otra mayor que impacta en nuestras vidas llenándolas de tristeza, temor e indignación.

El mal parece haberse apoderado del mundo. No tiene otra explicación lo que ocurre en determinadas zonas del planeta.  En el oriente medio, después de convertir a la franja de Gaza en la cárcel a la intemperie más grande del orbe, sus ciudadanos, amén de ser masacrados por ataques bélicos  indiscriminados, son condenados a morir de hambre, de inanición, una tortura abominable que descubre el ámbito más cruel de la especie humana.

El gobierno israelí de Netanyahu ha sobrepasado todas las líneas imaginables de inhumanidad. Y al hambre y a la necesidad de aprovisionamiento, concedido con cuentagotas y de manera absolutamente injusta, está respondiendo con fuego de artillería, asesinando a decenas, centenares, de personas desarmadas y que solo querían hacerse con un poco de comida con la que alimentar a su desnutrida prole.

No sé cuantas barbaridades más tendremos que asistir como espectadores  horrorizados para que esta brutalidad se detenga y cese la matanza de inocentes.

No parece que la ignominia acabe. Más bien al contrario. La ampliación del escenario bélico al frente de Irán, con la probable intervención próxima de los Estados Unidos  en una guerra  cuyo devenir trágico para todos  nos hace contener la respiración, nos hiela la perspectiva.

Netanyahu había pronosticado al inicio de las acciones armadas  contra los palestinos  (no confundimos  al pueblo de Palestina con los terroristas de Hamas), que convertiría la zona en un auténtico infierno y a ciencia cierta , su reprobable comportamiento ha abierto de par en par las puertas del averno, donde esperamos que su alma arderá por siempre.

En el otro punto del planeta, en la frontera  de Europa, Ucrania sigue siendo pasto de los ataques indiscriminados de Rusia,  cuya actividad militar contra la población civil sigue en aumento tras la “relajación”  internacional provocada por el inquilino de la Casa Blanca, abandonando a Europa de su papel guardián y de oposición al expansionismo del Kremlin. Y es que la caótica políticas -interna y externa- de Donald Trump , está convirtiendo al mundo en un carrusel de incertidumbres y temores.

No, no hay una sola noticia en positivo. Ni en materia de derechos humanos, ni libertades individuales o colectivas, o de convivencia. Y por si algo faltaba  para convertir a los tabloides en portadas de sucesos , en la actualidad próxima del Estado,  se nos presenta, con total crudeza, la inmundicia de la corrupción, la confrontación política destructiva y la negación del diálogo como método de resolución de diferencias.

Las últimas  revelaciones planteadas por la Guardia Civil en relación al comportamiento de significados dirigentes socialistas, han sumido a la opinión pública bajo la sospecha  de enfrentarse a algo más que a un simple capítulo de depravación individual.  La existencia de  decenas de grabaciones privadas  -lo que demuestra la calaña de los personajes en cuestión- que ocultarían  comportamientos políticos indignos, hace pensar que la bola  existente tras el denominado “caso Koldo” ,  puede revelar una actividad delictiva sistémica que afectaría, fundamentalmente, al partido gobernante en el Estado. Y para avalar tal hipótesis, la oposición, desbocada  y sin  filtro alguno  de moderación, se permite alegremente convertirlo todo en fango, en basura, en acusación y hasta insulto.

Así, que el panorama que nos envuelve , tampoco da tregua  y se suma la perspectiva negativa que nos atenaza.  Y el túnel parece no tener salida .

El futuro se presenta  desolador. No hay una brizna de esperanza, de brotes verdes que nos permitan  abandonar el pesimismo para, aunque sea por un instante,  iluminar un cambio de tendencia.  Pero solo aferrándonos a nuestra propia experiencia, a las dificultades superadas en el pasado, nos reporta una oportunidad de templanza.

La pasada semana se cumplían 45 años de la constitución del Gobierno vasco  tras el largo túnel del franquismo. Fue un momento emocionante, entusiasta, único. Un episodio anhelado y trabajado para comenzar a edificar la nueva Nación Vasca. Al frente de aquel ejecutivo se encontraba Carlos Garaikoetxea , el dirigente navarro que desde la presidencia del Euzkadi Buru Batzar del PNV  había resultado elegido por el primer Parlamento Vasco de la historia. Un Parlamento  en el que se encontraban representadas dos terceras partes del conjunto de la población vasca del total de Euskal Herria.

Era el proyecto incipiente de un país organizado institucionalmente  que debía construir sus estructuras  desde cero. En medio de un desierto industrial y una crisis económica profunda, con los sectores estratégicos que siempre habían  tirado del país, en quiebra y en desguace. En consecuencia, con un desarraigo social que se cebaba en el paro, la desprotección y la marginalidad. Tiempos duros. Con unas instituciones -ayuntamientos, diputaciones, etc- aún en mantillas. Sin recursos económicos ni servicios públicos  que pudieran atender las múltiples necesidades a las que nos enfrentamos.

Pero pese a ello, hubo una generación de vascos  que querían sacar al país del atolladero y crear una expectativa de vida  para las generaciones venideras.

A las dificultades propias del momento, aquel grupo de patriotas tuvo que enfrentarse además  con los palos en las ruedas colocados por quienes denostaron aquella vía pragmática y pretendieron construir un país a través de la confrontación, la violencia y el terrorismo.

No olvidamos que quienes hoy reivindican a Garaikoetxea y a las instituciones en las que hoy participan activamente,  menospreciaban al Parlamento “vacongadillo” que “dividía” al país. Los mismos que le restaron legitimidad y optaron por alimentar una “guerra” que solo trajo desolación y sufrimiento añadido.

Hoy nos queda un poco lejos todo aquello pero no podemos olvidar  cuanto tiempo perdido , cuanto sobreesfuerzo añadido , cuanta amargura  sufrimos por quienes preferían destruir en lugar de construir y que hoy blanquean su pasado intentando evitar su responsabilidad pasada.

Carlos Garaikoetxea Urriza se comprometió con el proyecto de un nuevo país. Fue el primer lehendakari de la etapa estatutaria que recogió el relevo legítimo del exilio representado por Leizaola. Y cuando en el templete de la Casa de Juntas de Gernika, so el Árbol, pronunció aquello  de “Jainkoaren aurrean apalik…”  se convirtió en el líder que la mayoría del país necesitaba.

Suya y de su gobierno fue el gran mérito de poner en marcha  un país.  Unas instituciones, una policía, unos medios de comunicación propios, unos servicios públicos incipientes y básicos como la sanidad, la educación. Suyo fue el valor de sobreponerse a la inestabilidad política y recuperar el Concierto Económico. Y el acierto de liderar  a una sociedad golpeada , además de por la crisis, por unas inundaciones que arrasaron con todo.

Garaikoetxea y su gobierno ( Javier Caño -Presidencia; Pedro Miguel Etxenike -Educación; Ramon Labaien -Cultura; Carmelo Renobales -Justicia; Luis María Retolaza -Interior; Mario Fernández -Trabajo; Javier García Egotxeaga -Industria; Jose Luis Robles -Transportes; Javier Lasagabaster -Política Territorial; Carlos Blasco -Comercio; Javier Agirre -Sanidad; Félix Ormazabal -Agricultura; Pedro Luis Uriarte -Economía y Hacienda) fueron los pioneros en edificar la Euskadi que hoy disfrutamos y se merecen nuestro reconocimiento  y aplauso.

La imagen de Carlos Garaikoetxea, octogenario ya, en la que fue su casa de Ajuria Enea de la mano del actual lehendakari, Imanol Pradales,  nos reconcilia con nuestra propia historia. A pesar de los avatares vividos, de los pronunciamientos diferentes o de las disputas de antaño de las que , con el tiempo, lamentamos haber participado y propiciado (al menos yo),  Garaikoetxea fue y sigue siendo nuestro lehendakari. A él, y a quienes compartieron aquel primer  gobierno de la nueva Euskadi,  honor y respeto.  Su ejemplo nos motiva para seguir el camino iniciado superando todas las adversidades.