viernes, 28 de septiembre de 2012

AUTOAFIRMACIÓN Y TUTELA. EL MENSAJE DE ETA

ETA reaparece en pre campaña. Lo ha hecho a través de un comunicado en los canales habituales. Su protagonismo, siempre inoportuno, parece tener dos objetivos. El primero y más molesto, dejarse sentir. Es decir, “aquí seguimos” pese a quien pese.


Unos días después de que Arnaldo Otegi atribuyera para la Izquierda Abertzale el mérito de haber convencido a ETA del abandono de la lucha armada (no olvidemos que antes la propia Izquierda Abertzale fue la que propició la “socialización del sufrimiento”), ETA vuelve a escena a modo de enmienda. Sólo ella marca sus pasos y sus decisiones.

Quien haya querido darla por “amortizada” se equivoca y, a pesar de que un su último comunicado ratifique su «compromiso total con la oportunidad de solución que estamos abriendo para superar el conflicto y, en general, con el proceso de liberación», su papel protagonista en el proceso devalúa, y mucho, el carácter “unilateral” que la Izquierda Abertzale ha querido dar al nuevo tiempo abierto.

De igual manera, la literatura que acompaña al pronunciamiento hace pensar que lo del “cierre definitivo” no es un capítulo finiquitado para el grupo armado. Su cita al “prolongamiento del sufrimiento” no es sino una salvaguarda latente de que es ella y solo ella, la que tiene la sartén por el mango a la hora de establecer el punto de no retorno de su actividad violenta. Y esa amenaza soterrada carga la mochila de la Izquierda Abertzale con un artefacto destructivo que ésta porta -quizá sin pretenderlo- y que aún no sabe como desactivar.

El segundo mensaje de ETA va dirigido en exclusiva a la Izquierda Abertzale. Se trata, sin duda, de una llamada de atención en toda regla a la nueva “vanguardia civil”, a quien avisa de que su ambición política de administrar los éxitos políticos alcanzados hasta el momento no es suficiente. «Nos equivocaríamos –afirma ETA- si nos conformamos con lo logrado y concluyéramos que estamos suficientemente preparados para afrontar los retos que tenemos por delante. Con ello no haríamos sino limitar previamente la potencialidad del cambio de estrategia»

Por eso, reclama de sus dirigentes políticos civiles que se pongan las pilas “para responder a los retos que ya han aparecido y a los que están por venir” al tiempo que requiere “corregir errores y superar carencias”. Una censura al camino institucional emprendido cuya enmienda debiera contar con la suma de “nuevas fuerzas para la construcción nacional, perfilar modos de trabajo, acertar con propuestas políticas y establecer mecanismos de organización adecuados.” Si eso no supone una tutela en la gestión interna de la Izquierda Abertzale, que baje Dios y lo vea.

El “aggiornamiento” de la Izquierda Abertzale está causando numerosas dificultades de entendimiento en buena parte de su base militante. Acostumbrados a la “acción directa” fuera del sistema, con una política contumaz de denostar el sistema institucional, el nuevo rol “democrático” y de aceptación del marco jurídico rompe moldes. Algunos no entienden que mientras unos se pudren en las cárceles “sin que nada se mueva” otros gocen de coche oficial y pisen moqueta bajo el ropaje revolucionario.

La aceptación de la realidad “por imperativo legal” no es, para algunos, argumento que justifique la metamorfosis de algunos dirigentes que, rápidamente se han acomodado al cargo y a los esquemas de la “democracia burguesa” que desde la trinchera revolucionaria se combatía.

Autoafirmación y tutela. Dos mensajes concretos para una puesta en escena al borde de las urnas. Y, un recado aún más sibilino dirigido a su universo sociológico. Pese al “compromiso de ETA”, pese a su “buena voluntad”, el proceso de paz está atascado, bloqueado. La llave que abrirá el paso y romperá el embrollo la tiene EH Bildu. Sólo la Izquierda Abertzale será capaz de sacar adelante el proceso. De ahí la necesidad de sumar fuerzas, de tener “ambición para ganar” y su llamamiento final de “¡A luchar!”. Una arenga a su votante sociológico para que no se duerma en los laureles.

Perfil bajo de su candidatura sí –para no asustar-, pero movilización de su base tradicional también. Es la combinación perfecta para ellos. Veremos si ambas cosas son compatibles.









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