Si algo ha dejado claro el fin de semana, en el ambiente
político se supone, es que la espita de la precampaña electoral autonómica está
destapada. Escuchamos ya cuñas radiofónicas
pagadas por el Partido Socialista y Partido Popular y los actos de comunicación se suceden de manera
desmedida. El PP celebró su Congreso vasco en Bilbao con Rajoy validando la
estrategia de Basagoiti de romper el pacto de gobierno con el PSE. Basagoiti,
bajo el palio de los suyos advirtió del riesgo de un nuevo frente nacionalista
entre el PNV y la Izquierda Abertzale, posicionando su partido como única
fórmula que impida la alianza.
El líder popular se despachó a gusto contra su hasta ahora “socio
preferente” y hasta el portavoz en el
Congreso de los Diputados, Alfonso Alonso, dijo que Patxi López tenía “mucha cara”.
Patxi López por su parte
contraprogramó en el Ensanche bilbaíno. La próxima semana lo hará en el
BEC. Y desarrolló su nuevo papel de “superhéroe” vasco contra las reformas
sociales y recortes al autogobierno. Su
mensaje está claro; esconder la debilidad en la que ha quedado su gobierno,
bajo los ropajes de defensor de los servicios públicos, de los derechos de la
ciudadanía y del autogobierno.
Pronto le veremos , nuevamente, con el pin de la ikurriña en
su chaqueta, una enseña que ya utilizó hace cuatro años y que rápidamente envió al cajón del olvido una vez llegado a
Ajuria Enea.
López se presenta así
como la “nueva izquierda vasca” que hace frente a Rajoy, como portavoz y
colaborador de Rubalcaba, y como una alternativa autonomista que haga frente al PNV y a Bildu.
Pero más allá de los ropajes de campaña, Patxi López y el
PSE deberán afrontar con rigor la escuálida desnudez de su gobierno , incapaz
de soportar, ni tan siquiera, una cuestión de confianza. Lo que no resulta desdeñable es la
utilización perversa que están desarrollando del ámbito institucional como una
herramienta básica de propaganda electoral. Hasta el Congreso de la Memoria,
inaugurado hoy mismo, contiene un tufillo partidario que comienza a repugnar.
Vuelvo al inicio de este comentario; las cuñas radiofónicas
y la publicidad ya aparecida. Envueltos en una crisis económica de caballo, con
las negativas repercusiones que ella tiene para toda la ciudadanía, parece
obsceno observar cómo tanto el PSE como el PP gastan recursos en espacios de divulgación de sus respectivas marcas.
Dinero, sí, mucho dinero derrochado con la que está cayendo. Y , sobre todo,
cuando nadie conoce –salvo López- cuándo serán las elecciones, si bien todo
apunta al otoño, lo que nos expresa que tendremos , no minutos de basura, sino
meses de dispendio y de pérdida de
tiempo (llevamos ya tres años de tiempo perdido).
Lo lógico es que, en buena praxis, todos supiéramos ya
cuando será la cita electoral y que quien
nominalmente sustenta el gobierno
determinara el calendario oportuno –disolución del parlamento y fecha de
urnas-. Pero la lógica parece no encontrar sitio en la actividad política de
quienes todo lo utilizan, desde las instituciones, los medios de comunicación
públicos o la publicidad descarada y
pagada.
El PNV, por su parte, tiene toda la maquinaria engrasada
para afrontar, cuando sean , los comicios autonómicos. En breve comenzará el
proceso interno para la configuración de candidaturas de todo tipo – desde la
lehendakaritza hasta los parlamentarios/as-. Tiene fijado asimismo las prioridades
que exige el país y las respuestas que presentará a la ciudadanía. Sin aspavientos ni ropajes o disfraces de conveniencia. La organización tiene cargadas las pilas y
clarificados objetivos. Y nada le va a distraer en su afán por reeditar, con
más ímpetu si cabe, el liderazgo que la sociedad vasca le ha conferido en los
últimos años.
Pero, una cosa tiene clara en esta carrera que se apresta a
iniciar; no participará en el derroche
de medios que algunos han iniciado con obscenidad y alevosía. Es el modelo PNV.
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