martes, 15 de enero de 2013

A JOSE ANTONIO PASTOR

Estimado Josean:


Te escuchado esta mañana en radio Euskadi. Estoy contigo en la necesidad de reconstruir puentes. Lo necesitamos todos. Yo creo que el tiempo de la trifulca debe pasar. No tiene sentido andar a la greña, como si no existieran más problemas que competir para ver quien encuentra un titular más redondo con el que competir con el adversario. No. Es momento de encontrarnos en el camino y, cada cual con su planteamiento, ser capaces de hallar la fórmula para que los muchos problemas que afectan a la gente, puedan ser resueltos con el esfuerzo de cada cual. Arrimado el hombro.

Todos tenemos nuestras necesidades y nuestras apreturas. Venimos, además, de un tiempo en el que hemos vivido de espaldas – en el mejor de los casos- y cada cual puede exhibir reproche y arazos ajenos que no nos llevarían más allá de la polémica estéril.

Coincido contigo en que debemos ser capaces de construir "un trato de cortesía parlamentaria y de relaciones correctas, para mantener los cauces de diálogo siempre abiertos". Es lo que hace falta.

Tienes razón cuando dices que es “bastante feo” que cuando alguien “pretende llegar a acuerdos” “comience por mentir o falsear la verdad”. Yo no lo digo, lo has dicho tú. Pero te equivocas imputando al PNV tal conducta cuando aseguras que “faltamos a la verdad” cuando decimos que el fue el PSE quien nos ofreció un pacto de coalición garantizando que “en ninguna de las dos rondas de negociaciones entre PSE y PNV” tu partido nos planteara "algo parecido".

Quiero creer, no ya que te equivocas, que también , sino que tu ausencia en el segundo encuentro que mantuvimos con la delegación del PSE –ausencia provocada por una luctuosa y terrible circunstancia que nos impactó a todos- te privó de vivir en directo cómo era tu compañero Iñaki Arriola quien, con el verbo directo que le caracteriza, nos invitó a que respondiéramos si aceptábamos o no la conformación de un “gobierno fuerte” con vuestro apoyo o si, por el contrario, optábamos por gobernar en solitario.

Hombre, estimado Josean, convendrás conmigo en que plantear de saque, sin contrastar base programática alguna, sin ser capaces de aplicar árnica en las heridas recientemente provocadas, sin mayor argumento que lo de la “fortaleza”, resultaba un poco duro y poco creíble. Incluso para vosotros.

Sí, fuisteis vosotros los que lo dijisteis todo. Lo del gobierno “fuerte” y lo de “ahora o nada”. Fue alguien de tu delegación quien evidenció que, de no aceptar esas tesis, tendríais “las manos libres” para hablar y pactar “con todos”. O quienes, por boca de Txarli Prieto, tu otro compañero de delegación, se reclamó, “exclusividad” en la negociación. Lamento sinceramente que no estuvieras allí para acreditarlo porque conozco de tu temperamento conciliador en estos casos y sé que hubieras atemperado aquel rigor, pero créeme que fue así. Yo, novato en estas lides, salí defraudado de aquel encuentro. Estaba convencido, tras analizar el documento programático que habíais propuesto, que , sin grandes esfuerzos, éramos capaces de sintonizar en un 80% de las materias allí presentadas. Pero, ni tan siquiera llegamos al primer folio.

De todas maneras, Jose Antonio, hoy me importa bien poco quien solicitó qué o imputar del otro la responsabilidad del desencuentro. Hoy solo me importa que, transcurrido un tiempo prudencial, seamos capaces de tejer complicidades que nos lleven, desde el respeto a cada cual y sus circunstancias, a arrimar el hombro y recuperar cercanías en un nuevo tiempo en el que todos deberemos hablar con todos y, en la medida de los posible, alcanzar acuerdos que vayan más allá de la dinámica de controversia en la que parecemos instalados.

Sinceramente, Josean, dejemos las saetas en el carcaj y empecemos una nueva etapa. Nos irá mejor a todos.

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