Hace un tiempo ya que en la televisión vasca se programaba , como recurso de tarde veraniega, la emisión de un festejo popular.
Las apreturas económicas del momento, la brutal competencia del
resto de canales audiovisuales que con
muchísimo más presupuesto se permitían tener una parrilla imbatible y el
descenso del consumo televisivo propio de la temporalidad estival, hizo que los
responsables de entonces de del Ente Público optaran por algo tan sencillo como emitir películas de vaqueros y repetir hasta
que las cintas de los magnetoscopios
quedaran inservibles programas
grabados con anterioridad, tales
como el concurso de baile a lo suelto de Segura o el encierro del pilón de la localidad ribera de Falces.
El encierro del pilón se
caracteriza por ser un recorrido
campestre. Se trata de una carrera taurina con vaquillas de
aproximadamente 800 metros de longitud
que se celebra habitualmente a primera hora de la mañana en las fiestas patronales en honor a la Virgen de Nieva.
Lo realmente singular del evento es que la carrera
discurre por un estrecho y escarpado recorrido por el monte y cuesta abajo, con
un muro de montaña a un lado y un barranco al otro, con lo que el encierro
entraña una doble peligrosidad; la de las propias reses bravas y , otra, la del
terreno en sí.
La cuestión es que
la emisión televisiva era siempre la misma y su reiteración daba como resultado un simpático “déjà vu”. Hasta el punto que mientras se visionaba la enésima
repetición se podía anticipar el
resultado de la carrera. “Esa vaca pinta
que va expulsando mozos del camino -anunciaba yo a algún incauto que
veía por primera vez la emisión- , va a terminar bien. Ya verás, como siga así,
encelada en embestir, en la próxima recurva se va a caer al barranco”. Y,
efectivamente, la becerra, ocupada en
cornear corredores, se desentendía del camino y rodaba ladera abajo
despeñándose una decena de metros. “Eres clarividente” -expresó el novato
televidente-. “No -contesté- simple
coincidencia”. La coincidencia era la de haber visto aquella escena numerosas
veces.
Aquella programación repetitiva tuvo,
sorprendentemente, un buen resultado y los westerns de la tarde de la 2
sostuvieron las audiencias.
Esa sensación de haber visto u oído algo nos ha
pasado a todos. Mi padre, haciendo una gracia, cada vez que una película
empezaba y salía rugiendo el león de la Metro solía decir; “esta ya la he
visto”. Y cuando se le preguntaba cómo
acababa, tenía dos respuestas; “Termina en Fin o en The end”.
Esa película yo ya la he visto. Seguramente esa
consideración podría aplicarse a los acontecimientos de la vida política que
hemos experimentado a lo largo de esta semana.
El espectáculo protagonizado por el juez Peinado en
relación a la denuncia de “manos limpias” contra Begoña Gómez, lleva camino de
romper todas las previsiones de lo insólito y esperpéntico. Lo último,
acompasando a las peticiones de la extrema derecha, la citación a declarar de
Pedro Sánchez en calidad de testigo. Una decisión sorprendente a la que ha acompañado la inaudita osadía del togado de personarse
en la Moncloa para practicar el interrogatorio. Procedimiento extravagante,
finalidad anormal e investigación de
razonamiento insospechado.
Y todo el circo procesal jaleado por un Feijóo
desatado, cada vez más ruidoso y extremo.
La judicialización de la política no es nueva pero
si a las veleidades del Tribunal Supremo, el intento de deslegitimación del
Constitucional le surgen jueces
kamikazes como Peinado , Castellón u otros
que abren causas con interés mediático o de parte, pues apaga y vámonos.
Ya lo había arengado Aznar; “el que pueda hacer
algo, que haga”. Y a ese llamamiento a descabalgar a Sánchez de la Moncloa
se han apuntado unos cuantos. El PP, lejos de recentrarse ha vuelto a escorarse. La ruptura con VOX en
determinados gobiernos autonómicos no ha hecho sino quitar del medio de les
escaparate público a los Abascal. Eso les ha permitido, de cara a sus socios
europeos, resetear su imagen de colaboración
con la extrema derecha. Pero, en el fondo de la cuestión, Núñez Feijóo se ha
quedado con el argumentario y con los planteamientos extremos y populistas de los neofranquistas cuya
cohesión interna comienza a quebrarse y
es que el PP parece haber iniciado una política de retorno del hijo pródigo,
intentando reagrupar a los sectores más
recalcitrantes que salieron del partido tras la desaparición de Aznar.
Hemos vuelto a la polarización más ruda y descarnada.
Falta por ver su evolución, ante la incertidumbre que campa en el panorama político español
tras las nuevas derrotas del gobierno de Sánchez en el parlamento -ley de
extranjería y techo de gasto-.
Los siete votos de Junts castigando al gobierno que
preside Sánchez forman parte de otra película que también hemos visto. El apoyo
de los de Puigdemont a la investidura no fue sino el punto de partida de una complicadísima relación de difícil
convivencia. La aprobación de la ley de amnistía tampoco supuso un aval para la
gobernabilidad futura. Desde el principio, la representación catalana había
hablado de la amnistía como una condición previa para comenzar a negociar la
legislatura.
Aprobada a trompicones, con opinión contraria de una
parte de la judicatura, las relaciones entre el PSOE y Junts no han terminado de engrasar suficientemente. Son muchos los recelos y las
“facturas pendientes” que desde el ámbito catalán se mantienen respecto a los socialistas. De
ahí que dijeran que cada acuerdo le costaría a Sánchez “sudar sangre”. Y bien
que están cumpliendo con su intención, como ha quedado demostrado tumbando las previsiones gubernamentales de la ley de extranjería o la
más importante, la estimación del techo
de gasto.
En ocasiones resulta difícil de entender la
oposición cerril de Junts y la determinación de sus votos de castigo ,
coincidentes en estrategia con la del PP y VOX. Esta dureza en los
planteamientos, da a entender que para los soberanistas catalanes les resulta
indiferente que en el Estado español
llegue a gobernar Sánchez o
Feijóo. Cuesta entender que a los de
Puigdemont les dé igual que sea el PP
quien administre a futuro la aplicación de la ley de amnistía, pero de su voto
contrario al techo de gasto , puede colegirse que los ex convergentes hayan
sopesado esa hipótesis y su resultado no les haya afectedo. La caída de la
previsión de estabilidad presupuestaria aventura que, en pura consecuencia, si no hay techos de
gasto , tampoco habrá presupuestos en
2025, con lo que la debilidad del
gobierno de Sánchez podrá hacerle
terminar abruptamente la legislatura.
Sin embargo, como he señalado, esta película también
la hemos visto. Buena parte de las razones
del “no” de Junts cabe encontrarlo en
clave catalana. A la espera de que una
candidatura opte a la investidura en la Generalitat y de la posición que
observe ERC respecto a Salvador Illa.
Los de Junqueras y Rovira viven soterradamente una crisis interna cuyo
final nadie se atreve a pronosticar. Y ahí es donde Puigdemont y los suyos
juegan la baza de una repetición electoral
que , encabezando una nueva alternativa de soberanismo unitario pueda dar la puntilla a los republicanos. La cuenta
atrás del reloj catalán avanza inexorable, y si
Illa no alcanza un acuerdo con ERC y los comunes habrá elecciones el 13
de octubre.
En paralelo, en el Estado, si las consecuencias del
rechazo al techo de gasto no se solventan y Junts no se aviene a negociar y
pactar un presupuesto que de aire a Pedro Sánchez, éste , acosado por el PP,
por la “jauría judicial”, y sin lealtad en sus socios catalanes, podrá estar
tentado en disolver las cámaras e ir a
elecciones en coincidencia con las catalanas. Para ello, según lo anunciado,
para el 19 de agosto, debería accionar el “botón electoral” y llevar la
disolución parlamentaria al Boletín Oficial del Estado. Sería el “The end” de
esta película.
Un filme truculento y que acaba mal. Y especialmente
para nosotros, los vascos, que esperábamos iniciar una nueva etapa de
entendimiento y de acuerdo en el desarrollo de nuestro autogobierno. El acuerdo
en la Junta de Seguridad para sustituir a la Guardia Civil por la Ertzaintza en
las instalaciones portuarias y aeródromos,
la reunión de la nueva comisión bilateral para hacer frente a las nuevas
transferencias, el nuevo clima de
colaboración expresado por Pedro Sánchez al Lehendakari Pradales en Ajuria
Enea, y la esperanza de un inicio de
legislatura vasca sin crispación y con acuerdos de país podía verse
ensombrecido por el devenir de la película española. Menudo spoiler.
¿Y la pelicula de Anasagasti con Venezuela? Supongo que será consciente que está votando a la fascista de Corina Machado. El pobre Iñaki nuevamente con la miel en los labios. ¡Qué pena de hombre!
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