Casi me intoxico. En una reunión de esas en las que el tedio pone a prueba tu capacidad de concentración y en la que, irremediablemente, los ojos se cierran y el sopor te traslada al terreno de Morfeo, traté de recobrar la concentración como pude. Primero bebí agua. Y cuando la botella se acabó y los párpados volvían a ceder, me puse a jugar con el bolígrafo. Hasta que se cayó por gravedad. Mi parálisis somnolienta podía con todo. Me incorporaba en la silla. Me movía. Pero el sopor del encuentro resultaba hipnotizante. Pese a todos los esfuerzos, mi voluntad cedía. Me resistía, pero el sueño vencía. Una sensación traumática me envolvía. Ante los ojos de todos –que vergüenza-, como víctima de un narcótico, me dormía.
Un alma caritativa que contemplaba el trance tuvo a bien enviarme un mensaje al móvil. El celular vibró y recobré la consciencia con un espasmo. “Te estás durmiendo”. Me acordé de Camilo José Cela en las primeras Cortes Generales. El autor de “Viaje a la Alcarria” contestó malhumorado cuando el presidente de turno le amonestó por sestear en el escaño. “No estaba durmiendo –contestó el escritor-. Estaba dormido. Diferenciemos los términos, porque no es lo mismo estar jodiendo que estar jodido”.
Vamos, que recobré, por un momento la lucidez. Eché la mano al bolsillo y en el fondo de la chaqueta encontré un caramelo. Mientras lo chupeteara –pensé- permaneceré insomne. Y así fue. Sin mirar desenfundé el dulce y lo introduje en la boca rápidamente.
Al instante noté un regusto desagradable. El caramelo sabía a rayos. Como pude, tuve que escupirlo y, ávidamente, ausentarme de la sala para, en el baño, forzar un leve vómito. Sí. Casi me intoxico. De vuelta a mi aposento descubrí la razón. El envoltorio de aquella golosina tenía el anagrama del PNV. ¿Intoxicado por un caramelo del PNV?. Y también la de Eusko Alkartasuna. A saber el tiempo que llevaba aquel caramelo en el bolsillo de la chaqueta (echen cuentas los lectores los años transcurridos desde que el PNV y EA dejaron de concurrir en coalición a unas elecciones). Eso y que la americana en cuestión había pasado en varias ocasiones por la lavandería.
Caramelos electorales. Todavía me acuerdo cuando en campañas pasadas repartíamos “farias” entre los jubilados. Menuda ocurrencia. Puros y cerillas como reclamo del voto. Por no hablar de aquellos frasquitos de perfume barato (y tan barato) que como el pachuli, dejaba un rastro olfativo inconfundible. “Mi nariz dice que ahí va un posible votante del PNV” (o era uno fumándose un faria o algún/a incauto que había abierto el bote de la colonia). Era la liturgia de las campañas electorales. De los mitines, el reparto de pasquines y la musiquita de megafonía autotransportada.
Todavía no se han escuchado las sintonías de las formaciones políticas, pero que los comicios autonómicos están cerca no lo niega nadie. ¿Pronto? –tras las vacaciones estivales-. ¿Más adelante? –pasada la epifanía-. Los actores de esa contienda democrática comienzan a preparar su estrategia.
Patxi López va a ser la cabeza de cartel del Partido Socialista. No tienen más bagaje que el hoy inquilino de Ajuria Enea. Con un partido desinflado, el portugalujo pretende resituar su imagen para centrar bien el caladero de sus redes de influencia. Tres años de pacto con la derecha del Partido Popular han dañado notablemente sus opciones. Además, ya no existe el factor “novedad” que le hizo cosechar, hace tres años, un magnífico resultado. Cuenta, igualmente, con la rémora de una gestión gubernamental decepcionante, y con la desafección cada vez más notoria de quienes vieron en él a una alternativa primorosa para descabalgar del poder al nacionalismo vasco. Esos sectores ultras que cerraron filas en torno a López para sacudir al PNV comienzan hoy a pasarle factura con los primeros guiños de viraje discursivo. Es lo que tiene rodearse de “amigos” de conveniencia cuya adhesión “inquebrantable”, sustentada en su antinacionalismo, se ha quebrantado en cuanto López ha dejado de ser un instrumento eficaz para su integrismo constitucional en Euskadi.
Sin ir más lejos, esta pasada semana, uno de esos portavoces de la “caverna” que otrora tantas reverencias hiciera a líder del “cambio”, Román Cendoya escribía un artículo en “la Gaceta” que titulaba, sin rubor alguno “Patxi López traidor”. La columna del comentarista del “Gato al agua”, indignado por el giro del Lehendakari en materia penitenciaria y de pacificación, situaba a López del lado de los filoterroristas.

Otros que están chupando el caramelo son los de la Izquierda Abertzale. Estos no necesitan ni reflexión (en la que dicen estar permanentemente allí donde gobiernan), ni argumentario que centre su propuesta electoral. Lo tienen claro. Ni debate, ni sistema interno de elección para determinar candidatos. Lo ha dicho “Gara”; Otegi será candidato a Lehendakari. Y punto redondo. Ahora bien, antes, el Tribunal Supremo deberá atender el recurso en el denominado caso “Bateragune”.
Egia da, aurrera! Edozein EAJ hautagai irabaz dezakeela, proiektu sendo, finko, tinko eramatekoa da. Gora Euzko Alderdi Jeltzalea!
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