sábado, 14 de julio de 2018

LA “CALOR” Y LAS MOSCAS


No podemos estar satisfechos nunca. Si llueve mucho, porque nos sale musgo en la piel. Si hace calor, porque se nos derrite la sesera. Pasamos de un extremo al otro sin solución de continuidad. Somos contradictorios patológicos. Ahora es el bochorno el que se lleva  todos los reproches. Y yo me pregunto, ¿en verano qué temperatura va a hacer? ¡Calor! Por supuesto.  Lo anómalo sería lo contrario. 

De altas temperaturas y de tormentas  hablaba  el pasado fin de semana con un amigo.  El encuadre era maravilloso. Perfecto. A la sombra. Junto a una piscina. En una terracita. Con dos cervezas y unas olivas. El paraíso. Hasta que ocurrió. Un pinchazo en el brazo.  “Un tábano” –pensé- e inmediatamente lancé un manotazo. No. No era un tábano. Era otro tipo de insecto que el muy cabrón seguía allí pegado a la carne como si nada. No era una garrapata  pero se aferraba como tal a mi extremidad. Me costó desprenderla de la presa  y comprobé entonces cual era mi ignorancia. “Es una mosca” –señaló mi amigo-. ¿Una mosca tan voraz y picajosa?

“Si, es una mosca perrera” sentenció mi acompañante. Él es un hombre curtido en el campo, con grandes conocimientos  naturalísticos, propios de quienes  han desarrollado una notable sabiduría  gracias a su experiencia vital.  “Se trata –continuó su explicación- de un bicho que parasita en los caballos  o en los grandes mamíferos. No vuela permanentemente y se alimenta de sangre y prolifera en tiempo de calor, como ahora”.

¿Mosca perrera?  Nunca había oído el nombre de tal especie pero, después del picotazo, no se me olvidará fácilmente aquella clasificación. A buen seguro el animalito volador es pariente cercano de otro que prácticamente todos conocemos; la “mosca cojonera”.


Este insecto se prodiga tanto en invierno como en verano y si bien no muerde,  su impertinente presencia hace estragos en la paciencia del personal. Un híbrido entre la “mosca perrera” y la “cojonera” sería una amenaza para la humanidad.

Desconozco a qué especie representa Pablo Casado  pero su comportamiento reciente  me hace sospechar  que él es más bien tábano, por no decir “vespa velutina”  o avispón. Es decir, que se hace sentir. Su zumbido es fácil de seguir. Cree que  con el dogmatismo ha encontrado la llave que le hará ganar la carrera a la presidencia del PP y está explotando al máximo  el papel de derecha radical. Como Aznar pero sin bigote.

Casado quiere hacerse con la simpatía de una militancia que pide “caña”. De ahí su  opción de “leña al mono”. El riesgo que corre es recalentarse  y eso, con estas temperaturas estivales,  le puede  desfondar. Pasarse de rosca.

Vino hasta Iruña, en plenos sanfermines, a buscarse abucheos. Y a punto estuvo, en su arriesgada estrategia de provocación, de llevarse algo más de la capital navarra.  Afortunadamente su bravata terminó sin pasar a mayores, aunque el “master” en convalidación  pretendiera sacar provecho en los platós televisivos de su “hazaña” pamplonesa  de donde “salió vivo de milagro”. Maquiavelo.  Ser víctima siempre arrastra apoyos. Los necesitaba para ganarse la simpatía de los más ultras. Para ello  recuperó a María San Gil. Le ha faltado Mayor Oreja pero aún le queda tiempo para escorarse aún más hacia la derecha.

En ese revoloteo “tocapelotas” rescató algo más. Su amenaza pasada de “ilegalizar con la ley de partidos a los independentistas”.

Rivera ya había pedido elevar el porcentaje de voto para ostentar representación parlamentaria en Madrid o, lo que es lo mismo, borrar del mapa político a los nacionalistas vascos y catalanes. Ahora es el  candidato “refundador” del PP quien hace votos por ilegalizarlos directamente. Si Casado gana en el PP, el tándem de la derechona estará completo; Roberto Alcázar y Pablín.

No sé si será el calor, si el climatizador se ha estropeado o hay otra razón, pero tras un inconfundible hedor han comenzado a aparecer  moscas de todo tipo. Moscas verdes, negras o marrones que auguran la presencia en el ambiente de una gran porquería. El indicio más claro de la existencia de basura en descomposición ha sido la publicación en dos medios digitales –los dirigidos por los inefables Pedrojota e Inda-  de unas conversaciones grabadas a la “amiga entrañable del rey emérito”, Corinna zu Sayn-Wittgenstein.

En las informaciones filtradas a ambos medios digitales se afirma que el monarca español había escondido una parte de su patrimonio (propiedades en Marruecos) utilizando el nombre de su amiga. Señalan asimismo que Juan Carlos I cobró comisiones millonarias de la construcción de una línea del AVE a la Meca y que además posee cuentas bancarias en Suiza con fondos  que figuran a nombre de Álvaro de Orleans-Borbón, familiar del monarca.

Estas gravísimas acusaciones que certificarían la inveterada sospecha de corrupción que siempre ha acompañado al ex jefe del Estado español, han visto la luz  no por un afán de investigación periodística, sino por la venganza de un oscuro agente policial, el ex comisario Villarejo, en prisión desde noviembre del pasado año acusado de cohecho, blanqueo de capitales y pertenencia a organización criminal.

Villarejo es fiel guardián de las cloacas del Estado. Su nombre se ha asociado a una supuesta “brigada policial patriótica”, una “policía política”  involucrada en múltiples aspectos negros de la actualidad española.  Responsabilidad de estas “moscas de la inmundicia”  fue, entre otros casos, el llevado contra el procés catalán.  El seguimiento, escucha y fabricación de pruebas  que posteriormente  eran blanqueadas contra dirigentes independentistas. La acusación gratuita de cohecho contra representantes institucionales (Mas, Trias…). Secretos inconfesables urdidos  desde la impunidad de unos aparatos del estado corruptos e incontrolados. Capaces de enfrentarse al propio CNI o de grabar  subrepticiamente al mismísimo ministro de interior.

Ahora, al sentirse amenazados,  estos moscones infectos han decidido soltar lastre a modo de amenaza defensiva. Y así han  surgido los relatos de Corinna y los chanchullos del rey “emérito”.

Todo este efecto de suciedad precipitada en estos días  deberá tener su tratamiento específico. Los “intrépidos periodistas”, receptores y propagadores  compulsivos de la basura,  tienen que ser desenmascarados por una profesión  -la periodística- que se merece  mayor respeto y reconocimiento a sus principios deontológicos.  Las “moscas fecales”,  los “agentes de la ilegalidad” que prostituyen el estado de derecho, deberán ser neutralizados por un insecticida depurativo. Democracia y justicia contra los manipuladores,  conspiradores y  agentes “político-sociales”.

 

 Y, finalmente,  el  “primero” de los Juan Carlos deberá demostrar que aquella afirmación hecha por él mismo -“la justicia es igual para todos”- no es un sofisma. Que las autoridades democráticas articulen una investigación creíble y transparente para determinar si los indicios hoy apuntados tienen base o no para ser juzgados. Y desde la presunción de inocencia, principio aplicable a cualquier persona,  determinar si el comportamiento de Juan Carlos de Borbón se ha mantenido en ámbitos de legalidad o si por el contrario ha respondido a un funcionamiento sátrapa.

Es lo que tiene “la calor”.  Que proliferan las moscas de todo tipo. Moscas de la basura,    “perreras”, “cojoneras” y  tábanos. Vaya veranito nos espera.  

 

 

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