El 15 de agosto de 1998 un coche bomba explotaba en el centro de la ciudad de Omagh – Irlanda del Norte-. 29 personas, entre ellas una mujer embarazada de gemelos, murieron en el atentado provocado por el IRA auténtico y cerca de 220 más resultaron heridas.
La cifra de víctimas coloca aquel atentado como el más brutal de la historia del conflicto armado de Irlanda del Norte. Su impacto en el Ulster aún está presente en la conciencia colectiva. No sólo por la gravedad y el coste de vidas humanas, sino porque su ejecución pilló a contrapié al conjunto de la sociedad norirlandesa pues se produjo durante el alto el fuego del IRA Provisional y meses después de la firma del Acuerdo de Viernes Santo. La esperanza de paz que entonces se vivía saltó por los aires por la acción descabellada de una escisión del IRA. Esperanza que, poco después pudo recobrarse hasta desembocar en la actual situación de convivencia y acuerdo que vive aquella comunidad.
La amarga experiencia de un atentado en plena tregua declarada no es nueva aquí. Recordemos a Zapatero exultante aventurando que “hoy estamos mejor que hace un año, dentro de un año estaremos mejor que hoy” y apenas veinticuatro horas después, ETA volaba la T-4 en el aeropuerto de Barajas.
Dar rienda suelta a la ilusión es humanamente entendible. Sobre todo cuando tanto se ha sufrido y padecido. Cuando un analgésico disipa el dolor, tendemos a olvidarlo. Y cuando sus síntomas reaparecen, el malestar se agudiza como nunca.
No quiero decir con esto que la actual expectativa de paz vaya a truncarse de repente. No. Estoy persuadido de que el camino iniciado por la Izquierda Abertzale no tiene retorno. Y que en ese viaje ETA ya no tiene protagonismo alguno. Más allá de su última declaración pública (comunicado), sería impensable que el movimiento civil de la Izquierda Abertzale hubiera declarado públicamente su decisión emancipadora de ETA sin que hubiera echado previamente la persiana a la propia organización armada.
No sería coherente, ni posible, la declaración de los colectivos del MLNV (presos y expatriados), reivindicando la alternativa civil sin que internamente hubieran declarado extinta la alternativa militar.
Que ETA vaya a desaparecer en un acto único y visible resulta imposible. El mejor símil de su extinción lo hizo Eguiguren cuando hablaba de la nevada. Todo el mundo sabía que unos días atrás la nieve había caído y había cuajado. Estaba en la calle, en las plazas, en los tejados, en los montes. Sin embargo dos días después y siendo conscientes todos de la presencia física de la nieve, esta desapareció del paisaje. Nadie la retiró. Simplemente, aquellos escenarios estaban limpios de copos. La nevada se había desvanecido..
Pese a todo, pese a la voluntad de los actores principales de la Izquierda Abertzale y quizá de quienes hoy encabezan a ETA, el efecto Omagh no debe descartarse de nuestras previsiones.
Se conoce que un significado colectivo de activistas de la Izquierda Abertzale no se siente representado ni por “Sortu” ni por el proceso que le ha dado vida. Fuentes de todo tipo aseguran que la presencia de dicho grupo en la manifestación del pasado sábado no se produjo. O que, incluso, se hubiera podido representar, a modo de abandono de sus integrantes en una asamblea interna, la abierta desafección de este colectivo con las vías pragmáticas y estrictamente políticas defendidas por los hoy dirigentes de la Izquierda Abertzale.
Hay quien asegura que en el reducido número de activistas que hoy ETA pueda mantener operativos, el porcentaje de quienes se oponen al cierre de la actividad violenta pudiera ser inferior al 10%. También, según se dice, la voluntad de quienes hoy manejan el timón de ETA es nítida. Aceptaron volver al puesto de mando si el camino emprendido hacia el final no se desandaba más adelante. Desde su autoridad –contrastada- exigirían férrea disciplina al colectivo todo. Y si había disidencias, quien rompiera la unidad, lo pagaría.
Ese supuesto 10% de “ferreteros” insaciables de sangre, ese grupo desafecto con “Sortu”, ese tercio del colectivo preso que no sabía hasta hace poco dónde volcar su apoyo, hacen pensar que el sueño de Otegi de conducir el barco de la Izquierda Abertzale con toda la tripulación a bordo, puede que solo sea una quimera. Más de uno y de dos están dispuestos a quedarse en tierra o a saltar por la borda.
El robo de más de una veintena de vehículos en suelo francés puede acreditar el hecho de que un Omagh vasco, por indeseable y horrible que sea, pueda resultar verosímil. Las últimas declaraciones de Urkullu, Zapatero y Jáuregui, abonan la tesis. Ojala se equivoquen.
P.D. Xabier Oleagari eta errespetu osoz. Bakoitzak berera. Badakizu, badakit, zein den egitea ukitzen gaituen. Con todo respeto y cariño. Cada cual a lo suyo. Bastante tiene cada cual con lo suyo como para identificar acertadamente de quienes son las manos frías que nos tocan los ….
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