lunes, 26 de septiembre de 2011

LA CREDIBILIDAD DE “BILDU” EN LA “UNIDAD DE QUEMADOS”

Los graves incidentes provocados el pasado viernes en Bilbao dejan tras de sí una larga lista de pérdidas materiales, mobiliario calcinado, un herido y numerosos detenidos. La consecuencia de la “guerrilla urbana” ha dejado en estado de “shock” a un barrio pacífico y trabajador que ha visto turbada su paz tradicional por vándalos de todos los pelajes que han pretendido convertirlo en frente de una batalla irracional y despreciable.


Si los “okupas” de “Kukutza” se afanaron en presentar su opción como un modelo de convivencia “alternativo”, los pirómanos del pasado viernes acabaron con su imagen y con muchos de los nobles sentimientos de solidaridad que habían basculado hacia ellos su simpatía.

La “carroza” se convirtió de repente en calabaza. En la calabaza podrida que tantas veces ha irrumpido en las calles de Euskadi en los últimos tiempos.


Muchos pensábamos que el “fuego purificador” de la “borroka” nos había abandonado para siempre. Pero ese sueño se convirtió en pesadilla al no calcular que las transiciones humanas nunca se generan de la noche a la mañana y que, pese a las declaraciones más o menos sonoras que nos anuncian concordia y reconciliación, siempre queda un poso de intolerancia y de odio en el corazón de muchas gentes, incapaces de romper con una dinámica – la que siempre han practicado- implicada exclusivamente en la destrucción y la violencia.

Estamos cerca de la paz. Más cerca que nunca. Pero la paz por si misma no significa concordia. Mucho me temo que aún deberá pasar mucho tiempo en Euskadi hasta que el respeto a los demás, a sus ideas, a sus derechos, puede verse con plenitud. Hay una parte de nuestra sociedad que ha vivido vacía de valores. Y recuperar el espacio de convivencia perdido nos costará más de un sobresalto como el que vivió Bilbao la tarde-noche del pasado viernes.

El brote de violencia callejera surgido tras el caso “Kukutza”, antagonista con los principios libertarios y participativos que decían defender los defensores de esta comunidad sociocultural, ha dejado tras de sí un cúmulo de pérdidas materiales. Destrozos tangibles y, también, una quiebra no menos constatable. El desmarque de “Bildu” en la condena unánime de los hechos, su rácano posicionamiento público culpando a los demás de los incidentes, nos indica claramente que la “Perestroika” de la Izquierda Abertzale aún necesita de maduración.

La reacción de “Bildu” en Bilbao –en primera línea para exigir derechos y frente a las instituciones que representan a la hora de reclamar responsabilidades- ha hecho fracasar nuestras expectativas de cambio en la formación de la izquierda radical. Ese no es el camino.

Bildu, a las primeras de cambio, nos ha defraudado. La violencia, cualquier tipo de violencia, no puede ampararse ni justificarse bajo ningún concepto. Y Bildu lo ha hecho. Con su actitud, propia de un pasado que queremos olvidar, ha quebrado nuestra exigua confianza. Su credibilidad está en la “unidad de quemados”. La chamuscaron las llamas de la violencia gratuita que algunos desplegaron el pasado viernes.

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