Fue el 14 de enero de 2012, en el marco de la IV Asamblea General, cuando junto a otros siete compañeros de partido fui elegido miembro del Euzkadi Buru Batzarque, en el mismo encuentro, determinó que Iñigo Urkullufuera nuestro presidente. Desde entonces ha transcurrido mucho tiempo y han sido incesantes los avatares en los que he participado de manera protagonista.
Jamás, en mis previsiones más íntimas, tuve la pretensiónde ser parte activa de una parte de la historia reciente de la política del país. Ni lo pretendí ni tan siquiera lo intuí. Pero sí, en todo este tiempo, quienes hemos formado parte de los distintos equipos directivos del PNV, hemos -para bien o para mal- tomado decisiones y determinado posiciones relevantes en el devenir de Euskadi.
Llegué al EBB con la misma ilusión de aquel chaval que a los dieciséis años , en plena vorágine neodemocrática, se afilió a un movimiento nacionalista para hacer posible la libertad de Euskadi. Ilusión, sí. La misma. Pero con distinto empuje. Con la perspectiva y la experiencia de un largo camino recorrido y asimilando las enseñanzas que durante toda la sinuosa singladura habíamos recibido de quienes nos antecedieron.
Han sido varios los mandatos estatutarios en los que la afiliación nacionalista ha confiado en alguno de nosotros. La excepcionalidad de los acontecimientos ha hecho -y hablo sólo a nivel personal- que nuestro tiempo haya vivido una prórroga , tal vez, innecesaria porque los ciclos en la organizaciones sociales , y más en un colectivo como el nuestro con un coste brutal en recursos humanos, deben tender a ser más dinámicos para favorecer la sostenibilidad del proyecto y la regeneración del mismo.
De cualquier manera, había llegado la hora del relevo. Con normalidad, sin estruendo ni sorpresa.
No estoy acostumbrado a escribir desde la primera persona pero en este caso romperé el canon de estilo pues de lo que hablo es de mi experiencia.
Mi tiempo se había acabado. Había llegado el final de mi trayecto como “burukide” del principal partido de Euskadi.
No pretendo con estas reflexiones hacer un descargo de mi gestión en la primera línea de la política del país. Ni justificar nada. Han sido trece años pasados de vocación de servicio al país. Días, meses y años atendiendo las necesidades de una organización cuyo compromiso es liderar y dirigir el bienestar de los vascos y las vascas-
Adoptando decisiones difíciles, comprometidas. Que más de una noche -y más de dos- robaban el sueño por la trascendencia del criterio a asumir.
Quien crea que vivir en la cima de la clase política es un chollo se equivoca. Al menos , en la cima política vasca que yo he conocido.
Y además de todo está el descrédito social ampliamente e injustamente asumido de quienes gratuitamente hablan de “puertas giratorias”, nepotismo o del mantra de que “todos son iguales”.
Hasta los despachos de los dirigentes -los del PNV que yo he compartido- llegan normalmente problemas. Es extraño encontrar “buenas noticias” . Marrones de todo tipo que buscan soluciones, a veces milagrosas por imposibles. Y, en muchos casos, la decisión trascendental que has de tomar, que podrá hacer caer un gobierno en España, impedir la aprobación de una ley, la estabilidad o el desequilibrio de unas instituciones, o la necesidad dolorosa de relevar a tus dirigentes-compañerosinstitucionales, sólo cuentan con tu conciencia, tu criterio personal y la voluntad bienintencionada de actuar con justicia y honradez.
Siempre al servicio de Euskadi. Unas veces con acierto. Otras no. Y, en silencio, siempre con la "opinión publicada” afilando el lápiz, debes cargar con el éxito o el fracaso de tus posiciones.
Pero que nadie interprete mis palabras como un lamento. Me siento profundamente estremecido por haber representado al PNV. Conmovido por haber sido una pieza destacada en la maquinaria del partido al que hace ya muchos años se afilió mi aitite Luis, represaliado en le campo de concentración de Miranda de Ebro tras la guerray que estaría orgulloso por el compromiso de su nieto,
Había llegado el momento del relevo. Así lo habíamos entendido todos. Y cuando digo todos incluyo también al anterior presidente del EBB, Andoni Ortuzar con el que habíamos coincidido en los análisis y en la prospectiva. Cosa distinta es que con el paso de los días y ante el vértigo de un posible “salto en el vacío” algunos animáramos y propusiéramos a Andoni para que se prestara, una vez más, a disposición de la afiliación, por si ésta, en su voluntad soberana , decidía continuar son su confianza al frente del partido. La cuestión era favorecer un proceso interno democrático en el que el PNV pudiera presentar a la ciudadanía un nuevo cuadro de mandofiable, reconocible y con proyección. El resto de la historia, por reciente, es bien conocida. Sin traumas ni rupturas aunque todos los cambios que involucran a personas generan incomodidad e incertidumbre.
Pero, como siempre lo entendimos, las personas pasan pero el proyecto, el Partido prevalece y permanece. Y así ha sido en este caso también.
El pasado domingo, en el frontón Atano III de Donostia, se materializó el fin de trayecto para unos y el inicio de un nuevo ciclo para otros. Allí acudí. En precario. Mi “mala salud de hierro” me habían hecho huésped del hospital de Urduliz en las dos últimas semanas y Osakidetza y sus profesionales, tan vilipendiados injustamente por muchos, me acogieron y cuidaron con celo, dedicación y rigor. Tras tantos días de “reanimación clínica”, llegué a la última sesión de la Asamblea General, con las fuerzas bajo mínimos. Pero debía estar. Mi viaje terminaba allí.
Aitor Esteban o los otro ocho burukides del Euzkadi BuruBatzar fueron elegidos por la Asamblea Nacional. Andoni Ortuzar cedió simbólicamente la makila de mando al nuevo presidente; Aitor Esteban. Con él hemos hablado y estado durante estos pasados años permanentemente(amén de la amistad que nos profesamos desde la más “tierna” juventud). Su nuevo cometido se amplia a la “agenda vasca” en Madrid que cada lunes repasábamos. Ahora le toca a él y al resto de “aldeanos-as” que componen su ejecutiva, dejarse el alma para seguir haciendo grande al Partido Nacionalista Vasco y , desde él, desde esa herramienta , construir cada día una Euskadi menos dependiente y más libre .
Emocionado. Han sido días para la conmoción. Mis defensas físicas, debilitadas por la dolencia padecida, no han ayudado a la hora de asumir el momento sin un punto de tristeza y nostalgia. Pero mi estado de ánimo es pasajero. En el Atano III vi, una vez más, un PNV reforzado y con proyección.
El discurso del nuevo presidente, denso, como correspondía la ocasión, dibujó el perfil de una organización reconocible en sus fundamentos, en sus raíces de identidad y al mismo tiempo, dispuesta a abordar los desafíos del futuro sin perder de perspectiva la necesidad de que este Pueblo se sienta y actúe como uno. Que la recuperación del autogobierno y su proyección en el nuevo y cambiante marco internacional estarán en primera fila de los quehaceres de los nuevos dirigentes. Pero sin perder la paciencia , ni dejarse influir por lo que otros pretendan condicionar. Y que, lo fundamental de todo, es seguir logrando la supervivencia del Pueblo Vasco como una naciónen los nuevos avatares que se avecinan.
Ha empezado un nuevo ciclo. Un nuevo tren ha salido. Y algunos nos hemos quedado en el apeadero. Volveremos a la vida interna sin focos ni micrófonos. Compartiendo sueños con miles de mujeres y hombres. Y dispuestos a colaborar, cuando haga falta, con los nuevos dirigentes, a los que deseo, de todo corazón, suerte, ánimo y acierto.
Por cierto, mi último escrito era una apuesta por el acuerdo fiscal entre los socios PNV y PSE y ElkarrekinPodemos. Momentos antes de entrar en la sala de triaje dela urgencia hospitalaria, recibí la llamada telefónica de Richar Vaquero, coordinador de Elkarekin Podemos Euskadi. La comunicación certificó el compromiso de los “morados” con la negociación desarrollada, garantizando un acuerdo en las instituciones forales vascas. Vaquero y otros más, se jugaron mucho en esta decisión. Frente al dogmatismo ideológico, optaron por hacer valer sus votos para influir en el bienestar general. Y esa es, precisamente, la verdadera política que este país necesita y que creo, que quienes hemos dirigido hasta ahora el PNV hemos practicado.