No quisiera que nadie interpretara que mis referencias últimas al bable (comentario publicado bajo el titular Kikiriki-Kokoriko) pretenda la chanza o el descrédito hacia la lengua asturiana. Pido perdón si alguien se ha sentido ofendido por la incursión irónica aparecida en el último relato . Probablemente, desde mi desconocimiento, cometí errores sintácticos y ortográficos imperdonables, pero la ocurrencia sólo pretendía poner en evidencia que el Principado de Asturias había sido más madrugador e innovador que el Gobierno vasco a la hora de utilizar el lema "saboréala" en su oferta de promoción turística.
Todos mis respetos para el Bable, para sus hablantes y para quienes defienden la supervivencia y normalización de lenguas minorizadas, auténticos tesoros culturales vivos cuyo patrimonio pertenece al conjunto del colectivo humano.
Dicho ésto y hablando de Asturias, quisiera hacer una especial mención en este artículo a un amigo asturiano, prototipo de la nobleza y laboriosidad de la buena gente que en ese territorio he conocido.
Él se llama Manolo. Trabaja donde puede y sus hernias discales son las cicatrices abiertas que le ha dejado su incansable actividad, en el sector de la construcción -hoy en dique seco- o allá donde se lo proponga.
Anduvo por aquí. Como no, trabajando, en las repoblaciones forestales tras los devastadores incendios de finales de los 80. Y conoce muy bien nuestro entorno.
Pero lo que e verdad conoce a la perfección es la naturaleza; el monte , el río, la flora, la fauna. Le viene de línea genética. Su padre fue el guarda mayor del río Cares y no hay "pozu" ni rincón que guarde secretos para él. Ve lo que nadie puede. Ni tan siquiera con esas gafas que se ponen los pescadores para eliminar brillos y adivinar dónde están escondidos los peces. Gracias a él, en mi patosa vida de pescador (mucha afición pero destreza limitada) he conseguido echar a tierra dos salmones . Es la suerte del inútil, dicen. Pero fueron momentos de gloria. Y Manolo los propició y los festejó . Como si fueran los únicos en una trayectoria - la suya- plagada de éxitos y de piezas capturadas.
En él he visto la amistad, la rectitud, la humildad, la dignidad y la supervivencia . Es un asturiano auténtico. Un hombre recio, sin dobleces . Un hombre camuflado entre el paisaje. Un paisaje maravilloso. Verde turquesa como las aguas del Cares. Gris pétreo como sus roquedos quebrados. Él es para mi Asturias, mi parte de Asturias .
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