Despunta el calendario en septiembre y se redoblan los rumores sobre un movimiento en ETA y la izquierda abertzale radical no emancipada. Llevamos meses, años, en permanente adviento, a la espera de que llegue no el alumbramiento sino la defunción de la violencia de utilización política.
Conocí a un bravo activista democrático a quien le faltaban dos falanges de su dedo índice. No es que hubiera sufrido accidente alguno. Su mutilación se produjo por desgaste. “Este año cae Franco” se empecinaba en repetir mientras que recalcaba la proximidad del momento con enérgicos golpes de su dedo sobre la mesa. Y de tanto repetirlo, el año pasado, el posterior y el siguiente, fue desgastando su apéndice táctil hasta convertirlo en muñón. Y Franco murió en la cama.
Con ETA llevamos un camino parecido. Socialistas y populares que entre otras cosas argumentaron su coalición en Euskadi para “acabar con el terrorismo”, ven cómo su insensata profecía se la lleva el viento. Así acaba todo lo que se dice como reproche y no como un acto de responsabilidad. El terrorismo y sus consecuencias han sido, por desgracia, además de una desgarradora experiencia inhumana, un argumento, un ardid, sobre el que tejer un discurso político de carroña.
Para un gobierno o una coalición como la que hoy manda en Euskadi, vivir de espaldas a la hemeroteca es lo más cómodo, sobre todo cuando no hay una opinión publicada que, como en el pasado reciente, les enfrente a su incoherencia. Y si a la “Kale borroka” hoy se le denomina “gamberrismo veraniego”, nadie les recuerda las reconvenciones ni las graves acusaciones de connivencia con la impunidad terrorista que dedicaron sin misericordia a gobiernos anteriores. Reproches miserables de quienes exigían “no dar alas a ETA” y , en cuanto pueden, regalan a los violentos titulares y una presencia mediática que roza el bochorno.
Ha comenzado el curso político con dos declaraciones sonoras. La primera es de Jaime Mayor Oreja que cuan pregonero del mundo radical vaticina un próximo comunicado “esperanzador” por parte de ETA antes de las elecciones municipales. El anuncio tendría como fin distanciar la organización armada de la izquierda abertzale política y dar pie a que ésta pudiera estar presente en los próximos comicios locales o forales. Es decir, un nuevo engaño, una segunda edición de la “tregua trampa”.
La segunda irrupción mediática con este tema ha tenido como protagonista al Consejero de Interior , Rodolfo Ares, quien ha dado carta veracidad a la hipótesis de que en breve, ETA declare una tregua. “Tregua que será insuficiente “ – ha matizado-.
Es probable que algo de lo adelantado por Ares y Mayor Oreja ocurra. La Izquierda Abertzale no emancipada aún pretende recuperar para sí todo el espacio político y, según diversos indicios, ha solicitado a ETA un posicionamiento al respecto. De momento, no ha habido respuesta. Pero sea ésta cual fuere, el vértigo se ha apoderado de quienes impulsan la vía civil al observar que su movimiento sólo prosperará si en el mismo si involucra todo el barco del MLNV. Si hay náufragos o tripulantes amotinados, el proyecto se irá, nuevamente, a pique.
La historia se repite y como Penélope, tejer y destejer es todo uno. El diario DEIA publica una serie de documentos internos de ETA que, pese a tener un año de antigüedad, evidencian su tradicional falta de madurez en este proceso. Su fundamentalismo rezuma una falta de realismo que contrasta con las visiones “optimistas” que estos días se propagan en los mentideros políticos y periodísticos. Pese a que los papeles hayan llegado con un año de retraso (eso es todo una eternidad para una organización en debate permanente –de reunión en reunión hasta la derrota final- ETA sigue fosilizada. Sigue pensando que es el centro del universo, que el resto son los traidores, los que están débiles, o a los que hay que “fulminar”. Y con esas tesis del mundo de Matrix, es impensable, hoy por hoy , cualquier cambio de escenario.
Un buen amigo me dijo una vez que esperar ver a la Izquierda Abertzale radical deslegitimar a ETA era tanto como pretender que un día el Papa saliera al balcón de la basílica de San Pedro para proclamar que Dios no existe. Quizá resulte exagerado el símil, pero , con los datos que tenemos, resulta difícil ser optimista en la materia. A lo mejor, Ares y Mayor Oreja saben más del tema. Por el contrario, me indican que Otegi, que sigue en prisión y allí va a estar una temporada más, vuelve a ser pesimista. Por algo será.
Pero, por voluntad que no quede. Insistiremos con aquello de “este año se acaba ETA”, aunque en el ejercicio de autoafirmación no sólo perdamos las falanges sino que corramos el riesgo de terminar como la Venus de Milo
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