sábado, 11 de noviembre de 2023

FRANCOESTEIN

Es difícil dejarse asombrar por los pronunciamientos y actitudes de quienes pretenden ser líderes de opinión y simplemente son voceros del tremendismo y la exageración. Ya, casi nadie  se siente desconcertado por las cosas que escucha, lee o ve  protagonizadas  por, supuestamente, gente seria que se comporta como becerros desaforados.

 

Lo peor del clima político y de opinión que estamos padeciendo es la intencionalidad  que le confiere quienes lo promueven. La utilización de la mentira, del insulto, la desacreditación o la injuria tiene un objetivo fundamental; alimentar las bajas pasiones  de enfrentamiento entre la ciudadanía del Estado y promover una situación de convulsión e inestabilidad que provoque la celebración de unas nuevas elecciones en las que confían  -entonces sí- que la derecha, ayudada por los neofranquistas de VOX, alcancen la mayoría absoluta  que hasta ahora las urnas les ha negado.

 

No es ni la amnistía, ni la “ruptura de España”, ni el “apoyo de los independentistas”  lo que les mueve. Es pura y simplemente  su incapacidad por acceder al gobierno de su España deseada. Una insolvencia ganada a pulso por la falta de empatía de los populares con el resto del abanico partidario.  Esta “soledad”  que les lleva a fracasar,  contrasta con la posibilidad cierta  de que el Partido Socialista, segundo en el ranking electoral, pueda tener éxito  en la investidura de su candidato Pedro Sánchez.  

 

Esa es la razón fundamental de la desaforada campaña  orquestada por el Partido Popular, un partido  que no se cansa de repetir que “ganó las últimas elecciones” pero que no concita  más apoyos y alianzas  que los que le brindan  los representantes de la derecha extrema.

 

Es la frustración de quien quiere pero no puede, quien se siente derrotado pese a ser el primero, quien piensa que su opción tiene una superioridad moral y de legitimación  que le hace merecedor de presidir el gobierno del Estado, convirtiendo a quien no le apoya en “enemigo” de España. En esa su estrategia, si lo que  necesitan es utilizar un tono “levantisco”, propio de quienes no creen en la democracia, lo emplearán sin rubor, a riesgo de fomentar el odio  y de dañar notoriamente a la convivencia.

 

Ya lo sugirió Aznar cuando pidió la movilización de la sociedad civil contra la amnistía. El ex presidente que llevó a España a la guerra de Iraq, calificó a Pedro Sánchez de “peligro para la democracia” arengando a los simpatizantes del partido conservador a "no inhibirse" ante la actual situación política en el país.

 

Génova  ha utilizado buena parte de su armamento pesado para evitar la investidura. Ha instrumentalizado, una vez más,  el poder judicial. Magistrados de  vitola conservadora han reactivado repentinamente causas aparcadas imputando de terrorismo a los principales  actores del “ Procés catalá”. Inculpaciones a modo de provocación cuya finalidad era torpedear  la negociación de Junts y el PSOE.

 

Representantes caducados del Consejo General de Poder judicial que con total desvergüenza  y arrastrando por el suelo su prestigio han forzado una declaración  del gobierno de los jueces contra un proyecto de ley – Amnistía- que ni se conoce, ni se ha presentado pero que tildan de “abolición del estado de derecho”.

 

No, nada extraña en un país que tiene judicializada la política y politizada la justicia. No causa asombro ver como el líder que se pretendía presentar como moderado, invoca a salir a la calle porque “no nos van a callar ni nos vamos a quedar quietos”. Ni  causa extrañeza su comparación de la actual coyuntura con los asesinatos de ETA o el golpe de estado del 23-F.

 

No asombra contemplar a Esperanza Aguirre manifestándose junto a ultras franquistas, en la sede socialista madrileña animando a los tumultuarios a “cortar la carretera”. No impresiona nada, ni los encapuchados fascistas  que jalearon el régimen anterior, ni los eslóganes  barriobajeros, insultantes y xenófobos coreados por quienes protestaban “indignados” por la amnistía  de una manera “cívica y ordenada” como señalara el siempre verso suelto Borja Semper.

 

Nadie ha vomitado ante la estupidez pronunciada por el recién elegido presidente del PP vasco, Javier de Andrés, quien tildó las manifestaciones  extremas  como “muy buenas” y “sanas” . ¿Buenas y sanas elogiar a Franco, insultar a la madre de un dirigente político, pedir la prisión del adversario o exigir mano dura contra los “moros”?

Después de decir lo que se piensa, De Andrés llegó a la conclusión de que era mejor pensar y luego decir. Así, el político alavés  se excusó asegurando que había sido malinterpretado Pero llovía sobre mojado. Sus primeras declaraciones  tras sustituir a Iturgaiz en el PP vasco  fueron para acusar al PNV de haberse  convertido en unos de los “partidos de más extrema izquierda de Europa”. Lo de la “extrema izquierda” solo se entiende  dependiendo de cuanto a la derecha se encuentra  quien analiza la posición de los jeltzales. Cuanto más escorado se encuentre a la derecha, más izquierda  vislumbrará al PNV.

 

Nada asusta ni llama la atención. Ni tan siquiera  la tardanza  del Partido Popular en condenar  las manifestaciones  con incidentes provocadas por quienes decían protestar por la amnistía. La culpa era de otros. De quienes “vendían” España por seguir en el poder. Los incidentes  fueron minimizados. “Pecata minuta”, desórdenes  de “baja intensidad” que, según el alcalde de Madrid solo comprometieron la destrucción de  "tres contenedores y cinco cubos de basura" por un valor de “2000 euros”.

 

Núñez Feijóo, el “moderado” tardó un poco más en reaccionar. Lo hizo a su estilo, como su paisano Pío Cabanillas  a quien nadie sabía interpretar de verdad qué hacía cuando aparecía en la escalerilla de un avión. Lo mismo podía subir que bajar. “La violencia –indicó Feijóo- no tiene cabida en democracia” Pero, acto seguido, matizó: “Y su impunidad, tampoco. Además, no voy a aceptar lecciones de quienes convocaron manifestaciones en las sedes de nuestro partido, hicieron escraches a dirigentes del PP o rodearon el Congreso", así como tampoco de quienes están trabajando "para que los actos violentos queden impunes".

 

La dinámica por tensionar al máximo  la actividad política con el desarrollo de acciones de “alto riesgo” no ha concluido. El Partido Popular insiste en agitar las aguas  contra el futuro gobierno  en ciernes de Pedro Sánchez que contará con el apoyo mayoritario de las fuerzas parlamentarias representadas en el Congreso. Mañana, domingo, Feijóo ha citado a sus fieles a salir a la calle en todas las capitales de provincia del Estado. Su intención es abrir un muro que acose  y aísle al “gobierno Frankenstein” aunque para ello se vean obligados a articular una alternativa  “Francostein”, una alianza de hierro  con los ultras de Abascal.

 

Para cerrar el círculo de hechos no sorprendentes, es preciso  traer aquí  una supuesta información publicada  por el diario “El mundo” el pasado lunes día 6. El libelo periodístico  se titulaba; El PNV negocia un alivio fiscal a Repsol o Iberdrola para apoyar a Sánchez. “Está sobre la mesa”.

Desconozco cuales fueron las fuentes  de las que bebió “El mundo” para afirmar tal cosa. Pero es y fue absolutamente falso  que el PNV moviera un dedo  para beneficiar a las empresas energéticas citadas. Lo publicado huele a basura y “El mundo” una vez más demuestra su vocación  de convertirse en estercolero de la derecha española. Para confirmarlo, basta con contemplar la literalidad del acuerdo suscrito entre Andoni Ortuzar y Pedro Sánchez. Acuerdo transparente y conciso. Como diría Otegi, “primero la patria, luego el partido”.

 

Lo que sí resulta increíble es conocer a gente que se cree estas imbecilidades. “Expertos” en porquería como Joseba Permach  que en su cuenta de “X” valora la “noticia” como “muy grave” y pide que “la expandamos a los cuatro vientos”. Buen ejemplo de “fake news” para un profesor de la Facultad de Ciencias Sociales y de la Comunicación de UPV-EHU. ¿En las manos de quienes está formación de nuestros hijos e hijas?

 

Solo con lo protagonizado hasta ahora, con su ofensiva político-judicial y con el llamamiento a la “reacción” en la calle, el Partido Popular  se merecía  el voto contrario a su opción de gobierno. Con los mimbres utilizados por Núñez Feijóo,  partidos como el PNV jamás  se situarán al lado del PP. Pero  el rechazo al PP no implica un apoyo mimético a Pedro Sánchez. Si así ocurre –que ocurrirá-  será porque lejos de la exageración y del interés por polarizar a la sociedad con catastrofismos guerracivilistas,   socialistas y nacionalistas han hablado, se han entendido y han acordado colaborar. Sin sorpresas  y sin ruido.

 

1 comentario:

  1. Hombre, imbecilidades, teniendo en cuenta de donde viene Josu Jon......y la más que sintonía de Urkullu con Sánchez Galán

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