Suele ser, normalmente, en verano cuando las autoridades
aconsejan a la ciudadanía mantener unas pautas de comportamiento de precaución de cara a evitar incendios
forestales. La práctica de la prudencia indica no encender barbacoas en épocas
de olas de calor, o en eliminar la quema de rastrojos una vez recolectado el
cereal. Cualquier chispa, cualquier descuido
puede ser tremendamente peligroso pues la sequedad del combustible y las altas temperaturas puede provocar una
desgracia en cualquier momento. Desgracia ecológica , en bienes materiales y ,
también, en víctimas humanas.
Por eso suele ser , hacer caso a tales recomendaciones, por
engorroso que en algún momento pueda ser es cívicamente lo correcto. Siempre
hay quien hace caso omiso y quien se lamenta a posteriori del daño causado. Y,
también es frecuente, por qué negarlo, encontrarnos con parásitos sociales que
le dan fuego al monte intencionadamente, so pretexto de vaya a saber usted qué o en la búsqueda de
beneficios propios creados en perjuicio
de una mayoría.
En política también hay pirómanos. Y en Euskadi, por desgracia, los hemos
soportado durante largos años de utilización del espacio público como amenaza permanente
o como provocación de una estrategia de “acción-reacción-acción”.
Con la desaparición de la violencia y la incorporación a la
vida civil de determinadas organizaciones, la tensión de veranos pasados
parecía mitigarse. Queda aún un largo trecho por caminar para que el respeto a
los demás impere en las relaciones políticas en la sociedad vasca. Sobre todo
cuando algunos, que han vivido permanentemente de la agitación y en el combate
contra el sistema, se obstinan en no darse cuenta que los tiempos han cambiado
para todos, y especialmente para ellos.
Por eso todavía hoy soportamos comportamientos
injustificables y condenables. No
obstante, hay que reconocer que esta peligrosidad de incendio social , por
fortuna, se ha visto reducida considerablemente y la reivindicación, sea cual
fuera se encauza a través de la dialéctica. No hay más que ver y seguir la
incesante actividad de determinados líderes de la Izquierda Abertzale en las
denominadas redes sociales para percibir
que la palabra se ha convertido en el principal activo de lucha política
de todo ese mundo.
Pero hete aquí que, a pesar de que las condiciones objetivas
de fuego provocado hayan descendido, ha aparecido en escena , en estas últimas
semanas un personaje que debiera jugar el papel de bombero pero que con sus actuaciones y decisiones parece haberse transformado en
un pirómano en potencia. Se trata del Delegado del Gobierno en Euskadi, Carlos Urquijo, que quizá anhelando tiempos pasados, ha dado
rienda suelta a toda una batería de requerimientos cuyas consecuencias inmediatas ha sido el de generar una tensión que la
mayoría de los mortales no contemplábamos en nuestra apreciación de la
actualidad.
Para interpretar lo que ocurre basta con conocer al
personaje para darse cuenta de que una figura institucional como la representada,
que debería velar por la conciliación política, la normalización de las
relaciones bajo el amparo legal y la pacífica convivencia en Euskadi, se ha
visto desequilibrada por el papel de “guardián de las esencias”, para el que
Urquijo se cree llamado.
No se puede apelar constantemente a la dignidad de las
víctimas del terrorismo para, en su nombre, interferir perniciosamente en la convivencia pacífica de
la sociedad vasca. No significa esto que deba haber impunidad ante cualquier
manifestación de carácter delictiva. No. Lo que la sociedad vasca reclama de
todos, y también del Delegado del Gobierno, es sentido común y una aplicación
justa de la leyes, sopesando , en todo caso, la prudencia en las medidas a
adoptar de modo y manera que no sea peor el remedio que la enfermedad.
En el diccionario de Carlos Urquijo la palabra prudencia parece no
existir y cuan caballero en Tierra Santa sostiene una
cruzada, que de continuar, pone en riesgo de incendio el resto de temporada estival que nos queda por delante. Quizá esa
estrategia de la tensión creciente le venga bien al PP. Después del follón
artificial en Gibraltar, retomar el “lío
vasco” como una serpiente veraniega que
determinados medios sigan con fruición, puede hacer desaparecer de los informativos y de las primeras páginas
de los tabloides a Luis Bárcenas y sus acusaciones.
Alimentar el riesgo de incendio en Euskadi, como un
movimiento de distracción mediático sería
una irresponsabilidad máxima. Sobre todo, cuando aquí, una inmensa mayoría lo
que desea es tener la fiesta en paz y no volver a la crispación del pasado.Por mucho que la delegación gubernativa nos anuncie la llegada de una "Hola de calor".(sic)
Por cierto, Mariano Rajoy y su gobierno parecen empeñados en
reducir estructuras, gastos y competencias en todas partes. En todas partes
menos en la administración periférica del Estado. ¿Para cuándo una
reestructuración de las delegaciones y subdelagaciones gubernamentales en las
comunidades autónomas?. ¿Para cuándo la adecuación de las Fuerzas y Cuerpos de
Seguridad del Estado en la Comunidad Vasca?. Y una última consideración, ¿Sirve Carlos Urquijo para algo más que
disturbar la tan deseada convivencia política en Euskadi?
Sí,sirve para demostrar que cuando se trata de mantener presencia Española en Euzkadi sea en forma de delegados del gobierno Español,policía nacional o guardia civil lo de las duplicidades y gasto superfluo se la trae floja flojísima al PP y al PSE.Ya lo demostró el "lehendakari" por pucherazo y mentiras,Patxi López, en su famoso "informe" sobre duplicidades en el que se obviaba delegados de gobierno,policia nacional y guardia civil.Hay que ahorrar en todo menos en banderas Españolas,delegados tocapelotas y milicos que garanticen,llegado el caso,el raudo cumplimiento del artículo octavo.Ya se sabe,"los problemas reales de la gente",que decían los "redentores" del cambio PPSE.
ResponderEliminarOso ona. Totalmente de acuerdo en todo el análisis.
ResponderEliminarDos reflexiones adicional:
1. Calificar como victoria de las victimas el dictamen cautelar del juez es patético. Acaso no sabemos como funciona la justicia española (oxímoron)?
2.Hay que empezar a llamar las cosas por su nombre. Algunas asociaciones de victimas en muchos momentos muestran un comportamiento más propio de asociaciones de excombatientes que de protección de las victimas. Parece por un lado que se mueven más por el mantenimiento del status político institucional determinado que en lograr el bienestar de las victimas y en resarcir su pena. Incluso algunas veces han demostrado, como se ha visto recientemente, afán de venganza. Y luego el delegado se apoya en las ideas de esas asociaciones de excombatientes para justificar su actividad.
Koldo hay le has dado. Cuando de criticar al otro se trata, todo vale. Estamos acostumbrado a oír que hay que recortar las administraciones y por ende personal. Como bien has mencionado que costo tiene toda la infraestructura estatal en nuestro País xxxxx euros.?. Ha nadie asociado con el constitucionalismo mas ferviente se le ocurre plantear el recorte de lo relacionado con el estado (guardia civil, policía nacional, ejercito, inspectores de tal o cual, delegados del gobierno y toda su parafernalia...).Se escudan en no se que control, eludiendo el capitulo de lo económico. El señor Urquijo tiene que justificar que existe y que ejerce. Pero como se dice en el argot futbolístico es un tuercebotas.
ResponderEliminarLa figura del Delegado del Gobierno es una infamia para la capacidad de autogobierno-autonomía o como se le quiera llamar, de Euskadi. Es una figura de injerencia en sí misma.
ResponderEliminarUna figura, además, de guerra contra el nacionalismo vasco. Y no digo la izquierda abertzale, digo el nacionalismo vasco pues es el guardián del control de España sobre Euskadi, una especie de virrey impuesto a quienes los ciudadanos no han elegido (de hecho pertenece a la cuarta fuerza política del país). Además su perfil denota claramente las esencias de su cargo. Un ultraderechista, hijo de un político franquista.
Su figura está de sobra. Ya hay una policía, la Ertzaintza. Y ya hay un Lehendakari, al que sí elige la ciudadanía. Y al menos estoy harto de figuras como esa y de lobbys que utilizan a las víctimas para librar una guerra política que es irreal y artificial.