miércoles, 3 de abril de 2013

BORROKA DA BIDE BAKARRA?

El pasado domingo, Aberri eguna, asistí en Basauri a una nutrida manifestación de seguidores de la Izquierda Abertzale que, siguiendo la convocatoria de la plataforma “Herrira”, protestaba por la repentina muerte de Xabier López Peña, preso en una cárcel francesa por su pertenencia a ETA, organización de la fue un destacado dirigente.


Dos aspectos llamaron mi atención de aquella movilización. En primer lugar, la notable participación de manifestantes que , aún a pesar de la fecha y de la correspondiente desbandada vacacional , respondió a la convocatoria de “Herrira”, evidenciando que la problemática de los presos sigue siendo el principal factor de cohesión y preocupación de la Izquierda Abertzale.

Y, en segundo término, la principal consigna coreada por los concentrados; “Borroka da bide bakarra”.

La muerte, y si esta se produce en situación extraordinaria, siempre es un elemento que propicia la reacción humana al hacer aflorar sentimientos básicos y primarios de consternación. De ahí que fuera entendible la respuesta masiva al llamamiento de repulsa por el fallecimiento de López Peña.

El dolor de sus allegados y amigos resulta comprensible, porque toda pérdida irremediable de un ser humano genera un impacto que, a veces, se exterioriza de manera vehemente e irreflexiva. De ahí sobren comentarios sobre la comparecencia pública de la abogada de los familiares del finado.

No quisiera hacer equidistancias, siempre equivocadas, pero , con todo el respeto hacia quienes han perdido un ser próximo, éstos debieran saber valorar mínimamente, cómo se sintieron igualmente quienes en un pasado reciente, padecieron muertes cercanas y no precisamente provocadas por causas naturales, sino porque alguien, intencionadamente decidió , de una forma violenta y cruel, interrumpir proyectos vitales, rotos fulminantemente por una acción voluntaria de matar.

Tras las movilizaciones de domingo y lunes, “Herrira” volvió, en comparecer públicamente para convocar nuevos encuentro de apoyo a los derechos presos de ETA, reivindicando una política penitenciaria que "contribuya a arreglar las cosas, y no a empeorarlas", animando a los ciudadanos a expresar su "indignación en las calles de manera pacífica y contundente" ante las actuales "prácticas inhumanas" y dar "un sí rotundo a los derechos humanos, la resolución y la paz".

Mucho me hubiera gustado que esas apelaciones a “los derechos humanos”, a “la paz”, a “arreglar las cosas” se hubieran hecho también en respuesta a crímenes pasados, a atroces violaciones de los derechos fundamentales de las personas o a injustificables acciones de violencia que han dejado tras de sí a centenares de víctimas cuya dignidad fue pisoteada una y otra vez sin la menor compasión por quienes hoy predican la justicia.

Quienes no creemos ni compartimos en actuaciones de venganza o de castigo, siempre hemos defendido una política penitenciaria acorde con los derechos humanos y una aplicación de la justicia que busque la resocialización del penado. Siempre nos hemos mostrado contrarios a las medidas de excepción, al escarmiento provocado como posible respuesta de una ley del talión expresada desde las propias instancias del Estado. Y hemos pedido, reclamado, exigido de quienes tienen en su mano modificar la política penitenciaria lo hagan. Más allá de coyunturas o de procesos políticos.

No es mi intención justificar el bloqueo impuesto en esta materia por el Gobierno español. Al contrario. Me parece una arbitrariedad de dudosa calificación democrática el actual inmovilismo y la filosofía que lo sustenta. Pero más allá de la simple denuncia, de la protesta o de la movilización, herramientas que se han demostrado ineficaces hasta el día de hoy para cambiar el posicionamiento del Gobierno español, creo que sería más productivo permitir a los propios presos que expresen su voluntad inequívoca de resocialización. Que, reconociendo su responsabilidad delictiva pasada abjuraran de cualquier tentativa violenta y se mostraran dispuestos a iniciar una nueva etapa en su vida. Una nueva etapa en un nuevo tiempo. Sin violencia y sin organización que la represente.

Por eso, me resulta incomprensible que alguien grite “borroka da bide bakarra”. Decir que le lucha es la única vía posible es renunciar al futuro, anclarse en un pasado que condena a los presos, a sus familiares y a la propia Izquierda Abertzale a sucumbir frente al militarismo de antaño. Es condenarnos a todos a no poder superar el trauma del terror y el sufrimiento.

Quienes creen que la “la lucha es la única vía” y vociferaban el otro día por las calles de Basauri, deberán convencer a los presos de que si eso es así, pasarán aún muchos años antes de recuperar la libertad. Que no les engañen más. Que no les repitan la consigna de que “para Navidad todos en casa”. Quienes así piensan, que no hablen de vaciar las cárceles, porque el efecto de su proclama será la contraria.

“Herrira”, la Izquierda Abertzale, Sortu o todo el mundo sociológico que tiene a los presos como punto de enganche de su cohesión, deberán demostrar con valentía si quieren o no que los presos salgan de la cárcel o no. Y eso ya no pasa por decisiones colectivas de férrea disciplina y de mando militarizado. La práctica de la violencia fue una decisión voluntaria de quienes formalizaron su integración en ETA. Su desvinculación de dicha actividad, de su organización, también. ¿O no?.

Borroka da bide bakarra?. Presoen arazoak konpontzeko ez . Aldiz, gatazka eta sufrimendua jarraitzeko, hori da bidea noski.





1 comentario:

  1. Aupa Burukide!!!

    Si me permite el comentario... es posible ... que a lo mejor la numerosa asistencia fuera provocada en parte dada la proximidad de la GazteDanbada... y ya que estaban se juntó la BorrokaDa Bide biEtan...

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