sábado, 28 de julio de 2018

"HISTÓRICO"


Pensaba yo que la Izquierda Abertzale había aprendido del pasado que la estrategia de emponzoñar al adversario no les resultaba rentable. Pero me equivoqué una vez más.

Creía  que cuando “tendían la mano” al PNV para colaboraciones futuras  lo hacían convencidos de que el tiempo de las descalificaciones había pasado. Que eso de “construir” país conjuntamente  comenzaba  por tejer vínculos de confianza  y de respeto mutuos. Estaba persuadido de que Otegi y compañía habían asimilado que las campañas indiscriminadas de  denuncia pública, de asimilar a la militancia del PNV  con la corrupción o los chanchullos,  lejos de no haber mermado la imagen pública de los jeltzales  les había mantenido unidos. Y que además,  tales ataques injuriosos y nocivos para la convivencia habían provocado un sentimiento  de enemistad y distanciamiento  entre las bases nacionalistas y la Izquierda Abertzale.

Sí, yo en mi inocencia, creí que todo esto se había superado. Pero no.  En la medida que nos acercamos a la fecha de las próximas elecciones municipales, forales y europeas, la formación EH Bildu retoma los pasos  de la estrategia  llevada a cabo hace exactamente cuatro años; acoso, denuncia y difamación  contra el PNV.

No tenemos para olvidar  las gravísimas acusaciones  vertidas  hace cuatro años  contra personas  que la justicia  exoneró de cualquier tacha pero que cargaron con amargura con la difamación pública gratuita de portavoces  significados de EH Bildu. Alcaldes y concejales, cargos  institucionales o simples militantes acusados de todo tipo de tropelías; desde el cohecho al tráfico de influencias, pasando por el nepotismo, la malversación de caudales  o la falsificación documental. Víctimas de unas mentiras que pretendían derribar el mito de que el PNV era sinónimo de “buena gestión”. Había que acabar con ese principio. Horadar la buena imagen del PNV. Mellar su credibilidad ante la ciudadanía. Sin escatimar calificativos.

Pese a lo pertinaz de sus embates, no consiguieron su objetivo. Al contrario. El electorado vasco revalidó su confianza con los nacionalistas  y les hizo ostentar la mayor representación institucional de los últimos tiempos.  Mientras, la Izquierda Abertzale  se atascaba. Comenzaba a perder fuelle por su “izquierda” y daba síntomas evidentes de agotamiento.

Decían que Otegi, - el “Obama blanco”- tras su salida de la cárcel, sería el catalizador que les “resucitaría”.  Y aquí estamos. En un punto de partida similar. Sin resurrección ni catarsis. Sin renovación y, probablemente, también sin futuro.

Han vuelto a las andadas. Ahora es el Tren de Alta Velocidad, la incineradora, y, cómo no, la OPE de Osakidetza.

Tenemos a un bombero parlamentario prodigado en denunciar las “mentiras” de la consejera Tapia en relación al tren de alta velocidad. Lo del TAV es como lo de las basuras de Gipuzkoa, un fetiche al que se aferran  inconscientemente, haciendo de su oposición una especie de  seudo-religión aparentemente ecologista que nadie entiende. Porque se hay un medio de transporte limpio, sostenible y con futuro, ese es el ferrocarril.

Mira que somos  contradictorios; todo el mundo protesta para que la alta velocidad ferroviaria llegue a sus territorios, mientras que aquí  la gente se moviliza por todo lo contrario.

A veces me dan ganas de emprender una iniciativa que lleve a que los detractores de esta infraestructura  se identifiquen  y firmen un compromiso por el cual renuncien vitaliciamente a su utilización personal una vez el tren entre en servicio.  Sería lo lógico y coherente. Pero, por la misma regla de tres, habría que haber hecho lo mismo en la autovía de Leizaran  u otros muchos proyectos  que contaron con su cerril oposición, aunque ahora se beneficien de ellos.

Otero, que así se llama el parlamentario de EH Bildu,  no tiene empacho en hablar de “despilfarro”, de “daño irreparable al entorno” y anuncia propagar sus denuncias al conjunto de los municipios a través de mociones en las instituciones. Se anuncia, por lo tanto, “epidemia” de protestas.

En paralelo, en Bizkaia, la izquierda patriótica, de la mano de la juntera Onintze Oleaga ha retomado la presión contra  determinados ayuntamientos. “EH Bildu lleva mucho tiempo advirtiendo de que el modelo de gestión de algunos miembros de este partido (PNV)  es contrario a los intereses de la ciudadanía y en algunos casos también delictivo. Y cada vez hay más ejemplos: Bakio, Karrantza, Barrika, Alonsotegi, Berriz, Erandio...”

Es como si la corneta  hubiera marcado el tiempo de combate  y, los más meritorios han arreciado en tromba, para cumplimentar el mandato.

 

En el Parlamento Vasco, una especialista en este tipo de desafíos,  Larraitz Ugarte, pactó en su día con “Podemos” y el PP (para eso no hay complejos) la constitución de una comisión de investigación  en relación a los comedores escolares. La ex portavoz de Martin Garitano se reservó la presidencia de tal instrumento y, aunque desde la Autoridad Vasca de la Competencia ya se exoneró al Gobierno vasco de responsabilidad en las presuntas irregularidades observadas en las empresas de catering,  veremos  las “sui generis” conclusiones que promoverá al cierre de la investigación.

 

En relación a la OPE de Osakidetza, la actitud de EH Bildu no tiene más explicación que la frivolidad.

 

Sin aguardar el resultado de las pesquisas judiciales en marcha, sin  atender a ninguna  de las consideraciones presentadas por el consejero Darpón en una modélica, larga y transparente comparecencia parlamentaria, y pese al compromiso previo de este grupo de trabajar conjuntamente en la búsqueda opciones de mejora en las convocatorias  públicas de empleo, con inusitada  rapidez el grupo de coordina Urruzuno  presentaba en el registro de la cámara de Gasteiz la petición de creación de una comisión de investigación.  

 

Como si de una competición se tratara y para adelantarse a lo que pudiera hacer  Elkarrekin Podemos, “comisión de investigación” al canto. Tribunales revolucionarios para saciar la sed de castigo “que se merece el PNV”.  Más madera.

Les falta un paso más; pedir la dimisión del consejero. (Eso ya lo ha hecho un emergente sindicalista que parece meritar a sustituir a Txiki). ¿Con qué pruebas? ¿Con qué certezas? ¿Con qué contraste?

 

No será ésta la última iniciativa en este proceso de confrontación abierto.  Veremos cómo surgen denuncias de “escándalos”  que al amparo de la publicidad pretenden incendiar  los prolegómenos de las próximas elecciones.

 

Vista toda esta ofensiva contra los nacionalistas, ¿dónde queda  aquella pomposa declaración de Arnaldo Otegi  que hablaba de “acuerdo histórico” con el PNV? ¿Dónde queda la bienintencionada afirmación de que la sintonía con los jeltzales en materia de autogobierno  “es un buen precedente para que nuevos acuerdos sean posibles en el futuro, poniendo siempre los intereses de la gente por encima de los intereses de cada una de las formaciones políticas”? ¿Dónde queda la palabra de Arnaldo Otegi? ¿Dónde su compromiso de “no dejar pasar esta ventana de oportunidad”? ¿Cómo fiarnos de las intenciones de quienes buscan tu destrucción y utilizan cualquier pretexto para  lograrlo?

 

Me temo que el “buen rollo”, si es que alguna vez ha existido, se ha acabado.  

Para quienes creemos que algún día  debe llegar el momento de que las formaciones abertzales de este país  colaboren entre sí, la posición de EH Bildu es desmotivadora.  Una asignatura pendiente.

 

La denominada “Izquierda independentista” sigue sin madurar en política.  No entiende  otra forma de competencia entre distintos que el aplastamiento. No sabe dialogar. Sólo hacer valer sus opiniones. Aunque sea  a martillazos. No han aprendido nada. Tuvieron la opción de gobernar, porque la ciudadanía así lo determinó y su soberbia  revolucionaria les condijo nuevamente a la oposición.

 

De seguir por los actuales derroteros, allí van a seguir muchos años.  Porque aunque pretenden –legítimamente- liderar el país, son incapaces de ofrecer  nada en positivo. Ni tan siquiera confianza. Una pena. Un fracaso.

 

Mientras tanto, al PNV le toca seguir adelante. 123 años ya  de contraste diario con la realidad vasca. Aguantando “carros y carretas”.

Arnaldo; Eso sí que es “histórico”.

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