AVERGONZADO

 Estoy avergonzado. No como futbolero, que lo soy, sino como infantería de la gente corriente de este país que nos hemos sentido humillados por el comportamiento de centenares ( miles diria yo) de imbeciles que por encima de sentimientos, de humanidad, de respeto a la mínima seguridad de las personas, salieron a las calles de Euskadi -me da igual de Bilbao o Donostia- para hacer valer su estupidez individual, su libre albedrío de gilipollas indomitos contraviniendo  cualquier norma de sentido común que nos recomendara no bajar la guardia ante la pandemia. Me avergüenzo, si, de observar como una parte de nuestra juventud, que se siente legitimada para hacer lo que quiera sin exigencias ni compromisos que les ate a una sociedad de la que se benefician de sus prestaciones, solo piensa y actúa mirándose al ombligo. Que hijos/as hemos educado? Qué valores les hemos inculcado?

Me avergüenzo, si, de quienes utilizaron unos colores, una tradición, un equipo , para justificar su comportamiento de  inadaptados sociales que se merecen nuestro mayor desprecio y la llamada de atención de sus progenitores o tutores.

Por cierto, eche de menos, durante los gravísimos incidentes de Bilbao, que el presidente del Athletic club  bajara de la nube del Parnaso donde habitualmente vive para reclamar de la chusma que decía defender a sus colores que abandonara las calles y se recluyera en los hogares. Él tenía autoridad moral para exigir a los athletizales responsabilidad. Elizegi eludió tal responsabilidad. Quizás prefiera no mojarse. Para qué enfrentarse a quienes más pueden chillar en su pretendida grada de animacion? 

Esto no tiene nada que ver con el deporte, ni con el futbol . Zorionak Erreala! Ganó la copa quien mas goles y mejor supo leer la contienda futbolistica . 

Esto tiene que ver con la convivencia. Con el respeto democrático. Con el bien común. Con la sociedad solidaria que un puñado de imbeciles desautoriza por impulsos  que, al parecer, nos representan a todos. También quienes justificaron el terrorismo  enmascararon su  sectarismo bajo premisas legítimamente reivindicativas. 

Avergonzado. Y cabreado