sábado, 24 de junio de 2023

BERNAOLA, LO AUTÉNTICO SIEMPRE

Llamaba la atención el otro día, la puesta en escena que el Partido Popular desarrollaba en Madrid para incentivar el apoyo del electorado en las próximas elecciones generales. El PP quería salirse del canon de imagen que tenía acuñado, y con más razón aún por el marco de recomposición  de la gran derecha española  que sus pactos con los tardofranquistas de VOX empezaban a dibujar.

No sé si por inteligencia artificial o por realidad aumentada, el PP presentaba a su portavoz, Borja Sémper en medio de la arena de una playa  abarrotada de sombrillas azules y con el horizonte de un mar calmado  y despejado. Los populares, echando mano a la creatividad, prometían a los electores un “Verano azul” utilizando como reclamo para su puesta en escena la música de la serie televisiva dirigida por Antonio Mercero.

La realidad  de aquella imagen era un trampantojo. Ni era una playa, ni había mar, ni el azul  era auténtico. Todo  el cuadro fue producto de la tecnología y de la interpretación.  

La “ocurrencia” tuvo su respuesta inmediata en redes sociales. Los socialistas  contraprogramaron  la escena playera con una instantánea de Núñez Feijóo en la cubierta de un yate junto a un conocido narcotraficante. Y como alternativa más  “suave” al montaje playero madrileño un eslogan  anónimo que pedía “que te vote Chanquete”.  Acción, reacción, contestación.

Empieza a ser una obsesión pero no hay medio de comunicación ni programación  audiovisual que no  nos bombardee con las dos candidaturas que, aparentemente, se disputan el gobierno en España. Es  de traca. Muévase donde se quiera el dial, o hágase zapping de canal a canal y encontraremos a los primeros espadas  del socialismo y el populismo español  y a sus  derivas  tácticas  de campañas  polarizadas. Unos acusando a los otros de  rendirse a los ultras  y los otros sacudiendo a los unos por su alianza con los independentistas, los comunistas y los enemigos de España. Y aquí un primer apunte de observador electoral; alguien está midiendo mal  su mensaje  de tratar de  infundir miedo  ante la futura presencia de la extrema derecha en la política  española.

En primer lugar, porque la amenaza de “que viene el lobo” que genera ya temor. El lobo lleva ya tiempo entre nosotros, lo han acomodado las políticas líquidas de unos y otros y le han dado terreno de juego. Por lo tanto, VOX o el lobo “feroz” ya no suscita tanto miedo como debiera provocar su amenazadora alternativa.

En segundo término, agitar  la desconfianza y el temor del electorado a una alianza de las derechas –la popular y la populista- no hace que el potencial votante  del PP  reflexione y elimine su apoyo a los de Génova. Al contrario, los votantes españoles de cnetro derecha que no quiera saber nada de Abascal, votarán más que nunca a Feijóo, convertido  en “voto útil”  para desarmar a los extremos tardofranquistas.

Es decir que quien juega con el “voto del miedo” probablemente  estará alimentando “el voto útil” del PP. Todo un destinto  en grado de estupidez  estratégica.

Sea como fuere, si las tornas no cambian y alguien  rectifique, toda la pugna mediática por la que estaremos asediados de aquí al 23 de julio  terminará igual, con la acusación de  quienes han cedido ante los negacionistas de la violencia de género y practican la xenofobia o con la catarsis  de la abolición del régimen “sanchista”  y las  leyes que en este pasado inmediato se han aprobado por el “gobierno Frankenstein”.

Tenemos y tendremos a Sánchez y a Feijóo  hasta en la sopa. En el hormiguero,  con Wyoming… Falta la carta de ajuste.  También los medios de comunicación públicos vascos  se han contagiado  de este abuso polarizado  y están convirtiendo  la actualidad política en  el relato de una pugna española para acceder a la Moncloa. Con los aditivos de sumar, vox y  las variantes  que unos y otros desarrollan.  Es, de verdad, de jurar en arameo.  Si no teníamos suficiente con la dinámica  seguidista de la actualidad a través de los perfiles que  a diario publicaba Vocento, ahora  se ha terminado por españolizar, con la mayor naturalidad del mundo, la agenda política. Inaudito. Ahasta ahora, padecíamos  la ausencia del gentilicio de los ejecutivos gobernantes. “El gobierno” por aquí, “el gobierno “ por allí. Sin identificar  que el pretendido gabinete  era el “español”  por lo que alguien podía identificar que todo el monte era orégano.  Ahora el criterio se ha expandido al conjunto de la información política. “Ancha es Castilla”. No hay ni criterio propio,  ni calendario de eventos de país.

Competir  así en unas elecciones resulta imposible. Mientras al votante se le bombardea  con propuestas/disyuntiva y se minimiza la presencia de  otras alternativas, se promueve una disputa desigual. Aunque en un primer vistazo el ojo no distinga  el sesgo provocado por una información de sirimiri permanente, difícil de apreciar pero que cala  quizá con más intensidad que un chaparrón.

El hándicap del resto de opciones  difícilmente podrá ser subsanado  por su esfuerzo  para hacer llegar el mensaje. Pero sin altavoces, su propuesta no se escucha y romper ese monopolio  de tiempo informativo y de pantalla va a resultar imposible. 

Con el viento en contra, queda la alternativa de agudizar el ingenio para que el acento que cada cual quiera subrayar se escuche y sea entendido.  La izquierda independentista, que desborda entusiasmo en sus apariciones públicas  como consecuencia de los resultados obtenidos en la pasada cita municipal y foral, pretende representar el papel  de barrera “antifascista”.  Los de Otegi –como los demás- saben  que si la derecha llega al poder en España, muchas  cosas pueden cambiar  (a peor). Especialmente preocupante para ellos  es que una mayoría  conservadora y ultra en la Moncloa podría tener la tentación de revertir muchos de los pasos acometidos  en materia de política penitenciaria, la auténtica clave que ha posibilitado  el foribundo apoyo de EH Bildu al ejecutivo sanchista.

El problema  que puede tener EH Bildu a la hora de identificar su  candidatura y su programa estriba en que, resacosos aún de su acierto municipal y foral  se pasen de frenada y pretendan  abarcar más en su papel de “oposición antifascista”  disfrazándose de superhéroes de Marwel  incluyendo al PNV entre sus objetivos  a batir. Sería un grave error por su parte  abrir el horizonte de “adversarios”  a combatir  pues la actual contienda nada tiene que ver  con rivalidades con los nacionalistas , que dicho sea de paso, son quienes  con más pasión e ímpetu han trazado durante la pasada legislatura  el “cordón sanitario” a los de Abascal . Basta recordar las sonadas intervenciones  de Aitor Esteban a las mociones de censura presentadas por VOX o la “cobra” televisiva provocada a Espinosa de  los Monteros tras un tenso debate.

El PNV, a pesar de haber recibido un primer zarpazo de la Izquierda Abertzale en su  arranque material de campaña, incluyendo a los jeltzales entre el colectivo “fascista”,  no va a caer en el error de polemizar ni un segundo con EH Bildu. Los riesgos para Euskadi están en Madrid, no aquí.

Lo importante para los de Sabin Etxea  se juega  en Madrid, fuera de casa y será allí  donde centrará su  atención. Su objetivo es seguir manteniendo un equipo, un grupo, capaz de defender los intereses de los vascos y las vascas. Un equipo a modo de primera línea de defensa del autogobierno vasco. Un grupo que resulte influyente. Que mantenga  seriamente la imagen de Euskadi, como lo ha hecho ya en más de cien años  en las Cortes Generales.  A primeros del siglo pasado reivindicando la reintegración foral plena. Y ahora, en el mismo sentido, exigiendo el reconocimiento nacional de Euskadi. Un grupo con voz propia, sin ser muleta de nadie y sin más ambición de poder que la de prosperar en Euskadi.   


Borja Sémper invitó a los electores a “silbar” la canción de “Verano azul”  en su trampantojo  madrileño.  Esa música la escribió un genio de nuestro país; Carmelo Bernaola.  Y a Carmelo, al que tuve el honor de conocer en su última etapa, no creo que le gustara demasiado  el truco visual de una playa de mentiras en Madrid. Él era un hombre de autenticidad. De su Otxandio natal. De los hayedos de Oleta y Mekoleta. De los paseos por el “limitado”. De las patatas en salsa verde que el preparaba Maria Jesús  en su restaurante de la plaza. De aquellos bollos de cebolla caramelizada que devoraba con pasión.  De los sorbos de agua ferruginosa de la fuente de Vulcano. Del Athletic, de su himno , “arreglado” junto a Antton Zubikarai.  

Entre lo artificial de Sémper y la música de “Verano azul”, me quedo con Bernaola. Lo auténtico siempre.

 

1 comentario:

  1. Aitor Esteban tiene fama de ser un gran orador, en el Parlamento de Madrid. El mejor. Posiblemente todo sea propaganda. Yo me quedo con Oscar Matute o con Rufian, que hablan de cosas concretas, mientras que Esteban se dedica a cumplir con su papel de "gran orador" que no dice nada. Lo de la mosca cojonera tendrá su porqué

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