Jose Antonio Pastor lleva unos meses de frenética portavocía. El dos veces candidato vencido a diputado general en Bizkaia y aspirante nuevamente al mismo destino, está desquiciado intentando encontrar un hueco donde colocar su mensaje en los medios de comunicación. Y como los medios son como son, que no te dan un centímetro de titular a menos que la cita sea recurrente. Recurrente o estridente.
Pastor lo ha intentado de todas las maneras posibles. Por tierra, mar y aire. Con ruedas de prensa efímeras pues solo las han reflejado las agencias de noticias. Por declaraciones “ad hoc” que han obtenido un pildorazo en los teleberris del “cambio”. Con mítines cargados de dardos con curare.
Sus mensajes se han ido endureciendo. Ha cargado contra Urkullu, de quien ha dicho que no tiene liderazgo. Ha pretendido alimentar la supuesta división del PNV, halagando a Egibar y despreciando al resto de dirigentes nacionalistas. Ha tratado de deslegitimar el papel opositor del principal partido de Euskadi. Pero, sobre todo y ante todo, ha fijado su mira telescópica en Jose Luis Bilbao y en su gestión en la Diputación vizcaina.
Le ha dicho de todo; que es el portavoz “de la bronca”, que más que diputado general es el “ariete opositor del gobierno”, que manda a golpe de “capricho”, que su gestión está llena de “irregularidades”, que lo que hace “siempre termina en los tribunales” o que su “insolvencia” costará “millones de euros” a los bolsillos de los vizcainos/as.
Cada cual es muy dueño de establecer las estrategias que considere. Es muy dueño de hasta equivocarse pertinazmente. Lo que ya no es de recibo es sobrepasar todas las líneas rojas de la prudencia y dedicarse a propagar infundios y falsedades por doquier. Hablar de la “corrupción del PNV”, de “presuntos delitos”, de “escándalos urbanísticos” , de “oscuras tramas” o de actitudes “oscurantistas y obstruccionistas”, es pasar la raya de la crítica política. Y lo es aún más alimentar la sospecha generalizada de abuso de poder al afirmar que, si gana las elecciones encargará una auditoría porque “esto es, solamente, la punta de un iceberg de una trama muy compleja” en la que cree que la Diputación “puede tener algo que ocultar”.
Sabe el portavoz Pastor que la Diputación –todos sus departamentos y empresas públicas- está auditada y controlada anualmente por el Tribunal Vasco de Cuentas Públicas. Sabe que incluso existe una oficina permanente de dicho tribunal en la Hacienda Foral. Que no hay ninguna Administración sometida a tal control. Y debe saber, además, que para el control del ejecutivo ha desarrollado su labor, hasta hace bien pocos días, el legislativo, las Juntas Generales de Bizkaia de las que el señor Pastor ha formado parte (lo sigue haciendo a través de la Comisión Permanente).
Lo que ocurre es que su presencia en esta institución ha sido, cuando menos, escasa. (En el conjunto de la pasada legislatura, el portavoz socialista, secretario general de los socialistas vizcainos y portavoz parlamentario en Gasteiz, dejó de asistir al 40% de los plenos celebrados por las Juntas Generales de Bizkaia. Muchos asientos para un solo trasero según parece).
La manipulación, el enmascaramiento de la verdad o la gratuita difamación, son conceptos que debieran de desterrarse en la acción política.
Habla el señor Pastor de “ocultación” y de la necesidad de la transparencia en la política. Empecemos por él mismo.
.- ¿Dónde vive desde hace unos años el secretario general de los socialistas vizcainos?
.- Si es cierto que su domicilio habitual está situado en Cantabria, ¿no es cuando menos irregular que mantenga su empadronamiento en un municipio minero vizcaino, donde no reside desde hace varios años?
.-¿Es cierto que como parlamentario vasco cobra lo que se denominan “dietas de locomoción” correspondientes a sustanciar los gastos de kilometraje de sus señorías?
.-¿ Y en las Juntas Generales de Bizkaia? ¿percibe el apoderado Jose Antonio Pastor una aportación económica fija atribuible a los gastos por desplazamiento?.
.- Lamentablemente y con mi condena expresa por tal hecho, el secretario general de los socialistas vizcainos, forma parte de ese colectivo de personas amenazadas por el terrorismo de ETA. Como medida de protección, lógica y justificable, ¿está sometido el señor Pastor a un servicio de protección por parte de los cuerpos de seguridad?. ¿incluye dicho servicio la utilización de vehículos de seguridad?. ¿Sufraga la Comunidad Autónoma y sus instituciones dicho servicio a través del presupuesto público?. Siendo esto lógico, ¿entiende compatible el cobro de dietas parlamentarias de kilometraje o desplazamiento cuando su movilidad ya está cubierta por las cuentas públicas?.
La ciudadanía necesita saber, más allá de los discursos o de los titulares redondos o afilados, qué bagaje personal, ético y político presentamos quienes nos hemos ofrecido a representarla. Bolsillos de cristal. Compromiso ético de los dirigentes políticos. Transparencia. De acuerdo, señor Pastor. Pero para todos.
Por cierto, no se escude en el malvado terrorismo para justificar algo que no tiene nada que ver con él. Por desgracia, ETA ha matado en Basauri o Bilbao y también en Santoña o Jaca. La seguridad y el terrorismo son una cosa y la cartera o el presupuesto otra.
Una última cuestión –por el momento-. Puede seguir con sus ataques y con sus descalificaciones al actual Diputado General de Bizkaia. Él –Jose Luis Bilbao-, cuando su partido le ha renovado su confianza para ser candidato a los próximos comicios forales, ha presentado voluntaria y públicamente, su declaración de bienes, intereses y situación patrimonial personal y familiar. Un gesto quizá innecesario pero que le honra. Todos hemos podido ver que el cristal de sus bolsillos es transparente.
¿Está usted, señor Pastor, en condiciones de hacer lo mismo?.
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