viernes, 23 de marzo de 2012

AL GUITARRISTA LE PICABAN...LOS DEDOS

Las relaciones entre el Partido Socialista y el Partido Popular se asemejan, cada vez más, a una permanente desavenencia. Cuando no se pelean por la moción de Aralar, se tiran los trastos a la cabeza por el desenfrenado gasto corriente del ejecutivo López.



Es como una obra de Arniches, una sucesión de sainetes costumbristas en los que la desconfianza, los celos y los reproches forman el nudo de una trama que da risa.

La última puesta en escena fue el pasado jueves en el Parlamento. El portavoz popular machacaba a los socialistas por el desenfreno gastador del ejecutivo López a quien acusaba de haber consumido las previsiones presupuestarias anuales de “viajes oficiales” en el primer trimestre del año. Le contestaba airada una parlamentaria socialista que calificaba de “talibán” a su interlocutor y “socio preferente”. Dardos y cruce de navajas en una fricción castiza sin desenlace aparente.

Vista la escena, un representante de la muy leal oposición me contaba que aquello le recordaba a un show que el pasado año presenció en Sevilla. Aconsejado por un taxista, acudió al barrio de Triana para vivir la autenticidad del flamenco. El local, lúgubre y exuberante en fetiches, se llamaba “Casa Anselma”. El calor era insoportable, el aforo desbordado, los rebujitos imposibles de alcanzar –por dificultad física de llegar a la barra-. Fue entonces cuando un grupo de gitanos comenzó, a ritmo de cajón, a dar palmas. Guitarras, palmas y gemidos. Allí apareció Anselma, la dueña del tablao. Cánticos, bailes, ruido –mucho ruido- y trifulca. La patrona se encaró con el público. Los músicos cesaron en sus palmas y la riña desembocó en un cruce de reproches entre la dama y el guitarrista. En un momento dado, el músico, un hombre huesudo, largo, arrugado y cetrino, comenzó, sin disimulo alguno a rascarse sus partes. Con la mano en el “paquete” y el desdén de a quien todo le importa una higa, el artista de reparto, interpretaba ante el obnubilado auditorio un punteo genital guitarrero. Casposo total.

La Anselma, contrariada ante el manoseo testicular le llamó la atención: “Pero, ¿qué hase desaborio?”. Él no tardó en contestarle; “Es que me pican. Me pican...” “Me pican –concluyó- los dedos”. Al guitarrista le picaban los dedos. Por eso se rascaba los cataplines. Educación obscena. Carcajada general y vuelta a las bulerías, a las palmas y al cachondeo.

Aquí, socialistas y populares se reparten los papeles. Unos interpretan a la Anselma, y , a otros, les pican los dedos. Pero, pasado el trance del berrinche, continúan dando palmas en un compadreo cada vez más difícil de congeniar.

López, en cuanto puede, se enfunda la chaqueta de pana y se instala en el discurso de “las izquierdas progresistas” frente a las “derechas de PP y PNV”. Basagoiti por su parte, levanta la mano y amenaza para no dar. Y, en esas, anuncian una reunión del pacto de gobierno para aclarar malentendidos. Reunión, que de haberse celebrado, no ha trascendido a la opinión pública.

Unos y otros se preparan para el divorcio anunciado. Los socialistas hacen guiños a Bildu (las coincidencias en Gipuzkoa comienzan a ser llamativas). Pero saben que deben ser comedidos si quieren agotar mandato –hay que cobrar la nómina hasta el último día-.

Los populares por su parte conocen que el desgaste de su “socio preferente” aún no es suficiente y que las encuestas les sitúan, todavía, por debajo de los socialistas. Cuando su vaso comunicante esté más alto que el de Patxi López, estarán preparados para apagar la luz de Ajuria Enea. Hacerlo antes supone riesgos. Por eso ahondarán en la táctica del desencuentro público intermitente. Deben desgastar más al Lehendakari, la única referencia electoral de un PSE desdibujado y sin norte.

Esta semana, el sainete tendrá continuidad. Después de los comicios andaluces y asturianos, la “mosca cojonera” volverá a revolotear con fuerzas renovadas. Y, la jornada de huelga general como consecuencia de la reforma laboral, dará pie a un debate apasionado de confrontación entre las “derechas conservadoras ” y la “izquierda progresista”.

Como dijera Cicerón, “Quosque tandem abutere patientia nostra?”, o lo que en versión actualizada significa ¿hasta cuándo nuestra paciencia aguantará que al guitarrista le piquen los dedos?.


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