sábado, 26 de julio de 2025

LO QUE EL LORO APRENDIÓ

Llevo unos días mosqueado como un mono. Hará una semana que, al tener las ventanas de mi casa abiertas, escucho con intensidad el ruido de la calle. No hablo del ruido que genera el camión de la basura cuando retira los contenedores , en especial el se destina al reciclaje del vidrio. Ni tan siquiera el sonido ronco de la puerta del garaje cuando se abre o cierra para permitir el paso de algún vehículo en su interior . No.  Se oye a la gente en su vida diaria. Desde el peluquero que barre  el acceso a su barbería a primera hora de la mañana  hasta el “bendito”  ciudadano  “singular” que mientras pasea va saludando a todo el mundo y les  dedica un acentuado “a la paz de Dios. Que seas muy feliz”.  


Otra cosa es en la noche, cuando todos los gatos son pardos y las conversaciones entre trasnochadores parecen producirse en el pasillo de al lado.


Pero no, no es esto lo que me tiene un tanto alterado.  Hay un momento del día que con claridad meridiana  oigo el sollozo desconsolado de un niño o niña de corta edad. Es un llanto que pone los pelos de punta y que conmueve. Parecería que algo grave le estuviera ocurriendo al bebé. Que una dolencia   o algo peor, que  alguien le estuviera sometiendo a un castigo o un maltrato. La verdad es que escuchar llorar a una criatura de manera  continuada y sin consuelo  encoge el alma. Mi desazón ha llegado a ser tal que , ante el prolongado berrinche   he estado tentado de  llamar a la policía municipal  para que interviniera . Pero me he contenido. 


Hace un tiempo , estoy seguro, durante la madrugada, escuchaba rebuznar a un burro. Sí, en el centro de una gran ciudad, el roznido de un asno.  Ocurrió varios días. Y cuando lo puse en conocimiento de mis allegados y amigos, pensaron que estaba loco de atar . Así que con las desconsoladas lágrimas  y gritos del infante , preferí no decir nada.


Sin embargo, ni yo “estaba loco”, ni dormido. Ni lo había soñado. Mi mujer me preguntó, como si no quería la cosa si había escuchado algo parecido a una llorera de un crío. Era cierto. Otros lo habían percibido, así que mi sospecha era cierta; en mis alrededores  había un chaval o chavala protestando y quejándose a pleno pulmón.   


Así que un día que volví a acongojarme ante el desolador lamento, comenté mi zozobra con el frutero que vende su género debajo de mi piso. 

Cuando le pregunté  si él no escuchaba aquel desgarrador llanto  se echó a reír. “¿Niño desamparado?” -señaló con sorna- “Es un loro que imita   un berrinche. Luego silba, simula el cato de un tordo y , al rato vuelve a llorar- Lo trajo un vecino hace dos semanas  y el cabrón de bicho npo calla”, Con la respuesta me fui empequeñeciendo  y diciendo aquello de “tierra trágame”. Un loro! 

Hay que joderse.  Su propietario podía haberle enseñado a repetir otro tipo de sonidos, no a emular a un bebé torturado. 


Lo acontecido estos pasados dias en Azpeitia, con un tumulto de jóvenes asaltando la sede de la policía municipal y posteriormente agrediendo a los ertzainas que habían acudido a socorrer a la guardia urbana , no es un episodio aislado  ni anecdótico que haya ocurrido por generación espontánea. Las explicaciones dadas por el Consejero de Seguridad, Bingen Zupiria, han resultado esclarecedoras para  entender la excepcionalidad de la situación. Y , halagos aparte,  Zupiria, como buen comunicador, se sabe hacer entender como quizá pocos  responsables políticos  hemos conocido. 


En los últimos tiempos estamos  asistiendo a una escalada de acciones que pretenden deslegitimar  la función y el trabajo de la Policía Autónoma . En las fiestas de Beasain, un ertzaina  fuera de servicio fue conminado -por megafonía- a  abandonar el recinto festivo al ser reconocida su  función profesional . 

Más adelante, en la noche de San Juan , incidentes de carácter grave se produjeron en Hernani cuando una multitud, según fuentes municipales, trató de “linchar” a un individuo que se había refugiado en locales de la  policía municipal que trataba de protegerle tras un suceso acaecido en un servicio de hostelería. Solicitada la colaboración de la Ertzainta, pues cerca de 200 personas  trataban de asaltar la sede de la guardia urbana, esta fue recibida con lanzamiento de objetos y violencia , a consecuencia de la cual fue detenido un joven de 17 años acusado de participar en desórdenes públicos.


A mayor abundamiento, el domingo 13 de julio, cuatro ertzainas resultaban heridos en Ordizia tras mediar en una pelea  de madrugada en la que varias personas atacaron a los agentes con una violencia fuera de lo común .


El último caso de enfrentamiento  con los agentes de la autoridad  es el mencionado de Azpeitia donde un grupo numeroso de personas  agredió a miembros de la policía local y Ertzaintza en las dependencias del ayuntamiento  después de que una patrulla identificara a un individuo tras realizar una pintada  en mobiliario urbano contra el los cuerpos policiales. Los reunidos  -una cincuenta personas- reprocharon a la guardia urbana haber colaborado con la Ertzaintza en la identificación  y sanción del  causante de la pintada, agrediendo a varios  funcionarios públicos  a los que , además, sustrajeron  materiales tales como talquisy esposas.    


En este último caso, la reacción generada desde EH Bildu ha sido especialmente significativa. 

Inicialmente fue Arkaitz Rodríguez quien trató de echar tierra encima de lo ocurrido en Azpeitia    olvidándose de las agresiones y tratando de comparar la actitud  punitiva de la Ertzaintza  ante“una pintada con rotulador”  mientras “ nada se decía de un informe de la ONU con 5000 denuncias por tortura”,

 

Sin embargo la reacción más llamativa fue la realizada por la alcaldesa azpeitiarra,  la dirigente de la Izquierda Abertzale, Nagore Alkorta, quien en lugar de  condenar los incidentes y mostrar su apoyo a los agentes -municipales y de la Ertzaintza- agredidos se quejó y responsabilizó del alboroto y de los actos de violencia consecuentes al “despliegue policial” que consideró inadecuado y desproporcionado. 


Alkorta es una de las “caras amables”    de EH Bildu. Vicepresidenta de EUDEL en representación de este partido,  representa una de las “imágenes  blancas” que utiliza la Izquierda Abertzale para "dulcificar” su acerado perfil. Sin embargo, poco a poco, Alkorta ha ido “endureciendo”  su presencia pública. Suyo fue el protagonismo a la hora de negar una importante inversión siderometalúrgica en el municipo que preside,  también cobró protagonismo respecto a las críticas delos parques eólicos  y de energías renovables, o “afiló” la crítica a la reforma fiscal presentada por  nacionalistas y socialistas. Ahora la “angelical” representante de la Izquierda Abertzale ha dejado ver que, pese a representar el papel de una alcaldesa cercana, el guión que ha aprendido no cuenta con  el registro de apoyar a sus funcionarios agredidos -policías locales-, y mucho menos de respetar y  defender  la profesionalidad de servidores públicos que actúan en defensa de la seguridad y la libertad de todos. 


Frente a ese papel democrático de defensa de la seguridad, Alkorta ha preferido  alinearse con quienes  jamás apoyarán una actuación de la Ertzaintza porque , ya se sabe, su “modelo policial es otro”. 


Ahora se entiende cuando Alkorta y otros ediles como ella se negaron a que los nuevos policías municipales  se formaran profesionalmente en la academia de Arkaute . O cuando apostaron porque sus “aguaciles” o  funcionarios locales de seguridad no portaran armas. 


Ese es su modelo. Una policía sin armas. Y si nos descuidamos, sin policías.  El modelo de Arzuaga, de Arkaitz Rodríguez o Pello Otxandiano.

A muchos, y también a vecinos de Nagore Alkorta, nos habría gustado escuchar de sus labios un rechazo  firme y enérgico de quienes se creen  que están por encima del bien y del mal y puede amenazar, coaccionar o agredir  libremente a quienes están para defender  la seguridad y la libertad de todos.


Nos habría gustado que, por una vez, reciclara su discurso y se posicionara del lado de quienes defendemos la legitimidad democrática  y a sus instituciones. Pero, no ha podido ser.  Como al loro de mis desvelos, solo le enseñaron a decir lo que ha dicho, reproducir consignas, complejos, dogmas del pasado. Y lo ha repetido ahora, con acento diferente. Han sido muchos años legitimando a  los agresores como para que ahora se posicionen junto a los agredidos. Una pena. Pero es así. Que no nos engañen.

 

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