Todavía estoy conmovido. El pasado domingo estuve en el barrio de Aiastia, en Elgoibar, participando , como otros muchos, en el homenaje a los gudaris caídos en el frente de San Miguel. Y no quise ver el documental que a tal efecto había elaborado "Baleuko".
Lo quise visionar con calma, reposado. Y por fin, ayer a la noche lo vi en ETB 2. La información precedente, la entrada de Félix Linares no me gustó nada. Me pareció mezclar churras con merinas, pero, para gustos están los colores. Luego, llegó el documental. Y me removió por dentro.
Recordar que jóvenes de 18, 19, 20 años salieron un día de casa para defender a su país de un golpe militar y jamás volvieron, resultó emocionante. Entrega suprema de compromiso, de amor a Euskadi.
Conocer los testimonios de los vecinos, el horror de la refriega, el temor a las represalias, la dignidad de sus recuerdos, fue toda una emoción. Como lo fue escuchar a los familiares de quienes habían desaparecido de sus vidas en un plumazo, sin que nadie les dijera dónde estaban durante largos años de angustia.
Especial, para mi, fue ver a Jose Mari Otxoa de Txintxetru, con quien tuve la fortuna de compartir , como patrono fundador, los inicios de la Fundación Sabino Arana. Saber, que lo desconocía, que cada año se desplazaba hasta aquellos montes para rendir culto a sus compañeros muertos, fue un descubrimiento de lo grande que era su alma y su espíritu.
Conmovido, sí. Así estoy. De recuperar una memoria histórica que jamás deberemos perder. Porque sin la entrega de aquellos jóvenes hoy seríamos distintos a lo que somos.
Gracias a todos por este documento. A Aitor Esteban, por su tenacidad y su arrojo para buscar y llevar a casa a los gudaris allí enterrados. A Aranzadi, por su labor investigadora sin la que este encuentro no habría sido posible. Y a todos los que han hecho posible que hoy recuperemos parte de nuestras vidas, de nuestra memoria, de nuestro país.
Quienes hoy nos dicen que por encima de todo está la ley, que la democracia y la legitimidad debe encorsetarse a ella, decidles, simplemente, que aquellos hombres enterrados en Ziardamendi, dieron su vida por defender la legalidad, violentada por un golpe militar. "Alzamiento" que algunos aún se esfuerzan en no condenar. Legalidad, legitimidad y libertad, tres ámbitos que siempre deberán conjugarse unidos. Como lo hicieron aquellos jóvenes patriotas que lo dieron todo, hasta su vida, por la libertad bien amada.
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