sábado, 29 de noviembre de 2025

LAS CUENTAS DEL GRAN CAPITÁN

Quienes hemos tenido la oportunidad de vivir desde dentro las vicisitudes de un gobierno sabemos que cuando llega la hora del presupuesto los responsables de los equipos – consejeros/as, diputados/as-afinan sus dotes de seducción para convencer a los responsables de hacienda correspondientes, y en segundo término, a sus jefes jerárquicos, para que sean “benevolentes”  con la dotación económica  que se les asignará para “cuadrar”sus cuentas y proyectos. 

En ese trance no hay ni pertenencia a un mismo partido ni complicidad de amistad que valga. Todos, y recalco lo de todos, se apuntan a cantar aquello de “queremos más y más y más y mucho más”.

La liturgia  presupuestaria comienza con un punto de partida en el que el “amo del calabozo”, normalmente el responsable de Hacienda, solicita  de sus compañeros le hagan llegar su “carta a los reyes magos”.

La “carta al Olentzero” suele tener una doble vertiente. La puramente económica y la correspondiente a las “necesidades de personal”. Ni que decir tiene que en todas las Administraciones, el  tema de las plantilla tiene una vocación de efectos  gaseoso que , si nadie lo remienda puede provocar una burbuja  de coste  irreparable. De ahí que el filtro de la Función Pública sea , también, una de las barreras más difíciles de superar.

Una vez  entregadas toda las reivindicaciones económicas, el responsable de Hacienda suele reunirse cono su superior -Diputado/a General y/o Lehendakari-  quienes el que  toda la decisión  “salomónica” de incentivar  o no a una  determinada acción política, lo que significa, incrementar, mantener o reducir  las dotaciones presupuestarias de los departamentos. 

A todo esto hay que señalar  que para cuando se produce este momento,  Hacienda  y la jefatura conocen ya los niveles de recaudación. Es decir, cuanta tela hay en caja para dedicar al presupuesto. 

Aún en años de bonanza recaudatoria, suele costar un potosí cerrar unas previsiones  de gasto. Las necesidades siempre son superiores a  la disponibilidad económica de ahí que  se tenga que hacer encaje de bolillos con herramientas varias -también con la capacidad de endeudamiento- para atender una buena parte de las demandas departamentales. 

Los años de “vacas flacas”, en los que la recaudación no crece o en el los que aparecen  compromisos de pagos indeterminados y no previstos -sentencias, encarecimiento de obras y servicios…- el ajuste  deja de ser amistoso y Hacienda tiene que echar mano de una herramienta poco fina. Se impone el ajuste “a martillazos”.  Cuando esto ocurre y se producen partidas recortadas o desaparecidas, cuando las mínimas expectativas de tener unas cuentas aseadas para una gestión cómoda, desaparecen, llega el drama. Y en los departamentos se pueden escuchar “llantos y crujir de dientes”. Suele haber amenaza de enfados y , en algunos casos, algún afectado deja de respirar, al tiempo que busca un bis a bis con su jefe -eliminado el escalafón de Hacienda- para intentar, a la desesperada  un “arreglo” que alivie sus penas presupuestarias.  Este tipo de maniobra difícilmente fructifican . Las cuentas son “habas contadas” y si alguien quiere subir  será a costa de otro que tenga que bajar.

Es así como se produce el “acuerdo interno” que se ratifica aprobando el proyecto en el Consejo de Gobierno para que éste pueda ser llevado a la instancia parlamentaria correspondiente  para su aprobación definitiva .

Con el presupuesto en la cámara parlamentaria que corresponda, se da inicio a una película distinta. Los partidos de la oposición  descreditan el proyecto, tildándolo de “continuista”, de “poco ambicioso”, o como ha dicho un partido este ejercicio, de responder a un “modelo socialista” . Hay que ser creativo también en esto. 

Normalmente, cuando las formaciones opositoras pretenden acentuar su perfil, presentan opciones de negociación imposibles. Cuantías desorbitadas, programas inalcanzables y reivindicaciones populistas para poder acusar al ejecutivo de “no querer ningún acuerdo”. Lo curioso del caso es que quienes actúan así en nuestros lares hacen lo contrario  en territorios vecinos -Nafarroa- y en el Estado, donde su apoyo presupuestario  al gobierno de turno resulta  prácticamente gratis. 

A tenor de los “bailes” parlamentarios en la Cámara de Gasteiz, la “falta de cortejo” vaticina que los presupuestos del Gobierno vasco saldrán adelante solamente con los votos favorables de los dos socios de ejecutivo – PNV y  PSE- cuya mayoría absoluta le es suficiente para ratificar las cuentas presentadas. El los territorios, el panorama aún no se ha despejado, si bien parece claro que en este ejercicio  EH Bildu  será oposición en todas partes (el año pasado pactó en Bizkaia) . En Araba y Gipuzkoa, la aprobación de los presupuestos está en el aire y dependerá de la voluntad del PP y Elkarrekin Podemos para validar o rechazar las cuentas presentadas. 

Lo que no habíamos visto hasta el presente ejercicio es el enfrentamiento  que se mantiene abierto entre el Gobierno Vasco y la Universidad pública EHU. 

El choque se inició cuando el rector, Joxerramon Bengoetxeaaseguró que los actuales presupuestos “llevan a la Universidad a la parálisis” y de “estar al borde del colapso” solicitando una redefinición de la aportación económica del Gobierno vasco, al que reclamó 607 millones de euros en lugar de los 337,4 previstos en el actual proyecto. 

El órdago del equipo rectoral, que tuvo  la mala idea de solicitar un encuentro directo con el lehendakari apartando de su interlocución al Consejero de Ciencia, Universidades e Innovación, fue rechazado de plano por el Gobierno Vasco.

No podemos olvidar que el actual consejero, Juan Ignacio Pérez Iglesias, fue antes cocinero que fraile (rector de la Universidad Vasca) y que por lo tanto domina los entresijos, las necesidades y las carencias de la EHU. Además , quien conozca a Iñakomedianamente coincidirá conmigo en que se trata de una persona con un profundo sentido común, libre de expresarse cuando entiende que su función es velar por el bien común e indómito frente a la falsedad, la manipulación o el postureo,

Y con esas premisas, entenderemos las duras respuestas  que ha reservado en público al posicionamiento del actual equipo rectoral, a quien ha acusado de “dialéctica hiperbólica” , al tiempo que ha calificado los datos económicos presentados por Joxerramon Bengoetxea de “falacias”, “posverdades” y “hechos alternativos”. Pero ¿qué hace que la reacción del consejero haya sido tan dura y diáfana para echar por tierra los argumentos del equipo rectoral?

Lo ha explicado prolijamente ante la comisión parlamentaria correspondiente y también en su blog personal el consejero Pérez Iglesias. Los datos aportados por él resultan tan contundentes como incontestables.

Por poner algunos ejemplos; de la presunta necesidad de aumento de ingresos expuesta por Bengoetxea, más de 100 millones  están destinados a aumento  salarial. Además, otros 50 millones  se destinarían a infraestructuras universitarias (nuevas o para el mantenimiento de las existentes).Y otros tantos millones -50-  para “otras actuaciones estratégicas”. Es decir, ninguna de las propuestas para las que se pide más financiación tiene contenido académico.

Además, las variaciones presupuestarias solicitadas  por el equipo rectoral cuando el presupuesto ya estaba cerrado alcanzan un aumento del 50%. Y eso teniendo en cuenta que la mayoría  de las propuestas avanzadas por el Rector no se podrían llevar a efecto en el ejercicio de 2026. ¿Un incremento del 50% sin  posibilidad real de gasto inmediato?

Finalmente no resulta verosímil que una asignación económica de 10.000 euros por estudiante -la prevista por el Gobierno-  conduzca a EHU al colapso. De ser así, centenares de universidades europeas con menor financiación per cápita deberían encontrarse al borde del precipicio. Y es preciso recordar en este punto que la Euskal Herriko Unibertsitatea  se encuentra entre las 400 mejores del mundo y sigue aumentando el numero de personas de su plantel investigador que se encuentran entre el 2% más citado internacionalmente.

El Rector Bengoetxea ,tras  los contundentes argumentos presentados por el Consejero Juan Ignacio Pérez  -“áspera comparecencia”- ha pedido “respeto institucional” y “decoro”. 

Haría bien el máximo exponente universitario en hacer un ejercicio de realismo abandonando la demagogia. Bengoetxea y su equipo deben aterrizar en suelo firme y dejar de hacer las “cuentas del Gran Capitán”. Asumir que los recursos económicos no llueven del cielo y que gobernar significa utilizar lo que se dispone priorizando actuaciones. Lasuficiencia financiera” que garantice colmar todas las pretensiones no existe. Aquí, en Euskadi, se impone el “riesgo compartido”, y con él la “responsabilidad compartida”. 

 

sábado, 22 de noviembre de 2025

FRANCO HA MUERTO, EL FRANQUISMO NO

Si algo es inexorable en esta vida es la muerte. Es una realidad que nadie  en su sano juicio cuestiona. Somos perecederos. Nacimos con un punto de obsolescencia programada. La cuestión es la durabilidad de cada cual. La muerte, siendo un axioma incuestionable, resulta impredecible. A unos les llega tras un largo deterioro de su envoltorio humano  a través de enfermedades que van horadando el organismo hasta conducirlo a su fin . A otros se les presenta súbitamente, recordándonos que en un minuto eres un ser activo y al minuto siguiente empiezas a ser un recuerdo.


El otro día escuché en el Teleberri que la esperanza de vida de los vascos había vuelto a subir. Hasta los 81,6 años. Claro está que la cifra es una media del conjunto de los géneros , entre lo que viven las mujeres y lo que vivimos los hombres, que siempre estamos varios escalones por detrás. Es como la estadística  del río cuya profundidad media era de un metro y en el que el estadístico que averiguó su hondura se ahogó en su cauce. Pura aritmética para algo que es imposible de medir.


La muerte siempre es un acontecimiento dramáticoPor mucho que se le espere, siempre fractura.  

Quienes esperan que después de ella habrá otra vida, sucumben sin saber  que su creencia es cierta , temiendo que ésta se quede en una ilusión vana e insatisfecha. Y quienes piensan que con la muerte lleva el fin de trayecto, sin más recorrido, consumen su tiempo sin mayor aliciente que el disfrute del minuto siguiente, en una agonía nada alentadora.


Morirse es convertir  cualquier ilusión, cualquier pensamiento o afecto en un vulgar cacho de carne con ojos que se descompondrá hasta acabar en la nada. Por eso, cuando disfrutas de una experiencia alegre tienes que ser consciente de que en un instante  esa sensación  puede apagarse  sin opción de re encendido. 


¿Pesimista? No, realista. Cada vez más. Y es que la ruleta de la vida y la muerte me ha demostrado que nuestro paso por este escenario temporal no es sino un episodio efímero donde tras el óbito el mundo sigue girando sin detenerse.


Al bueno de Armando, el vecino alegre  que siempre daba la nota con su optimismo y buen humor,  la parca se le cruzó en un de repente sin cumplir con la perspectiva desperanza de vida notificada en el Teleberri. Había coincidido con él, el pasado sábado, en la pescadería , donde, como siempre, desbordó vitalidad y positivismo, siendo el “perejil” que acostumbraba a protagonizar en las relaciones sociales de su entorno. La siguiente vez que le vi, fue el miércoles en una esquela, recordando, que la muerte está siempre ahí al lado, y que cuando menos lo esperasacaba con tu tiempo sin marcha atrás.


“Memento mori” que dirían los romanos y que debiéramos tener en cuenta siempre, con normalidad y sin trauma. 


A unos les llega de forma súbita y a otros no les aplica  su “apagado” instantáneo a pesar de que todo el mundo lo espere, hasta con ansia. Tal fue el caso , hace cincuenta años del dictador Francisco Franco. Sus más activos detractores  -que fueron muchos- esperaban su caída, e incluso la buscaron. 


Durante años, se cuenta, que en medios represaliados por su sanguinario régimen  se repetía aquella liturgia de señalar con el dedo índice el calendario  espetando aquello de que “este año cae Franco!”.  Y los voluntariosos antifranquistas se quedaron sin falange en su articulación de por el desgaste provocado de tanto repetir tal vaticinio.


Y Franco murió en la cama. Quizá porque toda su vida había convivido con la muerte – la de otros-  y ésta le acompañó largamente como si de su mentora se tratara. Los más próximos de “su excelencia” le habían conservado , a pesar de su deterioro físico, como  quienes guardan muestras de laboratorio en formol. Una fotografía , del “caudillo” entubado y enganchado a máquinas de reanimación hospitalaria, dan fe de un final prolongadoartificialmente.  


Aún así, el hombre que se ”encaudilló” tras un golpe militar, que se rebeló contra la legitimidad democrática,  provocó una guerra y sacrificó la vida de millares de personas durante decenios  encabezando una tiranía criminal , murió matando, certificando penas de muerte mientras agonizaba .


Hace ya cincuenta años de aquel mensaje compungido de Arias Navarro que hizo despertar a una sociedad  , mayoritariamente silente, que había estado postrada por la humillación y el castigo durante más de cuarenta años de horror. 


Yo era, por entonces, un jovenzuelo de apenas catorce añosDel momento recuerdo poco. Que, de víspera, la televisión española  emitió la película bélica “Objetivo Birmania” con Errol Flynn de protagonista. Luego decretaron tres días de fiesta en el colegio mientras que en las emisoras de radio se escuchaban marchas militares y música fúnebre y en la “caja tonta” -aún en blanco y negro- se retrasmitía el paso de la gente por la capilla ardiente del dictador. No se me olvidan los gestos de muchos de los adeptos del régimen que pasaron por allí,  levantando el brazo  fascista ante el velatorio del “Generalísimo”. Luego, el desfile por La castellana,  con la guardia mora y la caballería custodiando el catafalco. Y un caballo sin jinete. Una alegoría dijeron algunos, del líder desaparecido. 


En mi entorno se vivió aquello con cautela. Incluso con temor . Aunque siempre con una disimulada alegría


Se había padecido el rigor del régimen durante años, se había vivido constreñidos a la fuerza del régimen  de manera que cualquier comentario se producía a sotto voce”, como con miedo a que alguien lo escuchara. Como la articulación del euskera, reservado exclusivamente  a los ancestros mayores, y siempre en privado, a solas, en conversaciones de pareja y a escondidas de todos. 


En muchas casas de este país, el susurro estaba justificado. Nadie se podía olvidar del rigor de la postguerra. De la represión. Del campo de concentración de Miranda de Ebro. De las sanciones. De las prohibiciones. De los estados de excepción. De las detenciones, de las torturas, de los desaparecidos, de los juicios sumarísimos. 


Franco murió en la cama. El franquismo no. Tampoco murió en la calle como acaba de publicar en un artículo el líder de los socialistas vascos Eneko Andueza. El franquismo, de una u otra manera, sobrevivió a su oligarca y sus seguidores se fueron “adaptando” a los nuevos tiempos y al sistema democrático que se fue construyendo  tras la dictadura. ¿Cómo decir que el franquismo murió en la calle si aún hoy observamos poderes del Estado  que siguen fieles a aquellos principios autoritarios? ¿Cómo vaticinar la muerte del franquismo en un Estado en el que el futuro quedó atado y bien atado? ¿Acaso la salvaguarda constitucional de unidad nacional a las Fuerzas Armadas  no es un vestigio evidente de la herencia ¨nacional-católica¨? Por no hablar de la impunidad de las actuaciones amparadas por leyes  que impiden su esclarecimiento , o cuando menos, su conocimiento público


¿Cómo considerar que el franquismo ha muerto cuando  cada día que pasa se demuestra más que la división de poderes es una quimera al servicio de intereses particulares? ¿Cómo certificar la defunción del franquismo con juicios y condenas tan absurdas  como la protagonizada por el Tribunal Supremo en el caso del Fiscal General? 


Hay miles de vascos y vascas -también de españoles- que no pueden olvidar a Franco y a su huella represiva. Fue tanto el sufrimiento infringido que avergüenzan los mensajes apologistas de quienes reivindican su figura e impulsan una vuelta al pasado más oscuro de nuestra historia reciente. 


Avergüenza igualmente la frivolidad con la que  desde sectores juveniles se habla y se vitorea al franquismo como si de un juego de rol se tratara Jóvenes que saben de Franco lo que saben de Cristobal Colón o Carlomagno, pero que cantan el “ Cara al sol” como si fuera un “hit parade” del momento. ¡Imbéciles!.  Es decir, que se dejan influenciar por el populismo y por la moda de quienes aprovechan cualquier circunstancia para deslegitimar el sistema democrático y apoyar el autoritarismo. 


Hablar de muerte es mencionar un final  inapelable. Un punto y aparte. 


Es cierto que Franco murió. Es constatable, y sus restos, afortunadamente , salieron de monumento faraónico que lo homenajeaba. Su cadáver embalsamado terminará por corromperse hasta desaparecer físicamente comido por los gusanos. Su obra, su legado, desgraciadamente , no ha seguido sus pasos. Franco ha muerto, el franquismo no.