sábado, 3 de agosto de 2024

PASAR LA ITV

 

 

Fue el irlandés premio nobel de literatura, Bernard Shaw quien dijo que  "una nación saludable está inconsciente de su nacionalidad como lo está un hombre sano de sus huesos. Pero si rompéis la nacionalidad de una nación ésta no pensará en otra cosa que en recomponerla. No prestará oídos a ningún reformador, a ningún filósofo, a ningún predicador, hasta que le otorguen su exigencia de nacionalidad. No atenderá a ningún negocio humano por vital que sea, más que al de su unificación y liberación"

 

Su cita resume muy bien el sentimiento primario que dio origen al nacionalismo vasco formulado y liderado por Sabino Arana y que en julio de 1895 constituyó la herramienta política con la que recuperar la libertad del Pueblo Vasco; el Partido Nacionalista Vasco.

 

Se cumplen por lo tanto 129 años de aquel hito que supo despertar la conciencia nacional de un pueblo que tras la abolición foral sufría un proceso de asimilación cultural y política brutal por parte de la “unidad constitucional de la monarquía española”. 

 

El PNV consiguió , a pasear de las trabas  y la persecución de su fundador, expandirse al conjunto de los territorios vascos del sur bajo el principio de  defender la Nación vasca y la exigencia de un Estado Vasco como formulación jurídica para preservar su personalidad política. 

 

El nacionalismo vasco fue creciendo como una organización política moderna baja el modelo de movimiento-comunidad pues no sólo  participaba en la actividad política sino que desarrollaba y promovía todo tipo de actividades culturales, laborales, festivas o de ocio radicadas en los centros nacionalistas de reunión; los batzokis . Así, el “movimiento-comunidad” del PNV fue extendiendo su ámbito de acción al conjunto de las localidades del país. Esa actividad social  permitió al nacionalismo  mantener  su crecimiento durante la dictadura de Primo de Rivera y tras la reunificación  de Bergara -noviembre de 1930-  y ante el advenimiento de la república, el PNV pudo presentarse como el principal partido  del país. 

 

La sublevación franquista, la guerra y la larga dictadura  con su secuela de persecución, represión y exilio puso a prueba la consistencia de la conciencia nacional vasca y la fortaleza del PNV que , a pesar de todos los obstáculos encontrados,  supo mantenerse y adaptarse  al entorno, siendo partícipe en la puesta en marcha del proyecto comunitario europeo. Tras la muerte del dictador, el PNV emergió y puso a punto su organización e ideario frente a quienes abogaban por la ruptura y el enfrentamiento con el Estado.  La asamblea de Iruña de 1977  supuso el punto y seguido de la historia del PNV. Punto y seguido para una construcción nacional posibilista, gradual, pero sin  renuncias. 

 

Diez años más tarde -julio 1987- y tras las heridas de una escisión acaecida en los momentos de mayor  respaldo popular de la sociedad vasca hacia el nacionalismo democrático, el PNV se citaba en una nueva asamblea , trascendente para su futuro ulterior. En Zestoa, el PNV se definía como “partido popular y de masas” en contraposición a las formaciones de clase o de élites. Un partido  “aconfesional y humanista” y “abierto a todos los vascos” y al “progreso y a todos los movimientos de avance de la civilización que redunden  en beneficio del ser humano”. En lo ideológico, el PNV ratificaba su ser fundacional que “tiene como objetivo la liberación de Euskadi”.

Pero el principal proyecto de aquel encuentro tenía como centro la renovación del proyecto organizativo ante la necesidad de conjugar el tradicional sistema asambleario con mecanismos que propiciaran la eficacia en la toma de decisiones. Así, tras la clarificación del término “confederal” surgió la figura de la Asamblea General a celebrar cada cuatro años y cuyasfunciones, competencias y representación fueron delimitadas, estando en vigor hasta la fecha.

Fue una formulación organizativa nueva pero que, al mismo tiempo mantuvo la esencia de una organización comunitaria, pegada a la tradición y que tenía una larga vigencia desde la reunificación de Bergara. El PNV mantuvo la especificidad de la separación de poderes, la definición de institucional de abajo-arriba, desde lo local a lo nacional pasando por lo territorial. Afianzó las incompatibilidades entre lo público y lo interno y con mayor acento aún que hasta entonces, el principio de bicefalia, diferenciando la autoridad del partido y el poder de la representación pública.

Dicho modelo, con ligeras variaciones, ha pervivido hasta nuestros días, significando un ejemplo de democracia internade control y separación de lo público, muy valorado por los nuevos valores de gobernanza. 

Desde entonces, el Partido Nacionalista Vasco ha continuado siendo la organización líder del país, pilotando las instituciones  y construyendo, ladrillo a ladrillo, la arquitectura de autogobierno de una nación  que , a pesar de todas las dificultades, tomaba más decisiones por sí misma  en un ejercicio paulatino de autogestión, bajo el principio de ser menos dependiente  cada día del exterior (a menor dependencia, mayor independencia).

Bajo ese liderazgo el PNV ha ido revalidando la confianza de la sociedad vasca durante más de cuatro decenios, siendo en el entorno de 2016 cuando mayor poder acumuló como resultado del éxito electoral. Decenas de alcaldías, gobierno en las diputaciones, en los ejecutivos de Gasteiz e Iruña, grupos parlamentarios en Madrid, representación en Europa…Sin embargo, ese éxito  creciente se amortiguó a partir de 2020. Con la llegada de la pandemia mundial todos los partidos con responsabilidad de gobierno sufrieron las consecuencias de un periodo  de incertidumbre y de sufrimiento inédito e estos tiempos. Y el PNV no ha pasado indemne del cambio de paradigma de una ciudadanía  que ha agudizado su sentido crítico y que , cada vez más exige respuestas inmediatas a sus necesidades individuales por encima del bienestar comunitario colectivo. A todo ello se ha unido la globalización, la comunicación sin límites a través de las redes sociales, y , como no, el envejecimiento de la base activista y la “fatiga de materiales” de una estructura pensada en otros tiempos y en otras necesidades. Además, la transformación de organizaciones tradicionalmente antisistema en partidos “blancos” , a imagen y semejanza del PNV, sin responsabilidades de gobierno que exigir y con un discurso adanista de que “todo empieza ahora”, ha colocado a los jeltzales en un complicado porvenir donde o se renueva o corre el riesgo de retroceder en su liderazgo histórico.

Sin embargo, a pesar de todo, y pese a los toques de atención que el electorado le ha proporcionado, el PNV sigue a la cabeza del país, con un nuevo lehendakari recién elegido, con tres gobiernos forales en su poder, grupo parlamentarios decisivos en Madrid y eurodiputada en Estrasburgo.

En algunas ocasiones el viejo partido ha parecido un partido viejo. Ha avanzado arrastrando los pies y se ha incorporado tarde a cambios tan sustanciales e imprescindibles como la igualdad de género con la incorporación de la mujer a los ámbitos decisorios de los cuadros jeltzales. Pero , superada esa carencia, restan aún ámbitos de mejora que necesitan ser abordados. La herramienta que creara Sabino Arana necesita pasar la ITV. Actualizar y ratificar sus principios doctrinales y presentar un perfil socioeconómico y cultural acorde a los nuevos tiempos. 

El PNV necesita encontrar un nuevo punto de equilibrio internoque le haga ágil, eficaz en las decisiones y , al mismo tiempo que tenga una comunicación fluida y rápida con su base militante para que desde medios ajenos no interfieran en el necesario diálogo interno. Y necesita, para hacer frente a todo este reto, nuevos equipos humanos que piloten el cambio. Alderdikides que lleguen con nuevos bríos, nuevas ideas y con ganas de servir a una organización creada y formada para la libertad de Euskadi y el bienestar de su gente.

Para abordar todo esto, el Euzkadi Buru Batzar ha determinado que , pasado el próximo Alderdi eguna -finales de septiembre- el reloj de una nueva Asamblea General comience a correr . Y en un plazo máximo de seis meses desarrollar todo un proceso regenerativo que impulse un nuevo PNV. Con nuevas ideas, nuevas estructuras, y nuevos dirigentes. 

Algunos, desde fuera, fijarán sus ojos solamente en las personas. Pero siendo estas importantes -que lo seguirán siendo-, lo trascendente en este momento es la unidad interna, la claridad de ideas  y el compromiso de lseguir siendo fieles a nuestro compromiso con Euskadi. Un compromiso que se encarna en un instrumento centenario; el Partido Nacionalista Vasco.

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