lunes, 16 de diciembre de 2013

UN AÑO DE GOBIERNO VASCO NACIONALISTA

Se ha cumplido un año desde que se constituyera el Gobierno vasco presidido por el lehendakari Iñigo Urkullu.

Ha sido un año marcado, fundamentalmente por la dureza de una crisis económica que, aunque en los últimos meses haya dado síntomas de concluir su ciclo regresivo, ha generado mil y una preocupaciones y problemas al conjunto de la sociedad vasca. Paralización de la actividad económica, desempleo, incertidumbre en miles de familias, escasez de recursos para sostener los servicios públicos, han sido las consecuencias más acusadas de esta situación.

Frente a ella, la mayor parte de los esfuerzos y de las energías gastadas por el nuevo gobierno, han ido dirigidas a mitigar y a hacer frente a esta dura coyuntura.

Han sido múltiples los planes y las iniciativas puestas en marcha para intentar salir del agujero en el que la crisis nos había situado. Planes interinstitucionales, sectoriales, departamentales. Medidas concretas y específicas en la búsqueda de la reactivación.

Al PNV, y también al Gobierno vasco, le hubiera gustado poder hacer más, tener más eficacia en los resultados, pero la magnitud de la crisis y su carácter global ha sido, por desgracia más poderosa que todo el trabajo político e institucional desarrollado en este tiempo.

No podemos ser autocomplacientes. Mientras cerca de 175.000 vascos y vascas se encuentren en paro no hay lugar para sentirse reconfortados. Aunque las previsiones económicas digan que se vislumbra un crecimiento. Un cambio de tendencia que apunta a un crecimiento del PIB para el próximo año próximo al 1%.

Crecimiento al fin, aunque pueda ser aún insuficiente para la creación de empleo neto. Ese es el objetivo que el PNV y su gobierno se fija, recuperar el trabajo perdido. No será fácil. Pero el Gobierno vasco ha puesto ya las primeras herramientas para hacerlo.

Lo habíamos dicho con anterioridad. La presente legislatura tendrá dos partes bien distintas. Los dos primeros años serán duros. De ajuste, de rigor y de contención, para dar paso, en los dos últimos ejercicios a la recuperación y el crecimiento. Por lo tanto, estamos aún en la parte complicada del escenario.

En lo económico, el balance no puede ser positivo. Pese a todos los esfuerzos y toda la dedicación prestada.

En lo político, esta legislatura arrancaba con el retorno de la pluralidad, de la representación plena en el Parlamento Vasco. Y con la fragmentación consecuente tras el paso de la ciudadanía por las urnas.

Como todo tiempo nuevo, este nuevo especio político comenzó con la amenaza del bloqueo y la parálisis. Todos recordamos los primeros meses de andadura de este gobierno al que se le negó cualquier posibilidad de maniobra. Pero fuimos consecuentes con los principios que habíamos planteado, tanto en nuestro compromiso electoral como el la propuesta programática de investidura del propio lehendakari.

Euskadi necesitaba acuerdos. Acuerdos para la estabilidad institucional y presupuestaria. Acuerdos para un nuevo marco tributario. Acuerdos para la reactivación económica y el empleo. Acuerdos para la sostenibilidad de los servicios públicos.

Poco a poco, gracias a la búsqueda de un sosiego necesario entre formaciones políticas, hemos ido edificando esos acuerdos. Acuerdos de país que hoy comienzan a plasmarse como el nuevo mapa tributario. Acuerdos de medio y largo recorrido, como el suscrito con el Partido Socialista de Euskadi. Acuerdos presupuestarios. También con el Partido Popular y con EH Bildu. Acuerdos en la Comunidad Autónoma. Y también en Araba, Gipuzkoa o Bizkaia.

En ese sentido el año ha resultado netamente positivo. Y nuestra vocación es que así lo siga siendo.

Recientemente, los grupos de la oposición hacían un balance de este tiempo de Gobierno nacionalista acentuando el matiz de que los cambios producidos habían sido provocados por el impulso de la propia oposición. Que el PNV se había visto arrastrado por su situación de minoría.

Desde la misma noche electoral, hace ya más de un año, el PNV es consciente de lo que representa en este Parlamento Vasco y en el conjunto de la sociedad vasca.

Y digo más, en la defensa del Gobierno vasco, en su apoyo decidido y en su compromiso con la recuperación económica, la normalización política y la convivencia en paz, el PNV se apresta a reforzar su capacidad de interlocución, de diálogo y acuerdo.

Que nadie interprete la voluntad de acordar como un síntoma de debilidad. Ni los pactos suscritos como un tributo a políticas pasadas. Bastaría echar un vistazo al pasado inmediato para encontrar sensibles diferencias entre lo que se hizo y lo que hoy se hace. Pero el PNV se comprometió a no mirar atrás, ni a herencias recibidas para justificar las dificultades de hoy. Sería sencillo. Pero también la confrontación pasada es un elemento estéril, que no provocaría más que ruido y controversia. Y eso no es lo que quiere la sociedad vasca. La sociedad vasca quiere que cada vez más, nos pongamos de acuerdo en lo sensible, en lo importante. En lo que afecta a todos.

En esa voluntad, la sociedad vasca va a encontrar el PNV más flexible, más dinámico, más dialogante y más proclive al acuerdo que en los últimos años se haya conocido. Vamos a extremar nuestra capacidad de entendimiento para que la paz y la convivencia vuelvan a ser un punto de encuentro y de sintonía en el Parlamento Vasco. Para que los consensos básicos en esta materia se fortalezcan y crezcan para que la paz que disfrutamos se instale para siempre en Euskadi.

Vamos a hacer un ejercicio de responsabilidad y de aproximación, para que podamos, también en el Parlamento Vasco, poner el punto de partida de un nuevo autogobierno para Euskadi. Porque entendemos el autogobierno no como una razón puramente política sino como el deseo de la sociedad vasca de mejorar en calidad de vida y bienestar.

En ese sentido, el Gobierno vasco que pronto cumplirá un año de vida, tendrá un baluarte y un aliado infatigable.

Nuestros objetivos para el próximo año pasan por la recuperación económica y el empleo, por la estabilidad, por el fortalecimiento de los consensos en materia de paz y convivencia y por la configuración de un nuevo estatus para Euskadi que concite, cuando menos, el mismo apoyo social y político que supuso el Estatuto de Gernika.

Diálogo, consenso, interlocución y flexibilidad son los valores que el PNV está dispuesto a exhibir en este nuevo tiempo. Con ellos, estamos convencidos de que los acuerdos serán pródigos y beneficiosos para todos. Para que el Gobierno siga gobernando, para que avancemos hacia la recuperación económica, para que construyamos una nueva sociedad en paz y para progresar como nación en Europa.

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