Mi madre, como toda madre, tiene dichos evocadores. Casi siempre tiene respuestas. Algunas instintivas, otras con mayor grado de maduración. Así, si entras en su cocina y dices “que bien huele”, la contestación será automática; “mejor sabrá”. Si interrogas demasiado y terminas inquiriendo “a dónde vas?”, corres el riesgo de que obtengas como réplica aquello de “a joder preguntadores”.
Digo todo esto porque a tenor del lío y el barullo que se ha montado alrededor de la Izquierda Abertzale -¿sabíamos o no que son maestros del enredo?-, cabe alzar la voz para intentar poner un poco de orden en el tráfico y decir aquello de “formalidad!, poca, pero que dure”.
Formalidad y educación. Yo pensaba que los niños bien de la derecha tenían más clase de la que viene demostrando su jefe de filas en Euskadi. Calificar a Brian Currin de “mercenario” y al grupo de mediadores por él liderado de “banda” es, cuando menos, una ocurrencia grosera. Sobre todo, cuando los mencionados “facilitadores” tienen tras de sí bagajes personales tan destacados como haber sido secretario general de la Interpol, defensora del pueblo de Irlanda del Norte, colaborador de la ONU en la defensa de los derechos humanos o asesor en las negociaciones de paz de Camp-David entre israelíes y palestinos.
Seguramente, para contrastar tamaña idiotez, Antonio Basagoiti podrá exhibir su propio currículo personal como rasero de sus comparaciones talentosas.
Está bien que la gente manifieste lo que le gusta o no, que pueda mostrar su desacuerdo o adhesión a la iniciativa de Lokarri con Currin y su grupo internacional. Pero de ahí, a competir en el insulto con Jimenez Losantos va un largo trecho.
A Basagoiti le vendría bien (por si el talento es contagioso), mantener un contacto con Alberto Spektorowski. Spektorowski es actualmente profesor de Ciencia Política en las Universidades de Tel Aviv , Columbia (Nueva York) y Wisconsin (Madison, USA) entre otras. Fue asimismo consultor del ex ministro de Israel, Ben Ami y miembro del equipo de la Cancillería israelí durante las negociaciones de paz de Camp David.
Yo tuve la fortuna de coincidir con él hace unos años en una visita que hizo a Euskadi. Me impresionó su lucidez, su agudeza mental y el conocimiento que tenía de este país. En resumen; una “lumbrera”.
Seguimos con “Sortu” y el guión preconcebido y anunciado semanas atrás. Hoy toca manifestación. “Hacia la paz, legalización” es el lema. Churras, merinas, latxas y hasta alguna caranegra carranzana. Todo bien mezclado. Y el que enreda, pesca.
La Izquierda Abertzale había anunciado solemnemente que el camino a la legalización lo iba a practicar en solitario. Que era una asignatura que les competía a ellos. Pero, de buenas a primeras, y siguiendo la tradición, han buscado pescar en río revuelto. So pretexto del momento histórico, de la responsabilidad, de la justicia, de la solidaridad y de no sé cuantas cosas más, han hecho un llamamiento “ad hominem” de cara a captar adhesiones “independientes” y su convocatoria ha encontrado eco.
Uno no sabe diferenciar ya si esas complicidades que a modo individual se han sumado a la convocatoria responden a la libertad de espíritu de los adheridos o, como diría mi madre, al interés de “tocar los cataplines” a algunos (me refiero al PNV).
Sortu no es “Udalbiltza” ni “Egunkaria”. Es, no lo olvidemos, una formación política con vocación de competir y derrotar al nacionalismo vasco del PNV. Salir a la calle para reclamar su legalización puede tener su dosis de buena intención pero quien lo haga – libre y legítimamente- que no olvide que su apoyo va a ser interpretado más allá de un simple sentimiento de solidaridad o de defensa de los derechos humanos. Quien vaya sabe a qué va ir. Unos, desde hace tiempo y por pura estrategia de supervivencia, han asumido el papel de “palmeros” de la nueva marca de la Izquierda Abertzale. Que no se molesten los dirigentes de EA por esta consideración. Ha sido su decisión y es respetable.
Lo que ya no se entiende tan bien es que, otros, pretendan sumarse a la procesión de tapadillo y de rondón como si su participación fuera la de quienes, inocentemente, salen a la calle a cantar el “Viva la gente”. No se puede estar en “misa y repicando”.
A nadie le gusta que le hurguen en sus genitales. Y mucho menos que lo hagan con las manos frías.
El partido que preside Urkullu está molesto. No me extraña. Después de todo lo que está haciendo para la emancipación sea posible – ha puesto el tiempo, la oportunidad y se ha brindado como puente para propiciarlo-, a las primeras de cambio, es pagado por los “oleagas” de turno con una tocada de pelotas en toda regla.
Más le vale a la Izquierda Abertzale no continuar con este juego. Aunque encuentre voluntarios propios o ajenos con las manos frías dispuestos a ello. El respeto en la interlocución que hasta ahora ha encontrado en el PNV está en liza.
No hay comentarios:
Publicar un comentario