viernes, 30 de noviembre de 2012

MEMORIA DE PEZ

¿Tienen memoria los peces?. Algunos científicos sostienen que no, que apenas albergan tres segundos de recuerdo. Otros, tras realizar sesudos experimentos de adiestramiento, mantienen todo lo contrario, que son capaces de identificar riesgos y depredadores al menos durante un año.

Lo cierto es que se trata de un enigma de difícil respuesta y eso me mantiene intrigado.
Hay ocasiones, cuando te pertrechas para ir a pescar , que llegas a la convicción de estos animales acuáticos son más listos que el hambre. Los tienes a la vista, en una poza, al lado de una piedra, inmóviles y, por mucho que te afanes en engancharlos con un señuelo, ni se inmutan. Cambias el cebo, la técnica, el lance, y los escurridizos pescados te hacen un vacío horroroso.


Una vez tenía ante mis ojos unas majestuosas truchas que, de vez en cuando, saltaban al exterior del río anunciando su vanidosa presencia como una provocación. Armado de paciencia utilicé la mayoría de las artes disponibles en mi cesta de pescar. Cucharillas, mosca seca, ahogada, gusanos, líneas flotantes, emplomadas. Todo resultó infructuoso. Y aquellos tontos animales seguían allí, brincando y vadeando el estanque para mi desesperación. Me deslomé para atrapar a unos saltamontes por el prado, cogí grillos. Una auténtica jornada de entrega a la naturaleza agudizando el ingenio para vencer a un bicho del que todos decían que tenía menos cerebro que el rabo de un virus.

Me sentí vencido. Yo, descendiente directo del “homo sapiens” –o del neandertal evolucionado-, era derrotado por un ser desmemoriado. Que vergüenza. Estuve a punto de poner veinte euros en la punta del anzuelo para aquella trucha eligiera su menú preferido. Hastiado por aquel reto inacabado, cedí a la tentación. Dejé la caña en la orilla y abandoné mi instinto depredador por el goce del almuerzo.

Mientras deglutía el bocadillo miraba a aquel pez. No era ni tan siquiera una trucha común. Pertenecía a las que vulgarmente se denominan “arco iris” y su tamaño evidenciaba que era, cuando menos, un ejemplar mayor de edad. Allí estaba yo, meditabundo entre mordisco y sorbito de buen vino, mientras el animal paseaba por el lecho del pozo y, de cuando en vez, asomaba su cuerpo gallardo fuera del líquido elemento.

Mi padre, que era muy gracioso, en circunstancias similares me había dicho que pescar peces que saltaban fuera del río era muy sencillo. Que con un poco de habilidad, la presa sería capturada. La cuestión, según él, era tener rapidez de reflejos. “Cuando la trucha salta –me decía-, tú tapas el agujero por donde ha salido con un plátano. Así, el pez no encontrará el camino de vuelta al fondo del río y lo podrás atrapar fácilmente”. Sí. Donato era muy gracioso. Justo me decía eso el día que no había llevado fruta en la merienda.

Bueno, pensando en los plátanos, se me ocurrió una idea brillante. La inteligencia humana frente a la “memoria pez”. Volví a coger la caña con decisión. Hinqué un trozo de chorizo del bocata en la punta del anzuelo y lancé vigoroso el sedal al centro del cauce. La respuesta fue inmediata. Aquella trucha no pudo resistirse al embutido y el chorizo artesano que vende Apolo en “Casa Eugenia” atrapó y sucumbió al animal. Aquel bicho sabía lo que era bueno y me demostró que la creencia popular de que los peces no tienen memoria es una leyenda urbana. La tienen y mucha. En caso contrario, ¿cómo entender que los besugos tengan discusiones?. O , ¿por qué te duele tanto la cabeza después de haber agarrado una buena merluza?.

Acabamos de conocer que EH Bildu presentará a Laura Mintegi como candidata a lehendakari en la próxima sesión de investidura que celebrará el Parlamento Vasco.
Y quienes no tenemos esa pretendida “memoria pez” recordamos los tiempos en los que la Izquierda Abertzale deslegitimaba las instituciones con juegos florales de pataleo o propaganda. Sí, cuando el Parlamento y el Gobierno Vasco eran el “ Gobierno y el Parlamento vascongado”. Cuando el marco estatutario era un “ámbito de división de Euskal Herria” y los electos allí representados eran “poltroneros” que defendían sus intereses en contraposición al “Pueblo Trabajador Vasco”.

¿Dónde quedan aquellos espectáculos circenses de candidatos presos que escoltados policialmente acudían al hemiciclo esposados para reivindicar allí al Estado opresor y a sus colaboradores?.
Afortunadamente, parece acabado el tiempo de la sátira, del combate del sistema y de la “lucha popular revolucionaria” esparcidora de cal en los escaños .

Laura Mintegi y EH Bildu, tienen el derecho y el deber, de expresar sus ideas y de plantear sus propuestas en el mismo juego democrático en el que el conjunto de las formaciones políticas vienen participando normalizadamente desde hace más de treinta años. La izquierda abertzale, y sus satélites, tienen la obligación, de una vez por todas, de presentar a esta sociedad su ideario, sus propuestas y sus iniciativas que afecten, de manera real y cierta a quienes aquí vivimos. Aunque sus planteamientos resulten estrambóticos o impracticables. Para ellos también ha llegado la “hora de la verdad”. No sólo de predicar, sino de dar trigo. De mojarse y de arriesgar.

Que Laura Mintegi presente, con normalidad democrática, su candidatura a la lehendakaritza, que opte a gobernar el país, es un paso determinante en la legitimación por parte de ese mundo del marco institucional que nos asiste. Un marco jurídico-político que nos puede parecer estrecho, pero que nos es práctico y que queremos ampliar.

Un paso que, quieran lo o no, forma parte de la revisión crítica del pasado que deben afrontar sin dilación, para aceptar, con la mayor naturalidad del mundo, su errática trayectoria pasada que tantos padecimientos causó. Un reconocimiento implícito de que se equivocaron a la hora de hacer política.

El que debe estar pez en memoria es el protagonista de la última fábula comentada; Ernesto Gasco. El Tribunal Superior de Justicia del país Vasco ha venido esta semana a despertarle en su inconsciencia. La sentencia determina que el nombramiento del Gerente del Consorcio de Transportes, Iñaki Prego, fue “ilegal”. Se lo había advertido el interventor-secretario de la corporación de movilidad. Pero Gasco hizo caso omiso. Escudándose en informes jurídicos que nadie sabe de dónde procedieron y, mucho menos, quienes pagaron, impuso el nombramiento de Prego. Un “brillante” gestor sin perfil político. Ya , ya. ¿Brillante?. Todos recordamos los constantes episodios protagonizados por el gerente “ilegal” al frente de Metro Bilbao. Su enfrentamiento montaraz con los trabajadores. Las huelgas. Los incrementos retributivos de los nuevos directivos. Los procesos “selectivos” opacos del nuevo personal contratado. La despótica gestión de quienes mandaban “porque ahora nos toca a nosotros”. Hasta la víspera de su salida forzosa de las entidades vinculadas al transporte, Gasco y sus secuaces, han dejado su impronta soberbia, despidiendo, vía burofax, a personal altamente cualificado. O intentando apalancar en contratos laborales indefinidos a secretarias adjuntas llegadas de alguna agrupación socialista. Y falta la traca final; las adjudicaciones de obras que difícilmente se ejecutarán, bien porque no cuentan con financiación o porque técnicamente resultan impracticables (los arenales donostiarras).

Su herencia va a ser la ruina de quienes les sucedan. Sólo en la línea 3 del Metro Bilbao –cuya construcción es competencia plena de ETS-, el desfase supera los 100 millones de euros. ¿Tienen los peces memoria?. Los tiburones seguro que sí. Bueno, al menos nosotros nos acordaremos de ellos durante mucho tiempo.

1 comentario:

  1. Habría sido interesante que esos problemas técnicos que presenta realizar la pasante en Donostia los hubiera citado el PNV este día

    http://www.diariovasco.com/v/20111021/san-sebastian/censuran-izagirre-diga-posible-20111021.html

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