Pongamos un suponer. Los medios de comunicación se hacían eco días pasados de que una determinada sociedad de un suburbano bilbaino pretendía abrir un expediente sancionador contra uno de los cinco directivos de su cúpula. Supongamos que dicho expediente desembocara en despido. Tampoco hay que imaginarse mucho este supuesto ya que hace unas semanas despidieron a otro directivo, aunque por motivos distintos. Puestos a pensar, siendo que siendo, podríamos llegar a la conclusión de los responsables (o irresponsables) del citado suburbano –también llamado cien centímetros- son unos malvados e inquisitoriales mandamases despedidores de directivos refutados. ¿O no?

será que, para que los Nacionalistas entrantes no la cesen con escarnio, la destituyen los “Nacionales” con botín incorporado? Sí, el botín, a modo de indemnización, de 45 días por año de servicio en lugar de los 20 señalados en la actual reforma laboral. ¿Sería mucho pensar? Tal vez. Pero ya lo dice el refrán; piensa mal...que te quedarás corto.

Pedir es libre. Los parlamentarios de EH Bildu han pedido al Director General de EITB que en estas navidades no emita el mensaje del Rey de España. Lo mismo hicieron, tiempo atrás (con Ortuzar en el Ente), los parlamentarios del PP y del PSE en sentido contrario (Ares fue su portavoz en el Consejo de EITB). Todos apostaron para que el Parlamento decidiera, en un sentido u otro, sobre la salida a pantalla del discurso del Borbón. Y Surio, quien ostenta la capacidad de decidir qué hacer o deshacer en la programación, dijo que si el Parlamento se lo pedía, acataría la propuesta. Así luce la “independencia” de los medios de comunicación públicos; sometidos a la programación parlamentaria. Vaya con el “control” de esa progresía barata que habla mucho de servicio público y, a la mínima, ejerce un control y una presión insostenible sobre los medios públicos.

Hace una semana que se produjo el acto de juramento del nuevo lehendakari en Gernika. Ni Biblia, ni crucifijo. Fuero viejo, Estatuto, una mujer en el aurresku, y, lo más sentido, el símbolo del árbol viejo. Ceremonia emocionante, sobria y elegante. Un solo pero. El lehendakari López fue abucheado por una parte del público asistente. No me gustó. Más allá de la crítica, de la simpatía o de la cercanía que cada uno experimentemos, la figura institucional del lehendakari debe respetarse. No me agradaría que otros hicieran con Urkullu lo que algunos hicieron el sábado con López. Un poco de ejemplo institucional.
Cristóbal Montoro, Ministro de Hacienda y Administraciones Públicas ha ofrecido oficiosamente al nuevo Gobierno vasco –ya lo había hecho antes a los diputados del Grupo Vasco en el Congreso- la posibilidad de que la Comunidad Autónoma Vasca se acogiera, si tuviera necesidad, a los Fondos de Liquidez establecidos por el Gobierno español. El Ejecutivo que ahora preside Urkullu le ha respondido educadamente que no. Que las relaciones económicas entre Euskadi y el Estado se rigen a través del sistema del Concierto. Que los recursos públicos de este país dependen únicamente de nuestro esfuerzo fiscal y recaudatorio y que ello implica, en concepto de soberanía financiera, un riesgo unilateral. Que no. Que no necesitamos que España nos rescate. Que su fondo de liquidez sería para nosotros un fondo de liquidación.

Quienes algunos señalaban como débiles, exhiben su capacidad. Pero para desestabilizar. Quienes se presentaban como alternativa, refuerzan su papel radical del pasado. Y hasta quienes blandían la bandera del “no impedir”, sólo “facilitaron”, con notoria incoherencia, que algunos se cargaran las cuentas ajenas. De locos. No hay manera de salirse de espirales de confrontación. La autocrítica en los partidos políticos es obligada. Quienes los representamos, no lo estamos haciendo bien y, a este paso, provocaremos un cataclismo de consecuencias impredecibles. Hablemos menos y pactemos más.

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