viernes, 5 de julio de 2013

LA TRANSICIÓN VASCA Y LOS ENCUENTROS PNV-SORTU

El pasado miércoles, y de común acuerdo, representantes del Partido Nacionalista Vasco y de Sortu comparecíamos públicamente para anunciar la voluntad compartida de normalizar relaciones entre las dos principales formaciones políticas de nuestra comunidad. Era el primer encuentro a la luz de los focos de la opinión pública. El tercero consecutivo desde que a primeros de mayo decidiéramos establecer un diálogo que estableciera un nuevo punto de partida entre dos de las sensibilidades políticas mayoritarias actuantes en Euskadi.

Contactos, de una u otra forma, han existido siempre, pero encuentros, al más alto nivel de cada organización no se habían prodigado desde que Sortu fuera legalizada y su estructura establecida tras su congreso constituyente en febrero pasado. Resulta lógico por tanto que, además de las reuniones celebradas con Bildu y EH Bildu en el ámbito institucional, el PNV estableciera reuniones y contactos con la expresión genuina de lo que conocemos como Izquierda Abertzale, es decir Sortu.

La normalización política en Euskadi, tras largos años de convivencia política irregular (convivencia de estrategias político-militares, ilegalizaciones, etc), exige, de cara al nuevo tiempo que todos ansiamos inaugurar, la implicación activa de todos los agentes que representan las distintas interpretaciones políticas de la sociedad vasca.

Derribar muros preconcebidos y que obedecían a las actuaciones del pasado, debe ser interpretado como una necesidad imprescindible de todos de cara a posibilitar una nueva convivencia, una oportunidad para alcanzar la normalización política y social.

Nadie puede olvidar de dónde venimos cada cual, ni las estrategias antagónicas e incompatibles desarrolladas en las últimas décadas en nuestro pueblo y las diferentes culturas políticas que representamos. Pese a ello, mirando al futuro más que al pasado, el PNV ha entendido necesario establecer unas bases de relación política que permitan generar una dinámica de respeto básico y aceptación mutua. Respeto y reconocimiento recíproco deben ser las bases sobre las que asentar una nueva relación. Tejer complicidades –incluso personales- que desde la divergencia y la distancia ideológica nos permitan alcanzar objetivos comunes que entendemos este Pueblo reclama. Y, como objetivos compartidos entendemos, más allá de las cuestiones que el día a día o la gestión institucional reclaman, la necesidad de consolidar la paz y la convivencia en nuestra sociedad; la búsqueda de soluciones para salir de la crisis económica y el impulso definitivo y democrático para habilitar un cauce para la libre expresión de la voluntad de la ciudadanía vasca.

Son muchos los desafíos que este país debe hacer frente en el horizonte temporal próximo. La recuperación del bienestar de la ciudadanía, el posicionamiento de Euskadi ante la crisis del Estado español, el cierre definitivo y justo a la página de violencia que hemos padecido, nuestro porvenir como Pueblo en Europa. Y, tales retos sólo podrán afrontarse eficazmente si se concita una amplia mayoría social que respalde unas decisiones compartidas en las que todos, o buena parte de los vascos, nos veamos identificados y comprometidos.

Para acceder a ese objetivo sólo hay un camino; el diálogo y el entendimiento.

Cuentan las crónicas que en los prolegómenos del encauzamiento del conflicto norirlandés, las conversaciones entre el Sinn Féin y el SDLP fueron la llave maestra que contribuyó a abrir el camino hacia la paz y el entendimiento en aquel territorio.

John Hume y Gerry Adams se interpelaron mutuamente sobre aspectos concretos que afectaban directamente a los norirlandeses. Preguntas y respuestas para establecer una nueva cosmogonía que diera luz a una sociedad destrozada por la violencia y el odio. Preguntas y respuestas para derribar los muros existentes y conciliar un futuro a construir entre todos.

Las reuniones practicadas hasta hoy entre PNV y Sortu, más allá del posicionamiento previo de cada cual –con su correspondiente dosis lógica de reproches cruzados -, han entrado ya en esa fase enriquecedora de abierto debate.
Lo señaló Andoni Ortuzar en comparecencia pública tras la última reunión. El PNV cree necesario conocer el análisis que hace Sortu sobre las condiciones para el final de ETA, el alcance y desarrollo de la estrategia unilateral trazada por la izquierda Abertzale. ¿Cuál es el análisis que hace Sortu en torno a la política penitenciaria? ¿Qué pasos cabe esperar por parte de los presos en su aproximación a las posibilidades que ofrece el marco legal o en materia de revisión crítica del pasado?

Es incuestionable la necesidad de la implicación de todos en la consecución de una paz que no tenga vuelta atrás de la mano de una convivencia homologable en términos democráticos y de justicia, basado en el reconocimiento del daño causado y de la autocrítica que no esconda ni minimice las responsabilidades políticas.

En lo que se refiere al proceso político propiamente dicho, resulta necesario conocer las prioridades, urgencias y objetivos políticos de cada formación, contrastar las visiones que tenemos al respecto y establecer un guión de discusión que pueda comportar en el futuro una “hoja de ruta” política y democrática.

Asimismo, en el ámbito estrictamente institucional creemos imprescindible establecer mecanismos de relación, contraste y definición que permitan la posibilidad de trabajo conjunto y alcanzar acuerdos básicos, por ejemplo en materias como la fiscalidad o las políticas públicas a desarrollar desde las instituciones vascas.

Hasier Arraiz, por su parte, ha anunciado a los medios de comunicación que, a partir de septiembre, reiniciado el curso político, la Izquierda Abertzale seguirá dando pasos unilateralmente que faciliten el desbloqueo del actual impasse vivido en materia de pacificación. Decisiones vinculadas al porvenir de los presos, al reconocimiento de las víctimas, al desarme y el desmantelamiento de la estructura de ETA...

Pasos que el PNV no dudará en apoyar si se establecen decididamente y en sintonía con compromisos éticos y democráticos compartidos. Porque el PNV también ha avanzado sus posiciones. Ha hablado de “una salida vasca” al final de la violencia. Igualmente ha presentado, a través del Lehendakari, un plan de paz y convivencia que espera aportaciones y contrastes.

Las preguntas empiezan a tener respuestas. Seguramente habrá más. Más interpelaciones, más explicaciones, más propuestas. Más diálogo.
De todo esto hemos hablado y seguiremos hablando en los próximos tiempos. Con focos o sin ellos. El momento de vivir los unos de espaldas a los otros debe finalizar. Es hora de mirarse frente a frente y poner en valor el acuerdo como base de construcción nacional y social en la Euskadi del siglo XXI.

La nueva transición vasca comienza a dar sus primeros frutos. Son todavía escasos, pero el inmovilismo empieza ya a ser pasado.
No somos ingenuos, será costoso y difícil. Pero hay que intentarlo.



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