viernes, 8 de octubre de 2010

LA LECHE DE BRIK Y LAS MOLLEJAS




La primera vez que escuché hablar del “tipo marginal” en la aplicación de un impuesto pensé en un “quinqui”. Más adelante, cuando apareció la formulación de “sujeto pasivo” lo identifiqué con un parado y cuando finalmente observé aquello de “cuota líquida” me dí directamente a la bebida.


La ignorancia es la madre del atrevimiento. Por eso, antes de tropezar o meterse en un charco, es mejor ponerse rodilleras y botas de agua.


Giouse Cozzarelli, una joven panameña aspirante a reinar en la belleza, llegó al concurso exenta de las necesarias catiuscas. Un perspicaz jurado, de esos que siempre preguntan para hacer daño, quiso conocer el grado de conocimiento cultural de la sonriente dama a la que, sin tiempo para que lo meditara, cuestionó por Confucio. "Confucio –contestó rauda y veloz la bella muchacha- es un señor muy antiguo chino-japonés que inventó la confusión".

He de reconocer que, a simple vista, la respuesta puede sorprender. Pero, bien mirado, tampoco erró tanto la definición. Confucio es antiguo. ¿Chino-japonés?, bueno de por allí. Que “inventó la confusión”; es evidente que sus citas filosóficas siembran de dudas cualquier interpretación. No entiendo por lo tanto que la suspendieran.


Yo mismo, en un examen de historia contemporánea, ante la pregunta global de “El liberalismo en España” respondí escuetamente; “El liberalismo en España fue muy liberal. Lo siento pero no sé más”. Ante un axioma tan trabajado y no exento de rigor obtuve, no un cero, sino tres puntos en la evaluación. Otra cosa es que el “admirado profesor” que corrigió la prueba, hiciera escarnio público con aquella respuesta. Tras leerla ante el auditorio completo de la clase sentenció; “Nota del examen, tres. Un punto por poner bien el nombre y apellidos, un segundo por ajustar la fecha a la del calendario y otro punto más por ser tan conciso en la respuesta”.


Cuando se desconoce algo es mejor no ocultarlo. El otro día, sin ir más lejos, en una apasionada sobremesa gastronómica, un dechado contertulio afirmó que él jamás comía mollejas puesto que “eso de masticar testículos” le daba mucho asco. Es verdad que, en ocasiones, los genitales masculinos se desplazan hasta la garganta, pero ese tipo de episodios, más psíquicos que somáticos, nada tienen que ver ni con las mollejas ni con las sabrosas recetas que con ellas se pueden preparar.


Total, que de los ocho comensales que compartíamos mantel, siete desconocían la procedencia exacta o aproximada de la suculenta glándula de ternera o cordero. Así que, para no romper la sinfonía de ignorantes, no tuve más remedio que, por educación, morderme los huevos, que no las mollejas, y evitar el sonrojo de los parroquianos.


Pero uno, que es un descarado, tuvo a bien reconocerles que su grado de conocimiento agropecuario era como el de quienes están persuadidos de que la leche proviene del tetrabrik y no de la vaca.


Entre estos últimos debe estar el Consejero de Economía del Gobierno vasco, Carlos Aguirre. Aguirre, el “entusiasta”, no acaba de hacer números. Tiene que cuadrar sus previsiones de presupuesto y ni con el martillo pilón es capaz de remachar la jugada.


Las Diputaciones, que son las que mantienen las vacas, le han dicho que, según va el ritmo de las ordeñadoras, recaudarán algo más de las previsiones establecidas en el pasado ejercicio. Eso indica que la economía comienza a pitar pero no suficientemente. Pero Aguirre dice que necesita más. Lo necesita porque es un innovador nato. Quiere hacer el presupuesto al revés. Primero consignar los gastos y luego saber cuanto dinero necesita para cuadrarlo. Justo lo contrario de lo que hacemos el resto de mortales -tanto dinero tengo, tanto podré gastar-.


No obstante, tanta innovación tiene trampa. El Gobierno del Lehendakari López se ha comprometido con el PP para habilitar un fondo extraordinario de inversiones cuyo destino lo decidirá Basagoiti. El socio preferente tiene hambre y quiere leche, aunque la ubre de la vaca no dé más de sí porque la economía sigue famélica.


Pero eso no es todo. Si este año, a Aguirre le falta un quintal para que su presupuesto -propina al PP incluída- dé satisfacción a los gastos comprometidos por su gobierno, para el ejercicio que viene necesitará un palé entero al margen de la recaudación ordinaria. Lo tiene ya apuntado. Como el cuento de la lechera, y si el papel lo soporta todo, la vaca no.

El próximo jueves, reunión de pastores. Consejo Vasco de Finanzas. Confucio sería un señor muy antiguo chino-japonés que inventó la confusión pero no la leche de brik. Tiene mollejas el asunto.

2 comentarios:

  1. Más allá de saber que las "criadillas" y las "mollejas" no son lo mismo, queda por aclarar qué son exactamente en términos anatómicos. Descartado el concepto de molleja aviar (asociada al esófago y a su función digestiva), en el contexto de la discusión que describes podría referirse al timo o a la parótida de los mamíferos que mencionas. En general, el término "molleja" se refiere al timo, un órgano linfoide primario en el cual tiene lugar la diferenciación y maduración de los linfocitos indiferenciados (linfoblastos T) que salen de la médula ósea. Allí, los linfoblastos T adquieren los receptores antigénicos específicos y aprenden a no atacar a los autoantígenos (antígenos propios del individuo), convirtiéndose en linfocitos T maduros. También puede considerarse como un órgano del sistema endocrino y, por tanto, una glándula endocrina, ya que secreta polipéptidos con características hormonales (la timolina, la timopoyetina y el timosín a1) que, además de controlar la producción y maduración de los linfocitos T en el timo, regulan la actividad y las interacciones de las células T en los tejidos periféricos. Vamos, que con el conocimiento que reclamas, no debería haber mucha diferencia en el asco que algunos les produce la degustación culinaria de ambos manjares, las criadillas o las mollejas...

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  2. No dudaba en que Kalikrates conociera a la perfección el origen y las funciones de las mollejas (en concreto me refería al timo de los mamíferos, sobre todo en su estado jóven). No lo dudaba por dos razones. La primera por su docta sabiduría , que contrasta con la pazguata y alicorta cultura de quienes se tienen por compañeros/as. Y en segundo lugar por su azarosa experiencia culinaria, vinculada a la afición familiar (política, claro está) a las proteinas cárnicas. Siempre un placer Kalikrates

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