sábado, 22 de octubre de 2011

ESPECIE INDETERMINADA

La especie humana se diferencia del conjunto de seres animados en el raciocinio. Buscamos, a través del conocimiento, la experiencia y la lógica, respuestas para interpretar el mundo que tenemos en derredor. Y, pese a que en demasiadas ocasiones nos dejamos llevar por la imperfección de las sensaciones, y hasta de la intuición, la tendencia general de nuestros actos se basa en fundamentos empíricos. Es decir en datos, pruebas y experimentos testados científicamente.


El conocimiento, la investigación y la observancia rigurosa nos han dejado un sinfín de aplicaciones que implementar en nuestro comportamiento humano. La necesidad de tasar las cosas que nos rodean ha tenido como consecuencia multitud de elementos de medida y precisión que determinan la exactitud de cada ente. Peso, distancia, volumen, fuerza, dureza, intensidad, temperatura…todo tiene su escala de medición para acotar objetivamente las correspondientes unidades.

Hablar con rigor es citar las distancias en metros, el tiempo en segundos, el peso (la masa) en kilogramos, y así sucesivamente.

Pero esta lógica, que convierte a un ser en inteligente, suele ser casuística excepcional en buena parte (ya empiezo a ser difuso en los datos) de nuestros/mis comportamientos. Es, cuando el “homo sapiens” se convierte en “homo indeterminado”.

Pondré unos ejemplos. Mi dieta alimenticia me indica que debo comer 20 gramos de pan. Y yo como un cacho pan. Y para ser aún más indeterminado, “un cacho así”
Mi médico me recomienda caminar durante una hora y, yo, por hacerle caso, paseo un rato, hasta que me canso. Luego, me siento y me levanto enseguida.


Todo es indeterminado. “Esta mañana no se veía ni huevo”. “Hace un calor que te pasas”. “Iba con el coche a toda pastilla”. “La presidenta de la CAM se llevó del banco una tanganada de billetes y luego se apuntó al paro”.

El problema de los indeterminados comienza cuando entramos en los superlativos. Un entrenador extranjero del Athletic confesaba a unos amigos hace no mucho (ni hoy ni ayer), que en su adaptación al club y al ambiente, no había tenido excesivos problemas con el idioma (o los idiomas). Que lo que más le había costado asumir eran los superlativos. “Sí. Aquí empiezas por decir `lejos´, y alguien te responde `¿muy lejos?’ y cuando le contestas “sí”, te dice ; `ya, a tomar por cu…’”. O “grande, muy grande… la ost…de grande”. Aquel “mister” trataba de aclarar sus dudas con dos dedos de whisky en su vaso. (en horizontal o en vertical?)
Sí, tenemos problemas para concretar lo que queremos decir. “Bua chaval, qué fuerte”.

Jesús Eguiguren, presidente de los socialistas vascos indicaba el pasado miércoles que el lehendakari López “tendría que haberse quemado, arriesgado y jugado el todo por el todo por la paz”. Le contestaba Idoia Mendia, portavoz del gobierno; “Patxi López se está achicharrando” en la búsqueda del fin de la violencia.


Lo que nadie supo explicar fue el grado de la quemadura ni la extensión corporal chamuscada. ¿Está el Lehendakari poco hecho, en su punto, quemado, o achicharrado?.


Todos los estudios sociológicos –aquí entra la estadística en escena- dicen que está “poco hecho” (no llega al 4 de valoración media). Él, por el contrario, se ha sentido “achicharrado”. En un término medio, y buscando la ecuanimidad, diremos que está “más quemado que la pipa de un indio”.


No concretamos ni bajo presión. Ahí está Rubalcaba “el químico” intentando día sí y día también que Rajoy presente sus medidas. Pero el líder del PP ni se inmuta. Medidas ya le tomaron a Camps y mira dónde está el pobre; en un banquillo y procesado por unos trajes “de nada”. Vamos, que dice Rajoy que a él no le pillan. Que lo mejor es sumarse al coro de González Pons y su cita de “ni puñetera idea”.



Indeterminada era también la fecha en la que llegaría el comunicado de ETA. “Hoy, mañana, el sábado….” Llegó el jueves, a las siete de la tarde. Y el lehendakari en un tren a miles de kilómetros. Paren que me bajo.


Por fin algo concreto; el contendido del anuncio. “Cese definitivo”. Vamos, que la persiana está cerrada.
Desde entonces, el neandertal que llevo dentro, ha empezado a medir sus sensaciones. La paz mola mazo. Me ilusiona un montón.

A disfrutar como enanos. (por cierto, cómo disfrutan los gigantes?)

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