El Congreso de los Diputados tomará mañana en consideración una proposición de ley del Grupo Vasco (PNV) por la cual los territorios históricos de la Comunidad Autónoma se denominarán oficialmente en el Estado como lo acordaron en los años 80 sus respectivas Juntas Generales; es decir Bizkaia, Gipuzkoa y Araba-Álava.
Que, en el siglo XXI tengamos que asistir a este tipo de representaciones, que todavía haya partidos y grupos que nieguen la denominación única, que, además, esta solución haya tenido que ser pactada por acuerdo presupuestario…es como una broma.
La denominación “castellana” – “Vizcaya”- se mantiene porque, según sus defensores “el único organismo capacitado para fijar los nombres oficiales de una provincia en el conjunto de España es el Congreso”.
Sin embargo, la Constitución Española y el reconocimiento de los derechos históricos de los territorios forales, y el posterior Estatuto de autonomía de Gernika , refrendado en las urnas y sancionado como Ley orgánica, determinó la capacidad de autoorganización de los ”territorios históricos” vascos, acabando con la formulación de “provincias”.
Como tal, las Juntas Generales de Bizkaia, en ejercicio de sus competencias, aprobaron la Norma foral 12/1986, de 15 de diciembre, sobre “signos de identidad del Territorio Histórico de Bizkaia”. Su título primero, “denominación”, artículo primero dice así:
“La denominación oficial del Territorio Histórico es el término euskérico "BIZKAIA".
Dicho acuerdo oficial ha sido reiteradamente vulnerado por quienes se obstinan en determinar que Bizkaia es una “provincia de España” y no un Territorio Histórico.
Ni que decir tiene que el mantenimiento de una grafía castellana, al margen de un desprecio a las instituciones y normativa foral –no guardan el mismo reparo a la hora de acogerse a la misma naturaleza foral de la normativa cuando de subvenciones o deducciones se trata-, obedece a un posicionamiento político. Como si la grafía fuera un arma política que utilizar como ariete o como conservante de las esencias patrias.
Pronto, quienes utilizan la argucia de la “provincia” para argumentar su desobediencia a “Bizkaia”, se quedarán sin argumentos. Aunque para ello, el trasnochado concepto de “provincia” sea rebautizado en Cortes en consonancia con la legítima definición que de nuestro territorio hicieran las Juntas Generales.
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