miércoles, 22 de enero de 2014

MANU LEGUINECHE, HASTA LUEGO MAESTRO

Acabo de conocer, a través de los medios de comunicación digitales, la muerte del periodista vizcaino Manu Leguineche.Para muchos que como yo entendemos la profesión como un servicio a la verdad y a la comunicación de los seres humanos, con Leguineche se marcha un maestro y un referente de integridad y compromiso.
Siempre fue un referente. Y más en estos tiempos en los que se comercia con todo; con la privacidad, con la vanalidad, con el amarillismo y la estulticia.
Le conocí tarde. Ya enfermo, en su refugio de Brihuega, en aquella tierra maravillosa de la Alcarria hasta donde peregrinaban sus amigos para compartir sus emociones y sus verdades.

Fui un día de verano, de intenso calor, con el Diputado General de Bizkaia, Jose Luis Bilbao y el entonces Diputado de Presidencia, Patxi Sierra. Le hicimos entrega de la medalla acreditativa de "Ilustre de Bizkaia". Y sus ojos brillaron de emoción recordando su infancia en Belendiz, en Arratzu, en las proximidades de Gernika. Allí le encontramos tierno y humano. Íntegro. Dando clases gratuitas de periodismo, de dignidad huana, de lucha contra la injusticia. Recordó algunos de sus episodios como corresponsal de guerra, de comentarista de despropósitos enmascarados de geoestrategia.

Hoy se ha ido. Sin hacer ruido. Alejado del frenético desenfoque de grandes medios de comunicación que  comercian con el interés, con la notoriedad y el ventajismo.
Cuando contemplo una tertulia televisiva en la que los vociferantes protagonistas se definen como periodistas me acuerdo de él. Recostado en una silla de mimbre, sereno y conciliador, con un sombrero de paja y con una historia que relatar.
Hasta luego maestro.

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