Todos lo signos apuntaban a que sucedería. La sorprendente aparición de Rufi Etxeberria en Radio Euskadi, sin comunicación previa y rompiendo el “apartheid” informativo que la mayoría del “cambio” sometía a la Izquierda Abertzale radical y sus dirigentes no era gratuita. Tal “concesión” no era casual. Tampoco la entrevista previa a Arnaldo Otegi, todavía en prisión, en la que aseguraba que “ETA estaba dispuesta a abandonar la violencia”.
Los insistentes rumores propagados por la prensa más rancia del Estado que advertían del movimiento tampoco eran humo de pajas secas. Algún portavoz cualificado se había ocupado “off the record” de preparar el terreno.
Y el comunicado de ETA llegó. A la tercera fue la vencida. La Izquierda Abertzale aún no emancipada había señalado que ETA debía hacer un camino que le llevara de Bruselas (la declaración del grupo internacional) a Gernika (el manifiesto firmado por Batasuna, EA, Aralar y otras organizaciones). Un acto “unilateral” que comprometiera un “alto el fuego permanente” y “verificable internacionalmente” como “expresión de voluntad para un definitivo abandono de su actividad armada.”.
¿Qué ha contestado ETA en su comunicado y cómo valorarlo?.
Inicialmente decir que, el comunicado de ETA es de lo más prosaico. No hay –cosa que se agradece- ni alardes figurativos ni cantos épicos como en otras entregas anteriores.
ETA, en su comunicación, declara “un alto el fuego permanente y de carácter general, que puede ser verificado por la comunidad internacional". De esta manera concreta “el compromiso firme de ETA con un proceso de solución definitivo y con el final de la confrontación armada".
Finalmente y como contrapeso, indica que “ETA no cejará en su esfuerzo y lucha por impulsar y llevara término el proceso democrático, hasta alcanzar una verdadera situación democrática en Euskal Herria”
Situación forzada
La interpretación, hablando de ETA, nunca es sencilla. Por un lado y como elemento diferente en toda la historia de la organización armada, no es ella la que lidera o encabeza el actual proceso. Hasta ahora, jamás ETA había cedido el protagonismo. Ella y sólo ella era la “vanguardia” del MLNV. Hoy, quizá porque todo el mundo a su alrededor ha certificado ya la ineficacia y la extemporaneidad de la violencia, sus pasos se ven arrastrados por la inercia de los acontecimientos.
Es como si el corcel desbocado fuera sacado de la circulación por el mozo de cuadras y éste le condujera con mano firme tirando de las riendas hacia el establo de donde no saldrá jamás. Y en ese símil, nadie puede descartar, que antes de llegar a su destino final, el animal, enrabietado, relinche y suelte alguna coz. Quizá por ello la tardanza de su manifiesto.
Una duda razonable; ¿tiene ETA interiorizado que ha llegado su final?
En segundo lugar, en su última declaración se echa en falta el término “unilateral”, introducido en la declaración de Gernika por Aralar. La “unilateralidad” significaría la inequívoca voluntad propia de la organización por llevar a cabo el proceso de desarme. Voluntad no expresada lo que implicaría una duda razonable sobre la reversibilidad o no del camino andado. Todo ello se lastra aún más con la declaración final en la que ETA se sigue reservando un protagonismo para nada aceptable (“ETA no cejará en su esfuerzo y lucha por impulsar y llevara término el proceso democrático…”)
Luego, en este sentido, aún queda sin despejarse la cuestión principal; ¿está ETA convencida de que sus días se han acabado?.¿Tiene ETA interiorizado que su final ha llegado?. Sus últimas líneas dan a entender que aún no ha asumido tal premisa.
Alto el fuego “general” y “compromiso firme”
La constatación del “alto el fuego” con carácter “permanente” indica un cese de actividades violentas con vocación de durabilidad. También en el anterior proceso se incluyó dicha definición y la bomba de la T-4 en Barajas explosionó en tal marco. Marco que, por cierto, ETA no declaró roto hasta meses más tarde.
Las principales novedades del comunicado ahora publicitado estriban en el reconocimiento de que sus hechos son “verificables” y la inclusión en ese “alto el fuego” del ámbito “general”, lo que incluye las acciones de aprovisionamiento (extorsión a través del impuesto revolucionario) y de las acciones “populares” (kale borroka).
La verificabilidad del cese de la actividad armada supondrá, de facto, la intervención de una agente externo de reconocimiento y legitimación internacional que certifique la parálisis terrorista en sus diferentes formas. Quiere eso decir que bajo esa supervisión debiera documentarse y cerciorarse le no utilización de arsenales ni comunicaciones de orden ofensivo entre quien dirija la organización y sus activistas de campo.
De ser real esta consideración de “verificable”, se daría un importante paso en aras a encontrar un movimiento “definitivo”, el término que todos esperábamos ver en el comunicado y que, sorprendentemente aparece unido a “compromiso firme” con “el final de la confrontación armada".
Términos como “compromiso” y “definitivo” van más allá de lo que los firmantes de la declaración de Gernika solicitaban (“expresión de voluntad para un definitivo abandono de su actividad armada”).
Volviendo al ámbito de “verificación”, la vinculación de algún protagonista internacional hará sentir a ETA una autocomplaciente sensación de autoestima, de que aún es tenida en cuenta, aunque esa relevancia sea puramente instrumental y residual.
La ampliación del alto el fuego en todos los frentes ofensivos significa además que, por primera vez, no se contempla la utilización de distintos grados de intensidad del terrorismo como fundamentos tácticos que suplanten la inacción armada directa. Es decir, que no habrá violencia de “baja intensidad” – ni kale borroka, ni extorsión- que nos recuerde que, pese a la tregua, la amenaza violenta siempre está presente.
No baja la persiana pero apaga la luz del chiringuito
Algunos seguirán valorando esta declaración en términos de “suficiencia-insuficiencia”. Lo he dicho en alguna ocasión más, quien espere que ETA comparezca en un momento y, ante todos, se quite la capucha para decir que pone fin a su trágica vida de actividad violenta se equivocará. Una disolución, como la de los poli-milis, es improbable e irrepetible. Quien conoce a ETA sabe que su desaparición será larga y tortuosa, pero quizá no resulte ya, tras los pasos emprendidos, dolorosa.
Con esta última notificación pública, ETA todavía no “baja la persiana”. Pero sí se percibe que como paso previo al cierre, alguien ha apagado la luz del “chiringuito”. De ahí la especial relevancia de esta comunicación. Su mundo le pide a gritos un cierre patronal para que su ruina no afecte a quienes desean centrar su trabajo en otra empresa y en otro proyecto. El viejo coche de la lucha armada ya no se vende, porque nadie lo compra. Ha llegado el momento de que sus dueños lo envíen al desguace. La reconversión comienza a ser un hecho. Hoy más que ayer.
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