Juan Carlos Díaz Arkotxa, Genaro García de Andoain, Juan José Pacheco Cano Luis Hortelano García, Alfonso Mentxaka Lejona, Joseba Goikoetxea Asla, Iñaki Mendiluce Etxebarria , José Luis González Villanueva , Ramón Doral Trabadelo ,Txema Agirre Larraona , Jorge Díez Elorza, Iñaki Totorika Vega, Mikel Uribe Aurkia, Ana Isabel Arostegi Legarreta , Javier Mijangos Martínez de Bujo.
Hoy no hay ironías. Son quince nombres propios. Quince de una enorme lista que jamás debió escribirse. Catorce hombres y una mujer. Quince testimonios. Quince servidores públicos. Quince víctimas de la barbarie. Quince ausencias de dolor insoportable.
Y quince razones incontestables para callar la boca a tanto insensato que pretende el ventajismo político a cualquier precio.
El ventajismo de quienes afirman de que el nuevo gobierno “ha acabado con la impunidad de los terroristas”. Y quien esto afirma siembra la duda de que en gobiernos anteriores se miraba hacia otro sitio en la lucha contra ETA.
El ventajismo de quien ahora subraya que en la Policía Vasca “ahora sí hay voluntad clara de detener terroristas porque en los últimos años, por unos motivos o por otros, no se produjeron detenciones de ningún tipo". Palabras envenenadas de quien extiende la percepción de que alguien miró para otro lado y consintió –por omisión de sus funciones- la ignominia del terror.
Semillas de propaganda infame que pretenden herir el honor y el buen nombre de quienes han velado sin descanso por la seguridad de todos.
Mentiras de chanchulleros de esquina que pretenden convencernos de que la eficacia policial contra el terrorismo comenzó cuando ellos llegaron, que la mejora en la lucha contra ETA "probablemente" esté relacionada con la creación de la unidad especial antiterrorista creada por Rodolfo Ares a su llegada al departamento de Interior. Creación “nominal” ya que dicha sección existía desde años atrás y al menos dos de sus responsables pagaron con su propia sangre el tributo de libertad y seguridad de este país que profesionalmente encarnaban.
Estoy cabreado, sí. Harto de tanto político miserable para el que “todo vale” con tal de ganar notoriedad en los medios de comunicación. Notoriedad podrida de ofensa irresponsable. Latigazos de estupidez que esta sociedad, tan acostumbrada a la trifulca, no puede ni debe consentir.
Luego, para colmo, nos piden, como si fuéramos otros los que rompemos la “unidad democrática”, que abandonemos los reproches y desterremos el terrorismo y sus consecuencias dramáticas del argumentario político. Además de sal en la herida debemos callarnos.
Entre esos quince nombres propios que encabezan este escrito figuran varios amigos míos. Amigos y compañeros a los que amargamente recuerdo. Maldigo una y otra vez el día que las balas o las bombas “patrióticas” acabaron con sus vidas. Maldigo a quienes se autoadjudican el papel divino de la vida o la muerte de los demás. A quienes de ocho a tres son ciudadanos ejemplares, llevan a sus niños a las guarderías, fichan, y cumplen con su deber laboral y, cuando pueden, se dedican a dejar huérfanos, viudas y víctimas en general.
Me revienta que todavía haya quien no pestañee cuando todo esto ocurre.
Y ya me empieza a joder, que, además de toda esta desgracia, haya personajes simpáticos que nos intenten pasar la factura del funeral para mayor gloria de su ego político.
La comunidad científica está de enhorabuena. Ya hay datos empíricos. Los neandertales no se extinguieron. Evolucionaron y siguen entre nosotros. Los hechos y las palabras lo confirman. ¡Qué miseria.!
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