jueves, 20 de mayo de 2010

UNA DETENCIÓN PARA “GRAPIZAR” ETA

“El número 1 de ETA ha sido detenido”. Así avanzaban, en titular, las emisoras de radio a primera hora de la mañana el arresto de Mikel Garikoitz Carrera Sarobe . La operación antiterrorista llevada a cabo por la policía francesa, con la inestimable colaboración de la Guardia Civil, se cobraba, en el barrio bayonés del Espíritu Santo , con la detención de cuatro activistas de ETA. Entre ellos, según la versión del departamento español de interior, el máximo dirigente del aparato militar de la organización. El enésimo número “1”.

Todo ocurría el mismo día que el ejecutivo de Rodríguez Zapatero aprobaba las medidas excepcionales de recorte del déficit público. ¿Coincidencia?. Quien así lo piense pecará de ingenuidad. Nada es casual hoy en día. Un titular tapa a otro y una información relevante limita en centímetros el espacio de los tabloides o en segundos la duración de informativos en radio y televisión.

Además, frente a una mala noticia no hay mejor remedio que impulsar otra de relevancia semejante.
No es casual. No. Desde hace tiempo se vienen haciendo análisis y conjeturas sobre la estrategia del Gobierno Zapatero en torno al terrorismo y la capitalización pública de una posible derrota de ETA (o lo que se entienda como tal) en el corto plazo.

Fuentes de toda solvencia aseguraban a quien esto escribe que Zapatero – con anterioridad a la crisis internacional y las medidas económicas de recorte del gasto- tenía diseñado un plan para volver a salir victorioso en las elecciones generales del próximo año.

El desgaste del PP con los casos de corrupción era una de sus bazas. Buscar las contradicciones internas y debilitar el papel de Rajoy ante un partido desorientado y dividido entre seguidores de unos y otros.
Otra de las cartas guardadas en la manga era -ingenuo ZP o penosos asesores- la confianza en la existencia de “brotes verdes” en la economía. Pensaba en el medio plazp en la salida de la recesión y en que se acabara el goteo sangrante del paro.

Pero el principal “triunfo” que el mandatario español se reservaba para exhibirlo públicamente y renovar su liderazgo era la derrota de ETA.
Desde el Gobierno español se tenía constancia de que en poco tiempo “caería” el nuevo jefe militar de ETA. Es más, se le daba por controlado a la espera de encontrar la situación propicia que le hiciera recalar en manos policiales.

Con la detención de Garikoitz Karrera, según las mismas fuentes, se acabaría con la estirpe de “Txeroki” en ETA. Es decir que la generación que hizo derrumbarse el anterior proceso de paz estaría completamente desarticulada y su sustitución a futuro generaría un trauma insalvable en ETA.

El Gobierno español confiaba en que con Karrera detenido, ETA, infiltrada hasta el tuétano, se aprestaba a una división, a una escisión. Y con ella a su final. Un final no definitivo pero sí similar al vivido por organizaciones terroristas de menor entidad (en Madrid hablan de “grapización” de ETA).
ZP y su gobierno no intuyen este final sin información. Tienen detectada una creciente división en el colectivo de presos. Un tercio de los reclusos de ETA tienen decidido su abandono de la lucha armada. Otro tanto del colectivo se muestra cansado de no encontrar la salida del túnel pero no se atreve a dar un paso definitivo. Y el último tercio, compuesto por los últimos detenidos y por los más jóvenes, mantiene la apuesta por “dar caña” y seguir adelante.

En paralelo, la izquierda abertzale radical, sabe que no podrá salvar a toda la tripulación en el viraje político y simplemente político, que pretende dar a su barco. Por eso es consciente de que su tiempo, sus etapas, tienen una duración diferente a la del resto de los mortales. Saben que no llegarán a tiempo de las próximas elecciones municipales y forales. Lo tienen asumido.

El Gobierno español también. No permitirá que la Izquierda abertzale pueda medirse con las urnas hasta que ETA desaparezca o encamine sus pasos a la deriva de unos Comandos Autónomos o Células Combatientes. Sabe que así ETA rompe con el cordón umbilical de su apoyo social. Y sin base social, la delincuencia es más fácilmente combatible.

No habrá listas de Batasuna en los próximos comicios. Y quien pretende servir de cobertura a modo de transición de cara a un futuro polo soberanista corre el mismo riesgo de ilegalización. A Zapatero y los suyos no los va a temblar el pulso a la hora de solicitar de la abogacía del Estado o del Ministerio Fiscal la investigación para la ilegalización de Eusko Alkartasuna o de cualquier otra formación si interpretan que sus listas electorales son un caballo de Troya al servicio de la izquierda radical.

Infiltración, información, presión policial, división, aislamiento político…y luego ya se verá. Luego llegará el momento de que fomentar la refundación de la Izquierda Abertzale y que ésta le dispute el liderazgo al PNV. Es pronto todavía, pero todo se andará.
Esas son las líneas de una estrategia que la detención del “enésimo número 1 de ETA” nos deja encima de la mesa. Una estrategia, al menos en este caso, en cuyo cumplimiento el gobierno español va a ser celosamente disciplinado.

Quien pensara que Rodríguez Zapatero iba a entregar la cuchara tras el varapalo de la pasada semana, se equivoca. ZP va a luchar como gato panza arriba para sobreponerse e intentar ganar de nuevo las elecciones. Terrorismo, corrupción…Pronto, otro golpe de efecto; reajuste gubernamental con supresión de carteras. Más ilusionismo a la coctelera.



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