Primera votación en el Parlamento
Vasco. En nuevo Ejecutivo autónomo, por el procedimiento de urgencia, había
trasladado hasta la Cámara un proyecto de ley, en lectura única –no enmendable-
para posibilitar el adelanto, a modo de anticipo, de las pagas extras de los
trabajadores públicos correspondientes a
julio y diciembre del próximo ejercicio a los meses de enero y julio. La
intención del gabinete de Urkullu era mitigar los efectos de la supresión de la
“extra” de Navidad decretada –ordeno y mando- por el Gobierno español.
Una decisión lógica a todas luces
tras el “decretazo” de Rajoy y la enorme chapuza organizada por Patxi López y
los suyos en su último tránsito de legislatura.
Primera votación, con decisión de
Perogrullo, pero con puesta en escena
significativa. Sus señorías de la oposición prefirieron evidenciar más
su advertencia de bloqueo al Gobierno Urkullu que su opinión en relación a las
pagas extra. Aunque se hubiera sometido a votación una declaración de felicitación navideña el resultado habría
sido idéntico. El mensaje de la oposición fue nítido; “ojo Urkullu, que estás
en minoría, que te podemos sacudir cuando queramos”. No importa el contenido o
lo que esté en juego. Lo importante es
la advertencia.
Yo tenía un amigo que creía que la mejor forma de mantener la
tensión entre sus empleados era, de vez en cuando, dar un “kokoteko” al primero
que se encontraba en el camino. “¿Por qué haces eso, ha hecho algo mal? –le pregunté-
.-No, no ha hecho nada mal –respondió-.
.-¿Entonces, por qué?
.- Por si acaso.
Esa acción de carácter
preventivo, inconsciente y vengativo, es la que ayer estuvo a punto de dejar a
los funcionarios vascos sin opción a adelantar y a cobrar en los próximos días
una paga extraordinaria. Una auténtica insensatez, ya que sólo votaron a favor
de la medida los parlamentarios del PNV que sustentan al Gobierno.
El resultado del primer pleno de
la décima legislatura del Parlamento Vasco no fue anecdótico. Atrás habían quedado las buenas intenciones y
las constantes apelaciones al acuerdo como fórmula de entendimiento entre
diferentes. De buenas a primeras, Urkullu y su gobierno se vio acorralado. Y
nada parece augurar que el cerco se abra, aunque sea por una causa de puro
sentido común. No habrá tregua. Ni cien días. Ni diez. Ese es el punto de partida del “nuevo
tiempo”. Un horizonte de inestabilidad
en el que quien más, quien menos, está
preocupado en solventar sus carencias y apreturas y en las que nadie parece
hacer caso a la imperiosa situación de declive económico y social a la que nos
enfrentamos.
Un paro desbocado que amenaza con acercarse al 20% de la
población activa, una producción industrial en mínimos, una contracción
económica global en la zona euro, un mercado español a la espera del rescate,
una despensa sin reservas, y miles de familias que no llegan a fin de mes son
los desafíos urgentes que aguardan a Iñigo Urkullu en su llegada a Ajuria Enea.
Un panorama de “emergencia nacional” como él mismo lo ha calificado.
A pesar de que han sido muchas
las crisis que han azotado a Euskadi en los últimos decenios, es difícil encontrar en la historia reciente una
coyuntura similar. Un cuadro calamitoso ante el que más de uno tendría la
tentación de echar a correr, en lugar de enfrentarse abiertamente a gestionarlo. Pero que el nuevo
lehendakari tiene intención de
afrontarlo con inmediatez y decisión.
Soy testigo de excepción de la
incesante actividad desarrollada en estas últimas semanas por quien hoy es lehendakari de Euskadi. Horas de preparación de un gobierno austero
pero potente, como lo obligan las circunstancias. Horas de contraste para
determinar la inmediata toma de decisiones, de programas, de iniciativas, que
como vitaminas, intentarán estimular al
conjunto de la sociedad vasca hacia su recuperación. Decenas de cuartillas
ordenadas de un bloc de notas con observaciones minúsculas y caligráficas que
reflejan, a modo de acta, conversaciones y contraste de opiniones, entrevistas
y reuniones, ideas y propuestas.
Iñigo Urkullu ha preparado
minuciosamente la acción de su nuevo
gobierno. No perderá un minuto en florituras, aunque algunos se obstinen en
alimentar debates estériles como el de la necesidad o no de que el presidente
de los vascos viva o no en Ajuria Enea. El país no puede esperar más porque ya
ha perdido demasiado tiempo.
Su primera tarea es conocer, sin maquillajes ni envoltorios, la realidad económica de su ejecutivo. Deberá tener una foto fija de los recursos de
los que dispone su gobierno para elaborar, sin mayor dilación, un presupuesto
para el 2013.
Su predecesor ha tasado en 1.400
los millones de euros de desfase que el nuevo ejecutivo se encontrará de cara a
marcar sus cuentas públicas para el próximo ejercicio. De confirmarse el
escenario, el lehendakari Urkullu deberá priorizar. Aparcar lo que no sea
urgente para centrarse en lo trascendente. Perfilar las “líneas rojas” sobre
las materias de protección social (la
sanidad, la educación, las políticas sociales). Y, en paralelo, establecer un plan de choque, de estímulo a
la actividad económica y el empleo. Lo demás, deberá ajustarse el cinturón,
resistir y aguardar a tiempos mejores
para tener una oportunidad de desarrollo.
El lehendakari Urkullu, ya lo
anunció en la sesión de investidura,
deberá ser capaz de articular un
fondo económico para la liquidez de las
empresas. Desaparecido el crédito, las pymes – primeras generadoras de empleo
en el país- , los autónomos, los servicios, los comercios, necesitan gasolina
para mantenerse en marcha. Sin carburante no hay actividad y sin actividad el
país se queda atrás. Y las instituciones
financieras, ensimismadas hasta ahora en la adecuación de sus estructuras y sus
recursos a la nueva realidad bancaria exigida desde Europa, deberán
comprometerse activamente con la
fluidez crediticia a las empresas. O la
economía caerá en la depresión.
El Lehendakari Urkullu deberá
impulsar planes de choque para generar
empleo juvenil y para incorporar nuevamente al mercado laboral a los parados de
larga duración, a esos trabajadores y trabajadoras de más de 45 años que han
perdido su estabilidad y empleo como consecuencia de la crisis. Deberá generar confianza y buscar puntos de
encuentro entre los protagonistas sociales para evitar enfrentamientos
inútiles. Y , por qué no, firmar
compromisos de colaboración que garanticen flexibilidad en la estructura
económica de las empresas a cambio de seguridad en el mantenimiento de los
puestos de trabajo.
El lehendakari Urkullu tendrá que
habilitar la sintonía institucional para que toda la arquitectura existente en
el país se sume a este ingente esfuerzo
de emergencia nacional que deberemos protagonizar sin dilación. Sintonía y lealtad para sumar políticas
públicas, para encontrar lugares de encuentro armonizados en una reforma
integral del sistema tributario.
Toda esa tarea, que se encuentra
ya en su cuaderno de bitácora, deberá habilitarla buscando aliados
parlamentarios que le acompañen en un
camino de sacrificio, de resistencia y de entereza.
La premisa de partida marcada ayer por las formaciones políticas en
el parlamento Vasco apunta a que Urkullu
y su gobierno lo va a tener muy difícil.
“Al enemigo, no hay que darle ni sed” parecen decir quienes hoy
comparten oposición. ¿Ni sed?. Sí, porque si les das sed, luego te pedirán
agua.
Triste comienzo del “tiempo nuevo”. Cerramos el calendario en
el bloqueo. La responsabilidad obliga a abrir
el nuevo almanaque dando la vuelta a la situación. El PNV y el gobierno
que sustenta están dispuestos a dar pasos en tal sentido. ¿Lo están los demás?.
Sería de agradecer. Es lo que toca.
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