viernes, 21 de diciembre de 2012

EL ACABOSE

Pongamos un suponer. Los medios de comunicación se hacían eco días pasados de que una determinada sociedad de un suburbano bilbaino pretendía abrir un expediente sancionador contra uno de los cinco directivos de su cúpula. Supongamos que dicho expediente desembocara en despido. Tampoco hay que imaginarse mucho este supuesto ya que hace unas semanas despidieron a otro directivo, aunque por motivos distintos. Puestos a pensar, siendo que siendo, podríamos llegar a la conclusión de los responsables (o irresponsables) del citado suburbano –también llamado cien centímetros- son unos malvados e inquisitoriales mandamases despedidores de directivos refutados. ¿O no?

 Puestos a pensar mal. ¿Y si detrás del cese hay un despido pactado para que el/la directivo/a en cuestión se lleve en crudo a su casa miles de euros en concepto de indemnización? ¿No será el pago por los dudosos servicios prestados en la compañía? ¿No
será que, para que los Nacionalistas entrantes no la cesen con escarnio, la destituyen los “Nacionales” con botín incorporado? Sí, el botín, a modo de indemnización, de 45 días por año de servicio en lugar de los 20 señalados en la actual reforma laboral. ¿Sería mucho pensar? Tal vez. Pero ya lo dice el refrán; piensa mal...que te quedarás corto.

¿Por qué Laura Mintegi no acudió el pasado sábado a Gernika a la jura del Lehendakari Urkullu? ¿Acaso desconocía que el acto no era simple protocolo sino un pleno extraordinario del Parlamento Vasco? Mintegi optó por ir a Baiona, a una conferencia de Lokarri. Pero sabía que el acto de la Villa Foral era importante. Por eso, desde la ausencia pidió a Urkullu –por mensajito sms- que interrumpiera su juramento para recibir a la representación de Etxerat, que éstos sí, estaban frente a la Casa de Juntas con sus reivindicaciones. Mintegi de conferencia y los familiares de presos, encartelados en Gernika para entregar su tabla reivindicativa al lehendakari. Y eso que, días antes ya habían pasado por Sabin Etxea donde hicieron llegar el mismo papel. Urkullu, cumplidos sus compromisos, recibió a los de Etxerat junto al roble. Y Mintegi en Baiona. ¡Que bonito!

Pedir es libre. Los parlamentarios de EH Bildu han pedido al Director General de EITB que en estas navidades no emita el mensaje del Rey de España. Lo mismo hicieron, tiempo atrás (con Ortuzar en el Ente), los parlamentarios del PP y del PSE en sentido contrario (Ares fue su portavoz en el Consejo de EITB). Todos apostaron para que el Parlamento decidiera, en un sentido u otro, sobre la salida a pantalla del discurso del Borbón. Y Surio, quien ostenta la capacidad de decidir qué hacer o deshacer en la programación, dijo que si el Parlamento se lo pedía, acataría la propuesta. Así luce la “independencia” de los medios de comunicación públicos; sometidos a la programación parlamentaria. Vaya con el “control” de esa progresía barata que habla mucho de servicio público y, a la mínima, ejerce un control y una presión insostenible sobre los medios públicos.

En mi etapa en el Consejo de Administración de EITB manifesté mi opinión al respecto. El “me llena de orgullo y satisfacción” ya salía en otros canales. Y no aportaba ningún valor añadido a nuestra televisión. Pero, emitirlo o no, era decisión última del Director General. De nadie más. Ni del Parlamento ni de la curia vaticana. Si se hiciera lo contrario ¿con qué motivo rechazaríamos un acuerdo de “sus señorías” reclamando la emisión en directo de la cabalgata de reyes?. Para que luego hablen de la “no intervención” y de la “independencia profesional”. O del talante sumiso de un Director General inconsistente.

Hace una semana que se produjo el acto de juramento del nuevo lehendakari en Gernika. Ni Biblia, ni crucifijo. Fuero viejo, Estatuto, una mujer en el aurresku, y, lo más sentido, el símbolo del árbol viejo. Ceremonia emocionante, sobria y elegante. Un solo pero. El lehendakari López fue abucheado por una parte del público asistente. No me gustó. Más allá de la crítica, de la simpatía o de la cercanía que cada uno experimentemos, la figura institucional del lehendakari debe respetarse. No me agradaría que otros hicieran con Urkullu lo que algunos hicieron el sábado con López. Un poco de ejemplo institucional.

Cristóbal Montoro, Ministro de Hacienda y Administraciones Públicas ha ofrecido oficiosamente al nuevo Gobierno vasco –ya lo había hecho antes a los diputados del Grupo Vasco en el Congreso- la posibilidad de que la Comunidad Autónoma Vasca se acogiera, si tuviera necesidad, a los Fondos de Liquidez establecidos por el Gobierno español. El Ejecutivo que ahora preside Urkullu le ha respondido educadamente que no. Que las relaciones económicas entre Euskadi y el Estado se rigen a través del sistema del Concierto. Que los recursos públicos de este país dependen únicamente de nuestro esfuerzo fiscal y recaudatorio y que ello implica, en concepto de soberanía financiera, un riesgo unilateral. Que no. Que no necesitamos que España nos rescate. Que su fondo de liquidez sería para nosotros un fondo de liquidación.

No. No ha chocado ningún planeta o asteroide con la tierra. Ni el campo magnético se ha revertido. Tampoco hemos caído en un agujero negro o una llamarada solar nos ha achicharrado. El pretendido “fin del mundo” atribuido a la civilización Maya no ha llegado. Ni los Mayas lo predijeron, ni el calendario se acababa el 21. Pese a todo, basta con nuestra incompetencia para que el caos se haya apoderado, un poco más, de la situación. Si en tiempos de crisis lo recomendable es el sosiego y la certidumbre, se impone el complejo, la frivolidad y el desencuentro. Por más que el “acuerdo” sea la receta recomendable para hacer frente a la crisis, todo el mundo –incluidos los propios- se distancia del consenso.

Quienes algunos señalaban como débiles, exhiben su capacidad. Pero para desestabilizar. Quienes se presentaban como alternativa, refuerzan su papel radical del pasado. Y hasta quienes blandían la bandera del “no impedir”, sólo “facilitaron”, con notoria incoherencia, que algunos se cargaran las cuentas ajenas. De locos. No hay manera de salirse de espirales de confrontación. La autocrítica en los partidos políticos es obligada. Quienes los representamos, no lo estamos haciendo bien y, a este paso, provocaremos un cataclismo de consecuencias impredecibles. Hablemos menos y pactemos más.

Impresentable. El 23 de octubre pasado se reunía el Consejo Vasco de Finanzas. Fuera de plazo legal y con trifulca. Allí Martín Garitano y Helena Franco dieron un balón de oxígeno a Carlos Aguirre y al gobierno socialista en funciones. Acordaron incluir en la recaudación la devolución de las “vacaciones fiscales”. Según ellos, el expediente estaba cerrado y no había más ayudas que recuperar. Ni salvaguarda de seguridad jurídica ni de prudencia. Y eso sí, leña y descalificación a Araba y Bizkaia por no sumarse al maquillaje de las cuentas. Ahora viene Paco con la rebaja. Era mentira que Gipuzkoa había recuperado todas las ayudas requeridas por Bruselas. Al menos tres empresas faltaban por reintegrarlas a la Hacienda guipuzcoana. Casi treinta millones de euros. Descubierto el pastel y acogotados por posibles sanciones europeas o por el riesgo grave de que alguna empresa se viera obligada a cerrar, los gobernantes de Bildu sufren un ataque de colitis. Y, a todo correr, montan un expediente para subsanar su incompetencia. Hay que tapar su falta de vergüenza. El acabose.



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