He dudado un instante. Responder haría el caldo
gordo a quien vive encantado en la polémica ya que las consecuencias de sus
palabras se las lleva el aire. No hacerlo, podría ser interpretado como un
gesto de indolencia. Al final, no me he podido reprimir. Gorka Maneiro ha
mentido. Sí. Así de directo. Sin calificativos de por medio. Lo siento por
“Vocento” que volverá a determinar que esta respuesta es un “insulto” político.
Y, tampoco.
La dignidad de las personas, de los colectivos, se
trasluce en sus comportamientos –públicos y privados- y cuando alguien falta a
la verdad, con intención aviesa de hacer daño, hay que denunciarlo.
El parlamentario de UPyD Gorka Maneiro ha mentido. Lo ha hecho al decir
que el ex lehendakari Ibarretxe cobra un
sueldo vitalicio de 50.000 euros. No es cierto, y él –Maneiro-, debía de
saberlo. Lo sabe, porque no le ha quedado más remedio que reconocer su error.
Sí, ha rectificado pero sin retirar sus palabras. Cuando el daño estaba hecho. Dije lo mismo en noviembre de 2012 cuando
algún medio de comunicación pretendió vincular al entonces lehendakari , Patxi
López, con un sueldo de por vida idéntico. Falso de toda falsedad. La crítica
política debe estar, siempre, exenta de mentira y respetar –ahora y antes- la
representación institucional del país, porque al fin de cuentas nos representa
a todos, debe ser un elemento central en la actividad política y partidaria.
El caso que hoy nos ocupa viene precedido, además,
de una información previa; la respuesta que el gabinete de Urkullu ha dado a
una información parlamentaria relativa a los gastos imputados al ex lehendakari
Ibarretxe. Con total transparencia, sin cortapisa ni censura, el parlamentario
Maneiro ha dispuesto de las cuentas acumuladas por Juan José Ibarretxe desde
que éste abandonara Ajuria Enea y en
consonancia con la legalidad y el estatus que la Cámara Legislativa vasca aprobó para los ex lehendakaris. En concepto de medios materiales y gasto de la oficina de Ibarretxe ha sido
25.300 euros en cinco años. Todos ellos detallados y justificados hasta el
último céntimo.
Pero eso, a Maneiro le parece una aberración.
Algún medio de comunicación – y empieza a ser
preocupante tal circunstancia- ha vuelto a “hacer la ola” al solitario diputado
vasco de UPyD. El “azote” del Gobierno Urkullu, como lo calificara en una
crónica pasada, está obteniendo una notable rentabilidad pública a sus excesos.
Excesos verbales contra los propios parlamentarios, excesos calificatorios en
sus declaraciones intra o extra muros de la Cámara. Excesos incriminatorios
contra todo y todos. Y , lo más preocupante de todo es que, en ese afán por
disparar hasta que se acaben los múltiples cartuchos que su soledad parlamentaria
le ha premiado (en medios materiales y económicos) , muchos de los grupos de la
oposición , por el simple hecho de apuntarse al jaleo, les ríen las gracias y
se suman a la refriega.
Aquí, parlamentario Maneiro, ha patinado y su
ulterior excusa no le exime de la responsabilidad de su acusación. Ningún
argumento tiene sentido si se ampara en la falsedad. Tolerancia, respeto y reconocimiento del
adversario. Esos son los valores que la gente de a pie confía en sus
dirigentes. Valores que usted no practica, como se puede comprobar, no ya en
los medios de comunicación, sino en los diarios de sesiones del propio
Parlamento
Siga así. Continúe disparando a tirios y troyanos.
Intente emborronar irresponsablemente la honorabilidad de todo el mundo,
porque, a no tardar, encontrará la horma
de su zapato. Y lo hará en su propia casa, donde las aguas tampoco bajan
pacíficas. Más tarde o más temprano, su propia actitud, su cría extensiva de
cuervos, le costará un disgusto en carne propia. Al tiempo.
Tenía dudas de si empezar este artículo por la “boutade”
de Maneiro o por la quema de cinco autobuses en Loiu los pasados días en un
acto que parece responder a un sabotaje
de intencionalidad política. Según diferentes medios, un grupo autodenominado
de “apoyo a los presos vascos” ha reivindicado la acción de violencia contra
varios vehículos estacionados en las cocheras de la empresa “Autobuses de
Lujua”. Poco que decir ante el hecho en sí. Condenarlo sin paliativos y exigir
del conjunto de las formaciones comprometidas con las vías pacíficas y
democráticas, para que se sumen a la
reprobación y a la censura.
Segunda consideración; la reivindicación. Si alguien
piensa que con hechos como éste va a modificar la política penitenciaria del
Gobierno español es que es un inadaptado político. Quien piense que con este
tipo de medidas va a beneficiar la
situación de los presos vascos en su pretensión de aligerar sus penas y
acercarlos a cáceles vascas, que se lo haga mirar. La violencia no sacará a los
presos de las cárceles. Hará que haya más presos y que su reclusión sea más dilatada en el
tiempo.
Tercer apunte; cada acto de violencia, de “kale
borroka” o de “respuesta directa” es una
zancadilla y una bofetada a quienes desde la Izquierda Abertzale están intentando desatascar el ámbito
carcelario y conducirlo a una nueva situación.
Me consta que hay gente trabajando para superar el
actual bloqueo y posibilitar vías que hagan accesible un nuevo escenario de
convivencia y resocialización. Trabajo duro, porque se enfrentan no sólo a la
cerrazón de un gobierno al que la política penitenciaria, tras el cese armado
de ETA, nada le importa , sino a la superación de esquemas colectivos de un
pasado que exigían disciplina y unidad
imposibilitando opciones individuales. Gente que comienza a notar
efectos de fatiga en su empeño y que cada rebrote de violencia les sacude como
una maldición.
Recientemente,
junto a otro compañero del Euzkadi Buru Batzar, recibimos a una
representación del colectivo “Etxerat”,
que engloba a familiares de presos y presas vascos. En el PNV siempre nos
hemos reunido y estado con todos aquellos que nos han pedido un encuentro.
Desde delegados del EPPK, a los antiguos
portavoces de “Herrira”, “Harrera”, el grupo de “Iheslariak”, etc.
En determinados ámbitos comenzamos a observar
efectos de cansancio. Y no es para menos. Los familiares, por centrarme en los
últimos con los que nos hemos visto, tienen razón en exigir para ellos una
política de respeto a los derechos humanos. Ellos no están condenados
judicialmente porque ningún delito han cometido. Pero el Estado, con su
política de alejamiento de la población reclusa, les somete a una tortuosa
peregrinación si quieren tener contacto afectivo con sus familiares presos.
Alejamiento que supone tránsitos interminables, accidentes, fallecimientos,
vejaciones e impotencias que alimentan el odio, el rencor y la radicalidad.
Condenados, simplemente por lazos de parentesco.
La palabra “dispersión” jamás aparece en un diccionario
como sinónimo de “alejamiento”. Fue una decisión de “castigo” la que unió ambas
acepciones en la historia penitenciaria de los condenados por terrorismo. Una
medida excepcional que no casaba con el precepto constitucional de que “las
penas privativas de libertad deben orientarse hacia la reeducación y
resocialización de las personas presas” Una medida extraordinaria o extralegal
que .debería haber cesado en el mismo momento en el que el terrorismo
anunció su fin. O con anterioridad, por pura aplicación de los derechos
humanos.
Nos queda mucho camino aún que recorrer
en la consecución de la paz y la convivencia. Paz no es solamente ausencia de
violencia. Es la construcción de lazos de humanidad, de establecimiento de
derechos universales que sistemáticamente se han visto vulnerados,
principalmente por la existencia de una violencia terrorista, pero también por
la respuesta de un Estado de derecho que en ocasiones se ha convertido en
Estado de desecho.
El PNV está dispuesto a acompañar a
todos en ese camino. Desde la ponencia parlamentaria que algunos han dejado en
barbecho hasta en el plan de paz y convivencia abierto a la colaboración por el
Gobierno vasco. En foros institucionales y en ámbitos privados. Sí, estamos
dispuestos a seguir avanzando, y a dar más pasos.
Quemar autobuses, rehabilitar la fuerza
y la coacción no es la fórmula. Es exactamente lo contrario a lo que debemos
hacer. Espero que quienes se sienten más íntimamente afectados por esta
situación reaccionen y corten de raíz con un brote violento que , de continuar,
pondrá las cosas aún más difíciles de lo que ya están.
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