Cuenta Monterroso en un famoso microrrelato que “cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí”. Magnífica narrativa que pone en evidencia la perdurabilidad de circunstancias atávicas, que aunque no se manifiesten de continuo, su presencia es indudable.
Cuando leí los pasados días la noticia de que un grupo de ex
ministros e intelectuales apoyaban al Borbón, me acordé inmediatamente del
dinosaurio y de Monterroso. Siempre supimos que estaban aquí. De vez en cuando
se dejaban ver y sentir, como el intento de revivir un poder fáctico que
dirija, como sanedrín áulico lo que consideran “descarriada” democracia.
Instantáneamente pensé en que al frente de ese “parque
jurásico” estaría Alfonso Guerra. Y no me equivoqué. Tampoco cuando un segundo
nombre, Martín Villa, fluyó en mi cabeza. Ambos son como dos diplodocus que
creíamos extintos pero que aún defecan en público de cuando en vez cuando se
expresan. Sobre todo Guerra, quien ha señalado que los “ataques contra Juan
Carlos I son en realidad ataques contra la Constitución” y ha lanzado al aire
una de sus ocurrencias tradicionales
han considerar que España “bien pudiera considerarse una república coronada”.
Pero volvamos a manifiesto. Ex altos cargos del Estado,
comprometidos con gobiernos socialistas, populares o de la UCD en su exponente
más antiguo, se han unido para defender
el legado de Juan Carlos I , “la etapa histórica más fructífera que ha conocido
España en la época contemporánea”.
Los firmantes, que hacen un alegato por defender la
“presunción de inocencia” del anterior jefe del estado, resaltan que la llamada
transición “propició la reconciliación entre españoles y un gran acuerdo
nacional que cumplió con la voluntad del rey de que España fuera un país
europeo e iberoamericano, conforme a su vocación histórica”. Y finalizan su
manifiesto llamando a partidos políticos y organizaciones a que “defiendan por
todos los medios democráticos a su alcance la integridad política y territorial
de la Nación y el buen nombre de las personas e instituciones que han hecho
posible estos últimos cuarenta años de historia común”.
El documento suena a defensa corporativa, a un alegato por
no perder el prestigio colectivo de una clase dirigente (ellos mismos) que
protagonizaron unos avatares históricos
que los comportamientos incívicos del hasta hace poco portador de la
corona han emborronado hasta causar un desapego social que tiende a hacer tabla rasa con todo
vínculo que represente a ese pasado.
Faltan entre los firmantes dos jarrones chinos. Jose María
Aznar y Felipe González. No dudo en que comparten, al ciento por ciento, la
literalidad del escrito, pero imagino que su posición en el escalafón protocolario les debe ofrecer
mayores posibilidades de notoriedad pública
en declaraciones hechas en solitario.
Lo que llama la
atención del pronunciamiento pactado y hecho público –además de la defensa de
la presunción de inocencia de alguien que ellos mismos han hecho “inviolable”
judicialmente- es el llamamiento final a la integridad política y territorial
de la Nación”. Ya se sabe, en la España eterna, todo conduce a su “unidad” y al
riesgo cierto, según sus apóstoles, de
la fragmentación y del separatismo. Ahí
están las esencias que los “padres de la patria” representados en este pronunciamiento están juramentados a defender-
El texto huele a
alcanfor, a autoprotección, a un intento desesperado por blindar el “statu quo” que gozan los firmantes ya que
como bien dijera en una entrevista reciente Iñaki Gabilondo, “todo esto –la crisis levantada por Juan
Carlos I- ha abierto un capítulo de vergüenza que ha degradado a mi generación
públicamente. Se ha degradado él –el “emérito”-, ha degradado la
institución, y con él nos hemos
degradado los que acompañamos el proceso. Hemos sido desnudados y yo me siento
avergonzado”.
Gabilondo se ha sentido avergonzado. Los ex ministros e
intelectuales firmantes del documento,
se han sentido amenazados. Dos maneras diferentes de entender una crisis cuya
evolución no ha hecho sino empezar. Y no es por dar verosimilitud a las
revelaciones de Corinna Larsen quien ante la investigación abierta ha
comenzado a hablar -otra cosa distinta será presentar pruebas –
indicando que como la reserva bancaria del Borbón en Suiza “habrá cientos de
cuentas en otras circunscripciones”.
Con quien se encama el “campechano” será un tema jugoso para quienes admiran la
“salsa rosa”, pero resulta intrascendente a la hora de clarificar la
responsabilidad del coronado en tramas
presuntamente corruptas e ilegales.
Lo relevante es levantar el velo que en relación al Borbón y
a su dinastía tiene activado el poder establecido –el gobierno, la oposición,
los medios de comunicación, el Ibex 35…-
Aplicar a la Casa Real y a sus miembros los mismos criterios de
transparencia que la sociedad exige a cualquier representante público. Y en definitiva, hacer realidad la afirmación que la justicia
es igual para todos.
La crisis de Estado que se avecina parece no tener parangón.
Se trata de una crisis larvada desde hace tiempo, que pretendió ser apagada con
decisiones intermedias, como la abdicación, pero que ante la bochornosa trayectoria del Borbón,
antes y después de su reinado, no habrá
cortafuego que soporte una salida no rotunda
si lo que se pretende salvar es la monarquía.
Es uno de los múltiples paradigmas pendientes en el Estado
(la configuración plurinacional del mismo es otro) que se ha dejado pasar hasta
pudrirse.
La reacción de los dinosaurios ante la perspectiva de un
terremoto que afecte a la jefatura del Estado
y a su propia estabilidad como
“poder en la sombra” ha llamado la atención mediática en este verano
atípico. Pero hay más. La existencia de movimientos tectónicos soterrados que
buscan la posibilidad de un acuerdo sólido entre los dos principales partidos españoles
–socialistas y populares-.Probablemente
ambas formaciones negarán esta aproximación pues cada cual deberá
mantener firme su posición política para defensa de sus respectivas parroquias. No obstante,
existen presiones constatables para fomentar una nueva política de colaboración
consentida –no de apoyo explícito- de
los conservadores al gobierno de Sánchez.
Los movimientos internos de Casado buscando, al fin , la centralidad,
los acuerdos puntuales en el ámbito sanitario y europeo de la
”reconstrucción”; la búsqueda de nuevas
interlocuciones que abran puertas hasta ahora cerradas; la caída final de
Ciudadanos y la decadencia de “Podemos”, apuntan, a medio plazo, a una recomposición política
del tablero español. Estabilidad y bipartidismo que recobre la solvencia de
España. Veremos los primeros movimientos en los pasos previos a los
presupuestos, a la distribución de los poderes en el terreno judicial o en la determinación de los fondos europeos
de cara a la recuperación. Y es que el
dinosaurio sigue estando ahí.
En paralelo, Euskadi
tendrá, en breve tiempo, un nuevo gobierno. Se ultiman los detalles para
hacer posible un ejecutivo de coalición
fuerte que aborde los desafíos latentes que apremian tras la pandemia; la
seguridad sanitaria con servicios públicos capaces de abordar la gravedad de la
enfermedad y las políticas de apoyo al empleo y la competitividad que
revitalicen la maltrecha economía tras la inactividad obligada por el confinamiento.
La coyuntura no es, para nada, favorable para el optimismo
(quiero recordar en este caso a los iluminados que se negaban a celebrar elecciones
en julio afirmando, como Nostradamus, que en septiembre estaríamos
infinitamente mejor). Los rebrotes de una segunda ola de contagios nos remiten
de nuevo con la incertidumbre y la
inseguridad. Y todo ello a la vuelta de la esquina de lo que debiera ser el
comienzo del curso escolar, con miles de niñas-os y jóvenes pendientes del retorno presencial a las aulas. Y sin que nadie –nadie en el mundo occidental-
sepa cómo afectará la enfermedad en el
nuevo curso académico. Nadie, salvo quienes
siempre han exigido la responsabilidad ajena. Esos pedirán que se garantice la
seguridad de los alumnos y profesores. Exigencia sin aportar propuesta realista
alguna que ayude .
Ellos solo saben de crítica. De denunciar a un gobierno “sin
volante” que dirige el país “criminalizando a la juventud” y a los locales de
ocio. Pasma la falta de dudas o las verdades absolutas en las que viven estos
profetas. Lástima que su reino tampoco sea de este mundo. Son, salvando las distancias, nuestros dinosaurios
particulares. Sabemos que seguirán estando ahí. Pero , afortunadamente, en este
nuevo ciclo, su obstruccionismo no impedirá que el nuevo Gobierno vasco
gobierne.
El articulo es de escasa calidad, es 1.0 total y por tanto no tiene buen liderazgo 4.0. Porque liderar no es meter el dedo en el ojo ajeno. No hay mas que ver como es Koldo para darse cuenta que solo el DEIA le presta atención claro
ResponderEliminarGracias salao
EliminarYo no soy de poner notas que considero no aporta nada en esta materia pero creo que Mediavilla atesora artículos de opinión muy bien armados que huyen del insulto y menosprecio al diferente, cuestión esta a la que otros muchos nos tienen acostumbradas.
ResponderEliminarA mi me encanta leerle. Sabe de lo que habla, comunica genial y lo hace en un tono milimetricamente cuidado. Si quisiera bilis tiene como para empachar a la audiencia. Pero miedo para dar opinión, ninguno. Y cuando se levanta con el pie que toque, verdades que se convierten en puños!!
Horrela jarraittu!!!