martes, 13 de agosto de 2013

CARLOS URQUIJO Y LOS PIRÓMANOS POLÍTICOS



Suele ser, normalmente, en verano cuando las autoridades aconsejan a la ciudadanía mantener unas pautas de comportamiento  de precaución de cara a evitar incendios forestales. La práctica de la prudencia indica no encender barbacoas en épocas de olas de calor, o en eliminar la quema de rastrojos una vez recolectado el cereal. Cualquier chispa, cualquier descuido  puede ser tremendamente peligroso pues la sequedad del combustible  y las altas temperaturas puede provocar una desgracia en cualquier momento. Desgracia ecológica , en bienes materiales y , también, en víctimas humanas.


Por eso suele ser , hacer caso a tales recomendaciones, por engorroso que en algún momento pueda ser es cívicamente lo correcto. Siempre hay quien hace caso omiso y quien se lamenta a posteriori del daño causado. Y, también es frecuente, por qué negarlo, encontrarnos con parásitos sociales que le dan fuego al monte intencionadamente, so pretexto  de vaya a saber usted qué o en la búsqueda de beneficios propios  creados en perjuicio de una mayoría.


En política también hay pirómanos.  Y en Euskadi, por desgracia, los hemos soportado durante largos años de utilización del espacio público como amenaza permanente o como provocación de una estrategia de “acción-reacción-acción”.


Con la desaparición de la violencia y la incorporación a la vida civil de determinadas organizaciones, la tensión de veranos pasados parecía mitigarse. Queda aún un largo trecho por caminar para que el respeto a los demás impere en las relaciones políticas en la sociedad vasca. Sobre todo cuando algunos, que han vivido permanentemente de la agitación y en el combate contra el sistema, se obstinan en no darse cuenta que los tiempos han cambiado para todos, y especialmente para ellos.  

 Por eso todavía hoy soportamos comportamientos injustificables  y condenables. No obstante, hay que reconocer que esta peligrosidad de incendio social , por fortuna, se ha visto reducida considerablemente y la reivindicación, sea cual fuera se encauza a través de la dialéctica. No hay más que ver y seguir la incesante actividad de determinados líderes de la Izquierda Abertzale en las denominadas redes sociales para percibir  que la palabra se ha convertido en el principal activo de lucha política de todo ese mundo.



Pero hete aquí que, a pesar de que las condiciones objetivas de fuego provocado hayan descendido, ha aparecido en escena , en estas últimas semanas un personaje que debiera jugar el papel de bombero  pero que con sus actuaciones  y decisiones parece haberse transformado en un pirómano en potencia. Se trata del Delegado del  Gobierno en Euskadi, Carlos Urquijo,  que quizá anhelando tiempos pasados, ha dado rienda suelta a toda una batería de requerimientos cuyas consecuencias inmediatas  ha sido el de generar una tensión que la mayoría de los mortales no contemplábamos en nuestra apreciación de la actualidad.


Para interpretar lo que ocurre basta con conocer al personaje para darse cuenta de que una figura institucional como la representada, que debería velar por la conciliación política, la normalización de las relaciones bajo el amparo legal y la pacífica convivencia en Euskadi, se ha visto desequilibrada por el papel de “guardián de las esencias”, para el que Urquijo se cree llamado.


No se puede apelar constantemente a la dignidad de las víctimas del terrorismo para, en su nombre, interferir  perniciosamente en la convivencia pacífica de la sociedad vasca. No significa esto que deba haber impunidad ante cualquier manifestación de carácter delictiva. No. Lo que la sociedad vasca reclama de todos, y también del Delegado del Gobierno, es sentido común y una aplicación justa de la leyes, sopesando , en todo caso, la prudencia en las medidas a adoptar de modo y manera que no sea peor el remedio que la enfermedad.


En el diccionario de Carlos Urquijo la palabra prudencia parece no existir y cuan caballero en Tierra Santa sostiene una cruzada, que de continuar, pone en riesgo de incendio  el resto de temporada estival  que nos queda por delante. Quizá esa estrategia de la tensión creciente le venga bien al PP. Después del follón artificial en Gibraltar,  retomar el “lío vasco” como una serpiente  veraniega que determinados medios sigan con fruición, puede hacer desaparecer  de los informativos y de las primeras páginas de los tabloides a Luis Bárcenas y sus acusaciones.


Alimentar el riesgo de incendio en Euskadi, como un movimiento de distracción  mediático sería una irresponsabilidad máxima. Sobre todo, cuando aquí, una inmensa mayoría lo que desea es tener la fiesta en paz y no volver a la crispación del pasado.Por mucho que la delegación gubernativa nos anuncie la llegada de una "Hola de calor".(sic)



Por cierto, Mariano Rajoy y su gobierno parecen empeñados en reducir estructuras, gastos y competencias en todas partes. En todas partes menos en la administración periférica del Estado. ¿Para cuándo una reestructuración de las delegaciones y subdelagaciones gubernamentales en las comunidades autónomas?. ¿Para cuándo la adecuación de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado en la Comunidad Vasca?. Y una última consideración,  ¿Sirve Carlos Urquijo para algo más que disturbar la tan deseada convivencia política en Euskadi?

4 comentarios:

  1. Sí,sirve para demostrar que cuando se trata de mantener presencia Española en Euzkadi sea en forma de delegados del gobierno Español,policía nacional o guardia civil lo de las duplicidades y gasto superfluo se la trae floja flojísima al PP y al PSE.Ya lo demostró el "lehendakari" por pucherazo y mentiras,Patxi López, en su famoso "informe" sobre duplicidades en el que se obviaba delegados de gobierno,policia nacional y guardia civil.Hay que ahorrar en todo menos en banderas Españolas,delegados tocapelotas y milicos que garanticen,llegado el caso,el raudo cumplimiento del artículo octavo.Ya se sabe,"los problemas reales de la gente",que decían los "redentores" del cambio PPSE.

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  2. Oso ona. Totalmente de acuerdo en todo el análisis.

    Dos reflexiones adicional:
    1. Calificar como victoria de las victimas el dictamen cautelar del juez es patético. Acaso no sabemos como funciona la justicia española (oxímoron)?

    2.Hay que empezar a llamar las cosas por su nombre. Algunas asociaciones de victimas en muchos momentos muestran un comportamiento más propio de asociaciones de excombatientes que de protección de las victimas. Parece por un lado que se mueven más por el mantenimiento del status político institucional determinado que en lograr el bienestar de las victimas y en resarcir su pena. Incluso algunas veces han demostrado, como se ha visto recientemente, afán de venganza. Y luego el delegado se apoya en las ideas de esas asociaciones de excombatientes para justificar su actividad.

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  3. Koldo hay le has dado. Cuando de criticar al otro se trata, todo vale. Estamos acostumbrado a oír que hay que recortar las administraciones y por ende personal. Como bien has mencionado que costo tiene toda la infraestructura estatal en nuestro País xxxxx euros.?. Ha nadie asociado con el constitucionalismo mas ferviente se le ocurre plantear el recorte de lo relacionado con el estado (guardia civil, policía nacional, ejercito, inspectores de tal o cual, delegados del gobierno y toda su parafernalia...).Se escudan en no se que control, eludiendo el capitulo de lo económico. El señor Urquijo tiene que justificar que existe y que ejerce. Pero como se dice en el argot futbolístico es un tuercebotas.

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  4. La figura del Delegado del Gobierno es una infamia para la capacidad de autogobierno-autonomía o como se le quiera llamar, de Euskadi. Es una figura de injerencia en sí misma.
    Una figura, además, de guerra contra el nacionalismo vasco. Y no digo la izquierda abertzale, digo el nacionalismo vasco pues es el guardián del control de España sobre Euskadi, una especie de virrey impuesto a quienes los ciudadanos no han elegido (de hecho pertenece a la cuarta fuerza política del país). Además su perfil denota claramente las esencias de su cargo. Un ultraderechista, hijo de un político franquista.

    Su figura está de sobra. Ya hay una policía, la Ertzaintza. Y ya hay un Lehendakari, al que sí elige la ciudadanía. Y al menos estoy harto de figuras como esa y de lobbys que utilizan a las víctimas para librar una guerra política que es irreal y artificial.

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