Los libros de memorias son, por lo general, la ocasión que el autor aprovecha para
ajustar cuentas con quien se cruzó en el
pasado. Las autobiografías suelen ser igualmente autocomplacientes, justificativas de
actitudes controvertidas y exhibidoras de obsesiones escondidas. Son como un vómito intelectual de sensaciones reparadoras del malestar
alimentado durante tiempo y guardado en
lo más profundo de las entrañas de los seres humanos.
De ahí que el género literario despierte morbo y curiosidad
por el gran público, acostumbrado más al espectáculo que a la reflexión, a la
anécdota que al mensaje en sí.
Yo entendí lo que Jose Luis Bilbao quería decir en el
anuncio del fin de su ciclo como Diputado General de Bizkaia. Lo comprendí e incluso agradecí, por
considerar que honraba su carácter
exento de revancha.
En su última alocución ante las Juntas Generales, el
Diputado General de Bizkaia reflexionó
en voz alta sobre el sinsentido de comportamientos que envilecen la política. Bilbao ,
cuya administración ha sido implacable en los supuestos casos de corrupción y
de irregularidad a los que se ha
enfrentado –“se llamen como se llamen”-
se lamentó de que el servicio público se haya visto empañado por quienes
“decían una cosa en privado y la
contraria en público, los que mentían sabiendo que mentían, los que sabían que
nosotros teníamos información que no podíamos utilizar en su contra y jugaban
con ello”.
No han sido pocos
los casos en los que los profesionales de la inspección tributaria y fiscal han
actuado en el ejercicio de sus funciones. Sin impulso político que dirigiera
sus movimientos. Por justicia social y en defensa del bien común. Casos
descubiertos, denunciados y sancionados. Cuyos protagonistas preservan la
condición anónima ante la opinión pública porque la legalidad vigente obliga a
la Administración a garantizarles la protección de sus datos y actuaciones.
Hombres y mujeres conocidos, de toda filiación política, ideológica y social. Que viven una vida normal, aparentando que
nunca han roto un plato. Aunque en su momento hicieran “pagos con fajos de
billetes sin demostrar su origen” o se
hayan visto obligados a “regularizar sus cuentas” –pagar lo que les
correspondía- tras repatriar fortunas de paraísos fiscales opacos y
fraudulentos.
De todo ha habido y
hay en la viña del señor. Y quien la hace, si se le descubre, la paga. Al menos en
Bizkaia. Aunque sus nombres no salgan a la luz porque la ley les protege.
Fariseos que luego dan clases de moralidad y ética a diestro y siniestro.
“Emprendedores” cuyo ejemplo merecería ser arrastrado por las calles de
Euskadi. Columnistas de reputación bipolar. Exigentes en lo público y de laxo
comportamiento en lo privado.
Solo ellos –los afectados-
y los funcionarios que auditaron y sancionaron sus irregularidades, saben a quien se refería Jose Luis Bilbao cuando en
Gernika habló de las miserias humanas
que ha conocido en su dilatada experiencia pública. Y no, no aparecerán en su libro de memorias,
porque su responsabilidad como dirigente público le vincula al secreto en la
información de contribuyentes.
Sus palabras, lejos
de ser entendidas como una reflexión de la condición humana, del comportamiento
falsario de unos cuantos, y de la intemperie en la que vive en soledad el cargo
político –vilipendiado injustamente en muchas ocasiones- fueron tomadas por
determinados periodistas (o así llamados) como un intento de encubrimiento a
prácticas corruptas. Una insidia elevada a titular, a comentario, a editorial.
Y , cuando quien escribe no es capaz , ni tan siquiera de firmar con su propio
nombre, con su auténtica identidad, poca verdad puede aportar a sus lectores.
Calumnia que algo
queda. Miserables.
No puedo ocultar que
me une un gran vínculo con el actual Diputado General de Bizkaia. He trabajado
con él. En su equipo. Durante muchos años. Y le conozco de antiguo. Puedo decir
muchas cosas de su compromiso, de su
vehemencia, de sus principios éticos, de su responsabilidad. Pero, si tengo que
destacar algo de su persona es la integridad.
En estos tiempos que
corren, en los que la sospecha se instala por doquier maliciosamente y sin
contraste o prueba alguna, Jose Luis Bilbao es, para mí, un referente de
honestidad, de honradez y pulcritud. Valores que deben ser inherentes a
cualquier servidor público que se ve en la obligación de gestionar el dinero de
todos los contribuyentes.
Él tiene
interiorizada la idea de que cualquier decisión que adopte en función de su
cargo, por irrelevante que parezca, siempre afecta a las personas. En esa
convicción íntima ha sustentado su dilatada trayectoria. Con muchos aciertos y
también errores, como cualquier ser humano.
Desde que asumiera
su primer mandato, recuerdo su idea de partida; “Menos cemento y más personas”.
Parafraseando a Samuelson, recuperó aquello de “cañones o mantequilla” y, pese
a los quebraderos de cabeza, optó por retirar a la Diputación vizcaina del
proyecto de la torre de Abandoibarra. “No merece la pena gastarse tanto dinero para que los mismos hagamos lo
mismo en una sede nueva”. “Lo que no es urgente y trascendente, se guardará en el cajón, a la espera de
mejores tiempos” –aseguró-. Y tenía
razón.
Suyas son también
otras citas de carácter económico a las que dotó de su perfil social. “Hay que
sembrar para poder luego recoger”. “Crear riqueza para poder distribuirla” o la
más reciente de “Hay que posibilitar pan para hoy, pero también para mañana”.
No ha sido sólo
retórica, sino convicción y ejercicio
práctico. Remangado, cuando era preciso, a pie de obra, “levantando día a día
la persiana”, intentando salvar la actividad económica y el empleo. En la
Papelera, en Mecánica la peña, en
Virtisú, en las cuberteras de Gernika y
en Edesa, donde se sintió engañado por
unos gestores que en veinticuatro horas
echaron por tierra su compromiso de mantener la empresa y los puestos de
trabajo.
Hoy, tras doce años
de Diputado General, Jose Luis Bilbao ha
asumido que su ciclo al frente de la principal institución de Bizkaia ha tocado
a su fin. Cuando, en mayo del próximo año ceda el relevo a su sucesor, habrá
dejado un importantísimo legado, un territorio más moderno y competitivo, y una
sociedad más cohesionada y con mayores
niveles de protección social.
Algunos sólo
recordarán sus polémicas o sus declaraciones más sonoras, fruto siempre de sus fuertes
convicciones, pues siempre ha dicho lo que piensa. Saldrá un día por la puerta
grande del Palacio Foral sin pensión vitalicia ni nada que se le parezca. Si la
legislación no cambia, con una indemnización equivalente a una mensualidad de
su sueldo. Y sin derecho a paro.
Después de haber
tomado decisiones con miles de millones de euros de implicación, saldrá con la
cabeza alta y con el patrimonio que todos conocemos, porque en un gesto de transparencia,
lo ha explicitado ante los cincuenta apoderados
restantes de las Juntas Generales de Bizkaia. Y ante toda la opinión
pública que le podrá aplaudir, criticar o mostrar su indiferencia. Bolsillos de
cristal.
En el anuncio de su salida
afirmó que “soy una persona afortunada porque hay mucha gente que está mucho
peor que yo. También soy una persona afortunada porque no me he enriquecido. Ni
yo ni nadie de mi entorno familiar. Y por ello estoy muy orgulloso.
Todos los que
estamos en lo público –matizó- tenemos
que estar dispuestos a poner en conocimiento de toda la ciudadanía el
patrimonio propio y el de los familiares directos, su origen y evolución, de
una forma clara e indubitada y en cualquier momento. Quien no esté dispuesto a
ello, que se dedique a otra cosa. La regeneración democrática y la recuperación
de la confianza pasa por fortalecer y desarrollar estas actitudes”.
Esa cita no la ha
resaltado nadie. Ni constará en sus memorias, que no escribirá. Ni falta que
hace porque Jose Luis Bilbao tiene aún
mucho que aportar al compromiso que asumiera en aquel verano de 1976 cuando se afiliara al partido Nacionalista
Vasco. El compromiso de construir una patria libre de hombres y mujeres libres.
Jose Luis Bilbao;
eskerrik asko.
Me cae muy bien, una pérdida... Me encanta la gente que se moja, toma partido, e intenta solucionar problemas, aunque se equivoque. Los únicos que no se equivocan son los que no hacen nada pero tampoco aciertan, ni solucionan nada.
ResponderEliminarA mi lo que me fastidia de todo esto, es que haya que dar explicaciones a algo que parece racional. Soy de los que creo que el Diputado General de Bizkaia ha hecho una gran labor para su Territorio y por extensión para todos los demás... pero también creo que todos no tenems tus argumentos y que en esta vida hay que saber guardar las últimas palabra, si má tarde alguien, como en este caso tu Koldo, has tenido que salir. Leemops titulares, pocos ladillos y menos desarrollos. ¡Cómo para pararnos a leer explicaciones!
ResponderEliminarGracias de todas formas... yo era de los que no le comprendí bien.
Coincido de principio a fin con el fondo del comentario.Dicho esto pienso que cuando se lleva un discurso escrito y se pretende,con él,lanzar una idea a quien lo escucha y es imposible ser todo lo explicito que se debiera,se puede,y se debe,buscar y utilizar las palabras,las frases,el texto y el contexto que evite o al menos dificulte al máximo los posteriores y más que previsibles intentos de manipulación.Creo que no fué el caso.El enemigo,sí,sí,el enemigo,es numeroso y fuerte.Por otras razones pero nosotros también.
ResponderEliminarEl más listo gana.Agurrak.