Cuesta más expresarse cuando las cosas no
van lo bien que pretendías y los resultados de una apuesta no
cumplen con las expectativas que se tenían. Eso es exactamente
lo que deparó el escrutinio de votos realizado tras las elecciones europeas
celebradas el pasado domingo.
El veredicto que la ciudadanía dejó en las
urnas puso en evidencia -esta vez con mayor claridad- que existe un cierto
nivel de desconexión entre el PNV y su electorado habitual que a lo largo de
los años se había mantenido fiel -con altibajos-, pero que en los últimos
tiempos muestra un cierto grado de desafección con el partido
que ha liderado el país desde el retorno democrático, allá por
1977.
Sí, los resultados obtenidos por el PNV en
las elecciones europeas no han sido buenos. Hay que decirlo sin
matices. A pesar de haber cumplido con el objetivo de alcanzar el escaño
pretendido para Ohiane Agirregoitia en la cámara de Estrasburgo.
Podrá argumentarse que el ámbito de la
consulta -Europa- no resultaba motivador o que la circunscripción única
dificultaba el margen de maniobra.
Podremos argumentar que la polarización de
la política en el Estado alimentaba el bipartidismo o que el temor fundado al
auge de la extrema derecha provocó, como antídoto, un “voto útil” hacia
las organizaciones más fuertes y que el PSOE de Sánchez supo
aprovechar esa circunstancia.
Podremos hacer énfasis en el
cansancio y la fatiga de la gente respecto a la política y a su efecto
desmovilizador. Sí, todas estas razones, tomadas por separado o
conjuntamente, son ciertas, pero detrás del escaso resultado obtenido por
el PNV existen otros motivos que los nacionalistas deberemos
abordar y enfrentarnos a ellas
decididamente si no queremos que el
declive apreciado se intensifique en el futuro.
Escurrir el bulto y pretender pasar de
puntillas, minimizando el panorama no resulta responsable. Tampoco flagelarse
como si no hubiera un mañana pues aunque la situación
es complicada , el PNV aún mantiene un importante margen de
apoyos y sostiene institucionalmente al país. El momento, por
lo tanto obliga a la serenidad y a la certidumbre. Al rigor y a la
apertura mental.
No romperé hoy el criterio de expresar mis
observaciones en lo que respecta a mi partido en el ámbito interno, que es
donde procede. Pero sí he de dejar constancia, para que nadie especule con
la presunta autocomplacencia de quienes ostentamos responsabilidades
ejecutivas, de la profunda preocupación que nos embarga la actual dinámica.
Algo no va en la relación de sintonía
entre nuestra organización política y el conjunto de la sociedad vasca. Seguramente
en algo no hemos acertado, pues en poco tiempo, hemos pasado de tener la representación
institucional más fuerte e importante de la historia moderna, a caer relegados
a la tercera posición en el cómputo de general de votos de la Comunidad
Autónoma Vasca.
Algo ha mermado el prestigio o
la confianza de la marca PNV. Algo chirría y me temo que no tiene
nada que ver ni con la coherencia ideológica, ni con la centralidad política,
ni con la identificación de nuestro papel de referencia en la defensa de los
intereses de Euskadi.
Creo que nuestro problema
tiene más que ver con una cierta burocratización de la política. Con
un posible alejamiento de nuestra gestión del factor humano. De estar
ocupados y preocupados por lo macro desatendiendo lo micro. Y todo ello con un
enorme desgaste de capital humano en las instituciones, que por lo general
están gestionando razonablemente bien , como
lo demuestra el nivel de progreso, de avance económico, de cohesión
social y de calidad de vida que demuestra nuestro país. En
paralelo, junto a ese amplio coste humano en
los ámbitos de gestión, nuestra base militante y activista envejece
en una organización desengrasada y con estructuras poco versátiles.
Interpreto que el retroceso electoral de
nuestro partido viene dado por el desgaste de la gobernabilidad. Hasta ahora,
las facturas las habían pagado los partidos de gobierno de toda Europa y
nosotros, por el contrario, nos
vanagloriábamos de ser indemnes. Pero no. Desde la pandemia hasta ahora el
desgaste ha sido notable. El grado de insatisfacción social, de exigencia de
responsabilidades ha ido minando nuestro crédito. Sin que supiéramos cómo
reaccionar.
Reitero que será en el ámbito interno
donde la diagnosis y las medidas paliativas deberán presentarse. En ese marco
la ejecutiva de la que formo parte se plantea reflexionar y fruto de
dicho análisis proponer a la Asamblea Nacional las medidas
concretas que puedan servir para superar este trance.
Deberemos hacer las cosas de manera
distinta. Tiempos nuevos, nuevas actuaciones. Y evidentemente, modos distintos
llevados a cabo por nuevos actores que regeneren la primera línea de una
organización renovada. Todo ello en el escenario de una próxima Asamblea
General que como en Iruña (1977) o en Zestoa (1987) sirva para
relanzar al PNV y devolverlo al frente de la representación de la
ciudadanía de Euskadi.
Que nadie interprete estas palabras como
un síntoma de depresión. Tampoco obedecen a una necesidad de fustigarnos. Son,
simplemente, el reflejo de una realidad. La misma que en el
sentido contrario nos dice que el suelo electoral alcanzado por
el que el PNV el pasado domingo transitó por el nada desdeñable
apoyo de casi 200.000 vascos y vascas. Muchas almas aún que creen en
este Partido. Y otras muchas más -estoy seguro- que volverán a confiar en el
futuro en esta organización que lleva transitando 129 años defendiendo la
libertad de Euskadi y el bienestar de quienes en ella vivimos.
Se imponen cambios de todo
tipo. Modos de entender la acción política y su gestión como un
servicio público encaminado a construir un país. Nueva comunicación que
facilite la información y la participación frente al individualismo y la
contaminación de una globalización sin límites. Relevos también en
los liderazgos.
El próximo sábado, en Gernika, jurará su
cargo “so el árbol”, como marca la tradición democrática del país, el nuevo
lehendakari de Euskadi, Imanol Pradales. Él representa el “cambio de ciclo” tomando
el relevo de Iñigo Urkullu, el abertzale íntegro que ha llevado el timón
de esta nación con mano firme y rumbo de certidumbre a pesar de las enormes
dificultades que ha encontrado en su singladura.
En su cuaderno de
bitácora, Urkullu tiene apuntados hitos que la historia de
este país recordará en el futuro. El fin de la violencia, la
reconstrucción de la convivencia desde la integridad, la salida de la
crisis, la consolidación de un estado protector que no dejaba a nadie
atrás; los desvelos para combatir la pandemia…El tiempo
valorará su notable aportación a un pueblo que ha alcanzado niveles
de desarrollo humano inimaginables hace apenas un cuarto de
siglo.
Una sociedad puntera, por encima en
niveles de calidad de vida que la media de la Unión Europea. Pero que, fiel a
la ambición humana, exige más y más.
Eskerrik asko lehendakari.
El libro del autogobierno
vasco abre una nueva página con el ejecutivo que presidirá Imanol Pradales. Un
remero al frente de la embarcación vasca.
Toma el mando con la seguridad
y la fortaleza que da una mayoría parlamentaria trenzada por una
nueva alianza entre nacionalistas y socialistas.
El programa que nacionalistas y
socialistas han suscrito para ejecutar en los próximos cuatro años es
difícilmente rebatible. Aborda los grandes desafíos que este país tiene delante
de sí. El fortalecimiento de los servicios públicos -especialmente , recuperar
la excelencia en Osakidetza -, garantizar el progreso económico creando empleos
con salarios de calidad; incentivar la investigación, la innovación y el
talento; allanar el camino a la emancipación de la juventud, planteando
soluciones reales a los problemas de la vivienda, de la conciliación familiar con sus implicaciones
en el reto demográfico. Avanzar en la descarbonización de la industria como respuesta a la crisis climática, etc
Un programa amplio que será difícil de cuestionar.
Veremos, en consecuencia, si Otxandiano, convertido en estéril candidato
alternativo, es capaz de reconocer la amplitud programática o si, por el
contrario , su voluntad es jugar a seguir siendo el “pepito grillo” de una
acción propagandística y el portavoz de
la pancarta de una politiqueo de campanario.
Aceptando el mensaje utilizado por EH
Bildu en la pasada campaña, la próxima semana comienza el “cambio de ciclo”. El
PNV, con la humildad que sea preciso, está dispuesto a favorecer e
impulsar dicho desafío. Comienza un
nuevo tiempo. Espero que , como el pasado, seamos capaces de acertar en
nuestras decisiones.
"Osakidetza, cuestionada por los vascos, encabeza los servicios de salud de España y destaca por sus "cortas" listas de espera" según el informe anual de la federación de asociaciones por la sanidad pública. Prácticamente dos de cada tres vascos, según la federación, evalúan el servicio sanitario como bueno o muy bueno.
ResponderEliminarEl titular es de "El Mundo". He buscado en "El Correo", en "Deia" y hasta en "EITB", donde no he encontrado mención al informe, sí a una protesta contra otro recorte veraniego en Osakidetza. Son muy interesantes los datos que aporta el informe y su comparativa. Parecería, escuchando tertulianos, leyendo artículos de prensa y viendo informativos de ETB que tenemos una sanidad al nivel de la de Somalia pero parece que no tanto. Estamos, incluso, al nivel de Nafarroa, donde existen (parecería que no) Bildu, Podemos, LAB y ELA pero allí ni chistan; no hay gobierno (ni partido) que derribar ni son alternativa al mismo........
En fin, que hay que trabajar para dar la vuelta al innegable deterioro sanitario (hay razones estructurales y globales) de los últimos años no admite discusión, pero de ahí a creernos las interesadas y calculadas soflamas apocalípticas va un tramo, y si los medios privados y públicos están por dar pábulo a estos solo hay un camino y es la información, la comunicación directa a la ciudadanía de lo malo y de lo bueno, de lo que se hace y lo que no, y el porqué, de los datos y las comparativas, en definitiva, informar de la realidad sin complejos y sin intermediarios. Supongo que en este "nuevo ciclo" la comunicación tendrá su lugar, lugar que no ha tenido hasta ahora (ineptitud, prepotencia?), hueco que han aprovechado muy bien al otro lado. Ondo izan.
Xabier Intza.
Creo que sería muy vago apelar a una única razón. En mi entorno, euskaldun y abertzale, veo mucha gente que en 2019 apoyaba al PNV que ya no lo hace. En síntesis mencionan estas razones:
ResponderEliminar-En Bilbao, un hartazgo infinito con el tema de la inseguridad y la delincuencia. Una preocupación honda al respecto por parte de quienes tienen hijas e hijos. Hacen responsable al PNV de un efecto llamada inédito.
-Deterioro de servicios públicos como Osakidetza. Se ha hablado mucho, quizá demasiado de esto.
-Imagen de amiguismo/enchufismo. Algunos amigos, exvotantes, señalan que es una agencia de colocación.
-Falta de compromiso con las clases medias, que se ven perjudicadas por la precariedad y el elevado precio de la vivienda
-Abandono de la agenda nacional en el plano simbólico y especialmente de la cuestión territorial (zazpiak bat, bai ala ez, Nafarroa?).
-Falta de compromiso con el euskera y, unido a esto, preocupación por el futuro de la lengua en un contexto de creciente inmigración latinoamericana. Pradales dijo en campaña que quería más inmigrantes, pero el efecto en la transmisión y el uso de la lengua es tremendo. Si el porcentaje de hijos de madres extranjeras aumenta por encima del 40% (en Álava ya está), el uso va a caer incluso en las zonas más euskaldunes. No le importa al PNV? Solo se guía por las ansias de Confebask de tener mano de obra barata? A un partido abertzale le es indiferente?
-Excesivo antisindicalismo. ELA se pasa de frenada a menudo, de acuerdo, pero alinearse siempre con la élite empresarial no tiene nada que ver con lo que ha sido el PNV.
Espero que sea de ayuda. Agur bero bat, Koldo.