sábado, 22 de julio de 2023

MANCA FINEZZA

No se ponen de acuerdo las hemerotecas a la hora de determinar quien fue el primero en afirmar el aserto que hoy  da título a este comentario. Sin embargo, todos coinciden en relacionarlo con dos ex presidentes democristianos de la república italiana. Por un lado Amintore Fanfani y por otro Giulio Andreotti.

La expresión en cuestión es “manca finezza” y viene a significar, vinculada a la política, una ausencia de finura, de comportamiento inteligente, sutiliza en el trato, elegancia en la expresión, discreción y, sobre todo, sentido de la oportunidad  y educación.

 

Ambos dirigentes italianos expresaron  su opinión de “manca finezza”  dirigida a España. Andreotti pronunció esa máxima en su primera visita a Madrid durante la transición. Cuestionado por los periodistas sobre la situación política española, el entonces jefe de gobierno italiano  respondió con su astucia característica; “Manca finezza!”

 

Fanfani tuvo la misma respuesta cuando el año 1978 recibió en el Quirinal a Felipe González. El legendario “condottiero” de la política italiana encontró a un aspirante español de traje de pana, camisa a cuadros sin corbata y una cabellera de aceitunero altivo. Un líder en ciernes   cuya imagen  chirriaba frente al estilismo  romano. Aquellos dirigentes  crecidos en la democracia cristiana  como poder emergente de una Italia postfascista y como antítesis del comunismo, echaban en falta de los españoles la “finezza” necesaria para el cambio

 

Más tarde, los acontecimientos y la historia pusieron también en su sitio a los expresivos italianos, cuya imagen de pulcritud  fue  borrada de un plumazo  con la crisis de “manos limpias”, “tangentópolis”, las conexiones con la mafia y la corrupción generalizada. Así, al país  de la elegancia de Brunelleschi, el ingenio de Leonardo  o la sensibilidad de Puccini, llegarían la vulgaridad de las mamachicho o  el “bunga-bunga” con personajes tan patéticos como “Il Cavaliere”, Beppe Grillo, Mateo Salvini o la actual primera ministra Meloni. “Finezza “ no. Lo siguiente.

 

En España, pese a que sus dirigentes sustituyeron el traje de pana por el de alpaca, combinaron las corbatas  con el color de sus ojos o abotonaron sus camisas con gemelos brillantes, se olvidaron totalmente de la sutileza y la mesura en las palabras de sus partidos.

 

No, no ha sido la “finezza” el valor que ha caracterizado  la acción política en el Estado. Sobre todo, de un tiempo a esta parte, desde que apareciera en escena VOX  y su retórica  de Mario Puzo  en “El último Don”. Todo parece limitarse a una lucha sin cuartel por el poder. Con silencios  cómplices como la Omertá. Pero también  con ataques y refriegas  indisimuladas en las que el castigo es público y reivindicativo – como la “confirmación” mafiosa de la novela –o el  juego sucio se oculta  y solapa para dar apariencia de que la víctima ha sufrido un accidente – lo que Puzo  denomina como una acción de “comunión”-.

 

La campaña  que nos ha precedido, ha tenido tintes de  trama de los “Clericuzio” . Mucho juego subterráneo, mentira, desinformación, crispación, polarización, amenaza. Y muy poca propuesta, empatía, diálogo o negociación.    

La experiencia ha resultado poco edificante. A la extraña temporalidad para la celebración de un proceso electoral, se le ha sumado  ese clima insoportable de “OK corral”. Duelo al sol y sin reglas de juego.  Consignas y medias verdades  para sacudir  mamporros al adversario. Ocurrencias e invenciones para alentar pasiones ocultas. Odios compulsivos, faltas de respeto, desinformaciones. Mentiras. Piadosas y malintencionadas. Burdas  o creíbles. Política de brocha gorda. Sin matices. Maniquea. De buenos y malos. Malísimos.

 

En ese ambiente en el que se ha reclamado la respuesta emocional de la ciudadanía, poco espacio ha quedado para la racionalidad, la exposición propositiva  o la matización. Pretender en un debate  explicar  la necesidad de compatibilizar, por ejemplo, la transición energética con el mantenimiento  de los puestos de trabajo existentes, ha sido propósito de misión imposible. La brocha gorda  achicaba el espacio. Una idea, una consigna incontestable y “buenoide” –luchar contra el cambio climático- , desbarataba cualquier intención de explicar  la complejidad de un proceso  de cambio que no podrá darse de la noche a la mañana y que pondrá en riesgo  la estabilidad  de sectores productivos  básicos de notable impacto en el sostenimiento del empleo.

 

Intentar explicar  algo tan relevante como esto en el fragor de un debate multipartito ha supuesto la etiqueta gratuita  de defender los intereses económicos “del oligopolio eléctrico” o de optar a “las puertas giratorias” de las multinacionales energéticas. Es decir, recibir una coz de los dogmáticos que comunican  relinchando.

El escaparate ha rebosado simpleza. “Conmigo? O contra mí?”. Insultos; “Fatxa!” “Filoterrorista!”. Amenazas, advertencias, descrédito, desprestigio. Y ocurrencias como la de prometer que se prohibirá votar durante los meses de verano. Insólito.

Ya lo dijo Machado en sus proverbios y cantares  de “Campos de Castilla”: “De diez cabezas, nueve  embisten y una piensa. Nunca extrañéis que un bruto se descuerne luchando por una idea”.  Manca finezza!

La campaña ha sido para olvidar y en ella, los nacionalistas vascos nos hemos sentido  desplazados. Desalojados de los debates. Apartados de los grandes medios y de sus dinámicas polarizadoras. Ausentes de una pugna en la que parece solo competían  los “poderosos”.

Los esfuerzos por dejase oír han sido ímprobos. Ser la voz de Euskadi. La primera línea de defensa frente al nuevo tiempo que, al parecer, se avecina en el Estado. El resultado de esta contienda  singular  y desigual, está por conocerse. Son muchas las incertidumbres que mañana, la ciudadanía  deberá despejar. En primer lugar, la participación. ¿Cuánta gente votará? ¿Será parangonable la participación aquí en Euskadi con el Estado?  ¿Hasta dónde llegará en España  la voluntad de cambio? ¿Está tan arraigado como parece el anti sanchismo en el electorado español? O ¿el temor a una alianza  de la derecha con los extremistas  movilizará a la izquierda y amortiguará el golpe? ¿Quizá el beneficiado del miedo sea el PP, voto útil de la derecha  que eluda a VOX? ¿Habrá voto oculto del PP en Euskadi? De ser así ¿a quien afectará más? ¿Sumará “Sumar” en España? ¿Y, en Euskadi, trasvasará su electorado a EH Bildu?

Son muchas incógnitas para una simple ecuación. Incertidumbres para un final  de trayecto electoral en el que la mayoría de los contendientes ha pedido a la ciudadanía  que exprese su voto “con las tripas”. Y en buena parte de España así será (hasta en Catalunya, donde el PP parece haber resucitado “comiéndose” a Ciudadanos).

 

Aquí, en casa, el panorama  resulta mucho más abierto. Y, a la vez, mucho más complicado para partidos como el PNV que se sentiría  reconfortado si el electorado  de la Comunidad Autónoma le permitiera  obtener un resultado que validara la configuración de un grupo propio (5 diputados/as) en el Congreso. Teniendo en cuenta la complejidad de los comicios, la dificultad para encontrar un hueco en el que plantear su alternativa y los antecedentes electorales inmediatos, los jeltzales confían  en superar la prueba. No sin sudar antes la camiseta.

 

Al contrario que en los comicios anteriores – municipales y forales- el PNV apenas ha confrontado con EH Bildu, bien a pesar  de los múltiples intentos de la representación  de la izquierda abertzale por “buscar la boca” a los de Sabin Etxea  (vinculándoles con los “fascistas” en un video de apertura de campaña o imputándoles  acuerdos con el PP y VOX para quitar de la circulación a EH Bildu).

Los de Otegi han vuelto a contar con la publicidad gratuita que les ha proporcionado Feijóo y el PP, emperrado en afear los acuerdos  -reales o ficticios- de Pedro Sánchez con Bildu. Y con el infame eslogan de “Que te vote Txapote”  que han viralizado. Una desagradable y  asquerosa “ocurrencia” que a algunos ha hecho olvidar que el terrorista García Gaztelu tendrá muy claro en su caso a quien votar. “A los de siempre”. Aunque eso ni tan siquiera  se haya susurrado en una campaña en la que el “blanqueamiento” de la Izquierda Abertzale ha continuado  sin rubor ni complejo.  

 

Entre hoy –sábado- y mañana –domingo- un porcentaje  nada despreciable de vascos y vascas decidirán el sentido de su voto. Será su momento decisivo, ejercer su voluntad. Una difícil práctica en la que  bascular entre el corazón y la cabeza. Entre la inteligencia y la pasión. Seguro que, en el punto medio, encontrarán la solución. Con audacia y responsabilidad. Con la “fineza” de siempre.

 

 

1 comentario:

  1. Hombre Koldo; eres muy libre se creerte muy fino, pero los hechos, dichos e imagenes de, por ejemplo, Andoni Ortuzar tienen de fineza lo que yo de obispo. Yo diria que vuestro jefe es la antitesis de la fineza. Hemeroteca hay para aburrir. Para colmo de finezas, aparece el lehendakari en campaña no para hablarnos de soluciones a los problemas que agobian a la sociedad; no. Él nos habla de otro problema: su problema con el TAV AHT. Todo con mucha fineza. Para mi, cinismo y sarcasmo a raudales

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