martes, 22 de octubre de 2013

EL LÍMITE DE LO PRIVADO

Me gustaría saber qué valor extraordinario, desde un punto de vista informativo, tiene la dedicación laboral privada de un ciudadano para que un medio de comunicación la eleve a categoría de noticia cuando dicha persona no ha mostrado su relevancia por dicha faceta. Me gustaría saber dónde queda el código deontológico de los periodistas cuando se saca del ámbito privado al público el derecho de un ciudadano a ser lo que quiera ser. Me interesa conocer por qué alguien ha decidido llevar al tabloide la actividad privada del señor Azurtza, hasta la semana pasada presidente de Euskal Etxea de Nueva York ¿Qué interés tiene para la opinión pública divulgar su ámbito privado, más allá del morbo o del amarillismo informativo?.

¿Acaso no le asiste al señor Azurtza el derecho a expresarse y ser lo que desee? . Y , si fuera cocinero en lugar de haber desarrollado actividad como actor de películas para adultos, ¿se habría desplegado informativamente sobre su persona lo que algún medio hizo el pasado fin de semana?.

Me resulta intolerable la intromisión publicitada. ¿Qué interés tenía?.
¿Qué interés tiene en una información objetiva dar la filiación o la nacionalidad de un presunto delincuente?. ¿Por qué. Con total normalidad asistimos a noticias en las que se nos adoctrina ideológicamente con datos que no vienen al caso?. ¿Por qué decir que el presunto asesino era de nacionalidad peruana o de origen magrebí?

Recuerdo un mal chiste que se presentaba en la facultad de periodismo en el que un titular de un periódico americano recogía el resultado de un accidente y se llevaba al titular con el desgraciado enunciado de “tres personas muertas y un negro en el accidente de…”.

En el caso de lo publicado sobre el ex presidente de Euskal Etxea de Nueva York, considero que se ha cometido un atropello. Sí, es cierto que el señor Azurtza no ocultaba su actividad y que ésta era conocida en el ámbito público. Pero, insisto, qué interés tenía llevarla a las páginas de los periódicos?.

Me inclino a pensar que alguien aprovechó las circunstancias que se vivieron en la fiesta de Euskal Etxea para pasarle una factura personal al señor Azurtza. Y eso me resulta impresentable. Porque una cosa es poder criticar –que había datos suficientes para hacerlo- el irregular comportamiento protocolario y de respeto institucional cometido en el acto neoyorquino y otra cosa bien diferente añadir barro a la polémica. Vamos, impresentable.

Y darle carta de notoriedad periodística todavía peor. Yo creía que la “prensa seria” no se dedicaba a eso . Al menos en Euskadi. Pero veo que , desgraciadamente, me he equivocado.
Alguien se ha pasado de la raya. Así lo creo, y así lo escribo.

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