viernes, 23 de diciembre de 2011

PAQUETE

Lo primero que me han dicho esta mañana es que tengo un paquete en el despacho. Y no lo he entendido bien. Estaba obtuso, un poco denso. Los que tenemos el biorritmo bajo, tenemos problemas para comenzar la jornada con buena cadencia. Por lo menos a mí, me cuesta hablar y hasta pensar. Es un automatismo diesel que se supera según avanza el horario.


“¿Un paquete? – he pensado-. E inmediatamente me ha entrado una neura polisémicas. No es lo mismo que te manden un paquete que te metan un paquete. Tampoco significa lo mismo “ser” un paquete o “ir” de paquete. Por no decir nada de quienes “marcan” paquete. Conozco a uno que es especialista en la materia. Se ajusta tanto el pantalón que cualquier día, cuando tira de la cintura hacia arriba para ceñir el tiro va a tener un disgusto y se va a estrangular un huevo. Y eso tiene que doler de cojones, nunca mejor dicho.

A lo que vamos, tenía un paquete en la oficina. Efectivamente, allí estaba. Sin distintivos, sin referencia. Una caja de cartón. Estaba yo tan albardado que no me picó ni la curiosidad para hurgar en su interior. Mientras subía en el ascensor un compañero me había dicho que la diputada de Agricultura había enviado el tradicional regalo navideño; unas manzanas y kiwis de la estación de fruticultura de Zalla. Allí, en ese municipio encartado, la Diputación de Bizkaia experimenta desde largos años con variedades de fruta (mejora genética) y hace pruebas de txakoli y sidra. Es un referente de innovación para el sector primario vizcaino.


Tras contemplar el bulto me dije a mí mismo “ya tienes material para hacer una buena compota, que nos vendrá bien para aligerar el festival gastronómico que viene”.


Y sin mayor entretenimiento envié, por correo electrónico, un agradecimiento a la diputada en cuestión, al tiempo que le felicitaba las pascuas.


A partir de ese momento, de la toma en contacto con el ordenador, mi biorritmo se aceleró y comencé a funcionar a pleno rendimiento.


De la documentación que estudié durante la mañana, me llamó la atención la modificación de la Ley de Tasas y Precios Públicos de Euskadi. En esa reforma aprobada por el Parlamento Vasco se incluye un canon por la prestación de servicios de rastreo, rescate o salvamento durante la práctica de actividades consideradas como peligrosas o de riesgo. Es decir que si alguien se pierde en el monte o sufre un accidente en la práctica de actividades de riesgo y debe ser salvado deberá abonar a la Comunidad Autónoma el coste inducido por la utilización de los recursos de emergencia. Con preocupación miré el listado de actividades declaradas de “alto riesgo” (submarinismo, travesía de natación, windsurfing, flysurf, esquí acuático, wakeboard, wakesurf, skurfwer, motos de agua, bodyboard, surf, rafting, hydrospeed, piragüismo, remo, descenso de cañones y barrancos, puenting, goming kite buggy, quads, escalada, espeleología deportiva, bicicleta en montaña sin casco protector, motocross, raid y trec hípico, marchas de turismo ecuestre, esquí, snowboard, motos de nieve, snowboard, motos de nieve, paraski, snowbike, muching, skibike, aerostación, paracaidismo, salto base, vuelo de ultraligeros, vuelo en aparatos con y sin motor, parapente, ala delta y parasailing) y como comprobé que entre ellas no estaba la única modalidad que practico – la barra fija-, me quedé más tranquilo.


De todas formas, me llamó la atención que la defensa del nuevo “paquete” sancionador la hiciera el Consejero de Economía Carlos Aguirre quien justificó la medida no en un “objetivo recaudatorio” sino “en función de su intencionalidad preventiva y disuasoria con respecto a actuaciones imprudentes”. Es decir, que lo que el Consejero de Economía quiso decir es que con esta reforma se pretende que haya menos accidentes y más seguridad.


Si lo hubiera afirmado Ares, el dios de la guerra, el argumento resultaría creíble, pero, presentado por el cajero del Gobierno, el alegato sonó a broma. ¿Quién rescatará a este gobierno de su extravío y que tasa deberá abonar por sus reiteradas imprudencias?. Basagoiti empieza a estar harto de su papel de socorrista. A su salvavidas le queda ya poco tiempo disponible. El paquete a sustentar, resulta muy pesado.


El mío –el que encontré esta mañana-, lo he llevado a casa sin abrir. Oh, sorpresa. Equivoqué el porte. Haré una compota con los tomos presupuestarios. Mi imprudencia también tendrá castigo. De esta no me salva ni Jordi Évole. Seré paquete!.

3 comentarios:

  1. Koldo,
    Muy bueno tu comentario sobre el paquete de Agirre (cajero del gobierno y suplente en este partido de segunda categorìa, porque con el apoyo del Pp estos sacan a los juveniles a jugar...).
    Aunque para paquete, tienes un filón con la amiga Loly y el paquete lleno de caspa cutre que le ha caído por no custodiar convenientemente su txartela de todo-gratis en el transporte pùblico... ¿O será para quitarsela de en medio y de paso meter a otro? ¡Quién sabe!
    Lo que es claro es que ahí hay un filón, que si se trata con tu, con perdón, mala leche, pero de la fina y buena, puede dar mucho juego para acabar el año con humor.

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  2. Si alguien sufre un accidente practicando goming o puenting... ¿qué hay que rescatar?... o cobran a la familia por limpiar las piedras del rio salpicadas...

    Mountain - bike sin casco no es rescatable... pero si te pones casco como si te lanzas barranco abajo¿?¿?¿?¿?¿?¿?¿?¿?¿?¿?¿?

    Creo que cada día me entero de menos...

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  3. ¿Un inconsciente qué tiene un accidente por exceso de velocidad en una carretera puede ser evacuado por el helicóptero de Osakidetza gratis y una surfista que surfea en Sope y se golpea con la tabla tendría que pagarse el rescate? ¿Por qué? Qué gentuza, por favor!. Qué cobren tras haber probado la imprudencia, no estableciendo una lista previa de deportistas condenados...

    Edu

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