jueves, 12 de abril de 2012

INVESTIGACIÓN Y DEPURACIÓN DE RESPONSABILIDADES

Un comentarista radiofónico ha querido hacer un chiste esta mañana. Con cierta ironía ha señalado que “España está disparada”. Se dispara el paro, la prima de riesgo y hasta al púber Froilán de todos los Santos se le ha disparado una escopeta en el pie.


Sin embargo, hablar de disparos en estos días tiene bien poca gracia. La muerte de Iñigo Cabacas tras una intervención de la Ertzaintza como consecuencia del impacto de una pelota de goma nos mantiene en estado de shock.

Vaya por delante mis condolencias a la familia y amigos de Iñigo. Su muerte ha generado en mí, como en muchos ciudadanos de este país una tristeza y consternación difícil de expresar. Cuando se produce un daño irreparable como el acontecido, las palabras no se encuentran en el diccionario y, por mucho que se busquen respuestas que clarifiquen las circunstancias de un hecho tan dramático y doloroso, cualquier explicación resulta insuficiente.

Lo que no haré, y sería bueno que todos lo hiciéramos – los familiares y amigos de Iñigo han sido ejemplares en esto- es criminalizar “ad hominem” al colectivo de la Ertzaintza por lo acontecido. No creo que sea justo ni responsable hacerlo .La experiencia demuestra que no es imputable a todo un colectivo humano la práctica negligente e irresponsable que causó la muerte de Iñigo. Ni creo que deba politizarse una acción condenable que deberá ser investigada con transparencia y eficacia hasta el final, con exigencia de las responsabilidades civiles, penales y de gestión que derivaran de los hechos acaecidos.

No, por lo tanto, a la criminalización colectiva y no, por supuesto, a la impunidad corporativa mal entendida.


Acabo de leer, en los diarios digitales, las primeras respuestas del Consejero Ares y de sus subordinados en el Parlamento Vasco. Decir que, en el 2013, los patrulleros de la Ertzaintza no utilizarán ya pelotas de goma en sus actuaciones llama a equívocos. En primer lugar porque es de agradecer que la Ertzaintza se adecue globalmente a las exigencia y normativa de la Unión Europea que solicita su eliminación de las pelotas antidisturbios en el presenta año 2012. Pero, por el contrario, dicha eliminación como método de contención y disolución de desórdenes públicos, se mantiene, en boca del Consejero Ares, para los ámbitos de la Brigada Móvil y la denominada “Brigada de refuerzo”.

La Brigada móvil de la Ertzaintza es una unidad de élite, con especialización de sus agentes. Con formación específica y recursos que, a lo largo de su dilatada trayectoria, se ha demostrado eficaz. Contundente en ocasiones pero con una acción medida y, casi siempre, proporcionada.

La “Brigada de refuerzo”, también conocida como “brigadilla” no mantiene los mismos parámetros que los “beltzas”. Se trata de una unidad operativa de nueva creación que aglutina a personal sin experiencia ni formación específica en la disolución de disturbios. Funciona de manera autónoma, sin conexión directa con las comisarías y, en ocasiones, su funcionamiento deslocalizado ha generado más de un problema de coordinación.

Se trata de un grupo ex novo, creado a modo “refuerzo” de acción inmediata, por los actuales dirigentes del departamento de Interior. Pero a esa filosofía de “acción inmediata”, desde ámbitos internos, se le critica la falta de especialización de su personal, su impericia en situaciones de conflicto y la ausencia de determinación de responsabilidades respecto al mando o los mandos locales.

Dicha “Brigadilla” apareció en el ojo del huracán en unas primeras hipótesis de investigación como responsable de la intervención policial de aquella aciaga noche en la que Iñigo Cabacas resultó mortalmente herido. Sin embargo, el Consejero Ares y su Jefe-Asesor de la Ertzaintza, Jose Antonio Varela, desmintieron tal posibilidad en comparecencia parlamentaria, asegurando que fue una patrulla de seguridad ciudadana la que intervino en los incidentes.

Sea como fuere, la sociedad vasca y la propia Ertzaintza también, necesita un esclarecimiento rápido y sin sombra de dudas de lo acontecido en aquella noche del pasado día 5 de abril en Bilbao. Necesitamos conocer la verdad y, tras ella, que quien o quienes resulten responsables de tamaño despropósito, se enfrenten con las consecuencias que correspondan. Por justicia. Por higiene democrática. Y por Iñigo, por su familiares y amigos.

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