sábado, 9 de marzo de 2024

CONJUNCIONES IMPREVISIBLES

La vida es una permanente sorpresa. Cosas que resultan prácticamente imposibles terminan ocurriendo y lo descabellado se hace realidad para desconcierto de los escépticos.  Según datos del INE –Instituto de Estadística- en el Estado español hay  cerca de veinticuatro millones y medio de hombres (varones). De ellos, tan solo 22  llevan el nombre de Acindino (del griego “aquél que está seguro”) y que ha llegado hasta nuestros días  por  onomástica histórica del santo así denominado  que fue  torturado y ejecutado junto a su compañero Pegasio  en el siglo IV de nuestra era  por orden del rey persa Sapor II.

Pero si Acindino es un nombre poco común  en la geografía estatal aún lo es más Walerico (apelativo germánico formado por  los conceptos “Wal” –campo de batalla- y  “Ric” –poderoso-) Tal denominación, Walerico, solamente  la ostentan seis personajes  en todo el Estado.

Pues bien, hete aquí que la posibilidad de que dos individuos con semejante  rareza en la denominación estuvieran juntos se hizo realidad. El encuentro entre Walerico y Acindino ocurrió en un lugar de reducidas dimensiones; un  automóvil. Un espacio y un encuentro  único en el caos cósmico. Una conjunción que acabó en tragedia ya  que  el vehículo  en el que transitaban ambos prototipos singulares  sufrió un grave accidente en el que uno de ellos  perdió la vida.

La extraordinaria  y terrible, al mismo tiempo, conjunción astral (nominal  mejor dicho)  se produjo el pasado 30 de enero. El trágico suceso pasó inadvertido entre las habituales crónicas de sucesos . Un accidente más en la carretera. Pero, revisando hemerotecas, una crónica en el “Norte de Castilla” firmada por el periodista Agapito Ojosnegros reveló el extraordinario encuentro y el fatal desenlace.

Walerico -84 años- y Acindino -83 primaveras-  viajaban juntos  en un vehículo  que se salió de la calzada y chocó contra un talud de la carretera   en la localidad vallisoletana de Piñiel de abajo. Como consecuencia del impacto, el automóvil  se incendió  y del mismo solo pudo ser rescatado con vida Acindino. Walerico, un recio agricultor castellano, muy querido en su localidad  de Fombellida,  perdió la vida en tan fatídico siniestro.  La “extraordinaria conjunción nominal” terminó en drama.  Probablemente nunca más se vuelvan a juntar un Acindino y un Walerico.  Sus exiguos representantes  en la tierra caminarán, por separado,  agotando el calendario y los avatares  que se les presenten hacia la extinción de sus respectivos nombres en el registro civil. Un nuevo  encuentro  entre un Walerico y un Acindino se antoja ya imposible. Pero lo inverosímil está para que, rompiendo toda lógica, ocurra.

 

Nadie pensaría que un cúmulo de  estupideces  repetidas sin sonrojo provocara el aplauso  y la alabanza del público. Nadie creería que los desvaríos, intencionados o provocados por el desconocimiento, fueran tenidos como argumentos de referencia  por quienes, se supone, pretenden representar a la mayoría de la ciudadanía tras unas elecciones. Pero ha ocurrido. No una sino en múltiples ocasiones.   

 

Lo cierto es que no me acostumbro a contemplar cómo hay una parte de  nuestra sociedad –y que se dice pensante-  que es capaz de reír cualquier gracia, por idiota que sea, si es que coincide con su ideología o, incluso con sus más bajas pasiones.  Los “aplaudidores” de hoy me recuerdan a las “tricotouses” de la revolución francesa  que mientras tejían punto arengaban  al verdugo a ser sanguinario  en las ejecuciones públicas en la guillotina .  Y es que cuando las barbaridades se reciben con sonrisas y con el respaldo de una ovación de un público entregado  y sumiso a la falsedad, lo impensable  se convierte en una real amenaza de sectarismo.

 

He escuchado íntegramente la intervención de la presidenta de la comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso en la presentación de Javier De Andrés en el foro  madrileño del Club Siglo XXI.

 

Mi primera reacción ante la intervención de Ayuso fue la  de incredulidad ¿Qué fuma la presidenta madrileña? –pensé- . Pero, inmediatamente, desterré de mi pensamiento la ironía. Las barbaridades  que  la máxima representante de la Comunidad de Madrid dijo  en ese foro, no eran improvisadas. Ni suponían un desliz. La rutilante estrella de la derecha española leía con toda consciencia e intención.  Sentando cátedra  y alimentando el odio con semillas de falsedad  y manipulación.   A continuación citaré algunas de sus  delirantes reflexiones seguidas con fruición por el público del evento. Los disparates se contestan por sí mismos.

 

Según Ayuso “gran parte de lo malo que pasa en la política española tiene como origen lo ocurrido  en el País Vasco. Décadas  expoliando, extorsionando y acabando con la vida centenares de inocentes.  Dinero público de todos los españoles entregado a quienes  no se van a conformar nunca, a quienes dicen claramente “no a España”.  A ellos “se les han ido entregando competencias  impropias  de una autonomía  de impunidad”.

 

“Lo que sucede en el País Vasco –continuó la dirigente del Partido Popular-  es que no se ha respetado la libertad y los sucesivos gobiernos han maquillado su gestión con el agravio y la demanda permanente, la apelación a supuestos derechos históricos  falseando la verdad y promoviendo identidades  que garantizan una subvención  y el reconocimiento público aunque ni siquiera lo merezcas por méritos propios. Han euscaldunizado  a la sociedad  vasca borrando todas las huellas de sus raíces  como hacen con su  herencia occidental sin reparo alguno”.

 

“Pero lo peor –remató  su incalificable argumentación Ayuso-  es que ha habido miles secuestrados, extorsionados, amenazados y asesinados. Ni ellos ni sus descendientes  constan ya en el censo electoral alterando mediante la violencia y el terror. Muchos se fueron. Estudios  como el publicado por la Universidad San Pablo CEU (institución con la forma jurídica de fundación dedicada a la educación, fundada por la Asociación Católica de Propagandistas) estima que la persecución ideológica  causó la pérdida de 9% de la población en el País Vasco. Esto equivale a la población de San Sebastián. Es por ello por lo que los partidos constitucionalistas  no han podido hacer campañas con normalidad, ni disponer de candidatos autóctonos o de apoderados e interventores. El terrorismo ha conseguido sus fines alterando el mapa electoral y ahora están más cerca de la independencia ….”

 

Ayuso continuó su extasiada intervención ante el cómplice  semblante de Javier Andrés, el “único político que cree en la unidad de España, en la transición democrática y en la Unión Europea”. De Andrés, candidato a lehendakari por el PP, no puso ni un pero al derrape mental de la presidenta madrileña. Ni una matización, ni una corrección. Al contrario, se sintió halagado y cómodo ante la soflama encendida de la deslenguada mandataria madrileña. Como el copiloto excéntrico  de una extraña pareja a la que le gusta pasarse de frenada y salirse de la pista.

 

Visto lo visto, no caben dudas a la hora de adivinar por dónde transitará la campaña electoral  del político vitoriano. No auguro mucho recorrido a De Andrés  y al PP vasco con el catón panfletario de Ayuso. Quizá en la capital del oso y el madroño las ideas surrealistas  que destilan odio a lo vasco  tengan cierta acogida  entre la opinión pública. Aquí no creo que le la “ayusización” de la política encuentre palmeros como lo que se dieron cita en el club Siglo XXI para jalear a  la autora del dislate  titulado “me gusta la fruta”. Por suerte, Euskadi sigue siendo distinta.

 

Aunque haya gente, como la ministra Díaz, que no se haya enterado. La “jefa” de Sumar ha hecho su aparición en Euskadi  arremetiendo contra la gestión  del Gobierno vasco.  La ferrolana  ha creído que la mejor manera de arengar a los propios –cariacontecidos por su desgarrador divorcio con Podemos- era dirigir sus dardos a  sus socios y aliados vascos en Madrid  que son “quienes privatizan los servicios públicos” o  los mantienen  con “insoportables cifras de precariedad”. En palabras de Ayuso “la derechona”. Jajaja  

 

Es curioso como Ayuso y Díaz coinciden en costumizar el lenguaje a su ideario político. Cada una de ellas  lo usa  según su criterio. La madrileña transforma el término “libertad” y la vicepresidenta  lo hace con el verbo “privatizar” convirtiendo ambas formulaciones en armas arrojadizas.  Cada una moldea  el concepto a su antojo para que la gente lo termine asumiendo con normalidad. Desinformación y bulo de la mano. Eso y creerse en posesión de una superioridad moral respecto a sus rivales políticos. Conjunción de intereses de los extremos. Imprevisibles, pero reales.

 

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