miércoles, 25 de septiembre de 2013

GARCINUÑO Y LAS CRÍTICAS A LAS CÚPULAS EMPRESARIALES

El presidente de la patronal vizcaina, Iñaki Garcinuño, habló claro ayer en un encuentro organizado por el Club Financiero de Bilbao. El nuevo dirigente de CEBEK hizo público su malestar por la actuación de intermediación llevada a cabo por el Gobierno vasco el conflicto suscitado por el vencimiento de los convenios sectoriales previstos en la Reforma Laboral .




Según recogen informaciones periodísticas, Garcinuño “agradeció el intento de mediación del Ejecutivo vasco” pero calificó de “error” intentar involucrar al Lehendakari Urkullu en la operación, y aconsejó al Gobierno vasco a hacer una buena gestión en “asuntos que son de su responsabilidad directa”.



El máximo representante de los empresarios vizcainos señalo que tras no alcanzarse un acuerdo el 7 de julio “se necesitaba un culpable, un chivo expiatorio” y que esa situación generó “un sentimiento de incomodidad, de desasosiego, de incomprensión y en ocasiones de profundo enfado” en la clase patronal. Garcinuño manifestó en tal sentido sentirse “sólos”, una “soledad que ya vivimos cuando ETA nos extorsionaba, secuestraba o asesinaba”.



Cuando Garcinuño fue elegido presidente de CEBEK, quienes le avalaron para el puesto le calificaron de hombre templado, conciliador y dialogante. Seguramente lo es, si bien su vehemencia en las críticas, expresadas legítimamente, advierten en él características que desconocíamos. Reprochar al Gobierno, a su lehendakari, al Parlamento y a los dirigentes políticos, una pretendida intromisión en el mundo sociolaboral puede tener su lógica. Evidenciar su malestar ante las críticas públicas también. Lo que no me resulta apropiado es reivindicar el papel de “intocable” de las cúpulas empresariales, cada vez más gestoras profesionales que representación genuina del empresariado. Sobre todo, cuado esas mismas ejecutivas se han caracterizado por interpelar permanentemente a los poderes públicos para que atiendan a sus demandas.



No es justo que quienes reclaman de los gobiernos – éste o anteriores- la toma de medidas sobre una cuestión u otra, y se sientan libres para ejercer su derecho a la crítica, se molesten cuando demandas similares se les requiera a ellos mismos. Dicho de otro modo que cuando quienes piden, piden y piden a los demás esto o lo otro, deben ser conscientes de que a ellos también se les puede reclamar, por responsabilidad, o por el bien común, que también se mojen. Y, si no lo hacen, que su actitud quede en evidencia. Predicar y dar trigo. Y, con más sentido aún, si su función está amparada por la aportación de recursos públicos.



Garcinuño dice tener razones para estar cabreado. Quizá. Cada cual tiene sus sensaciones. Otros, –eso creemos- tenemos motivos para pensar que la representación patronal no actuó debidamente o, cuando menos, a la altura de la responsabilidad social que conferíamos a sus decisiones. Hasta ahora, para intentar que las aguas volvieran a su cauce, nos lo habíamos callado. Pero ya que el presidente de la patronal vizcaina ha tenido a bien expresar sus reparos públicamente, yo también expreso los míos.



Lo que no puedo admitir de ninguna de las maneras es la comparación expresada en relación a la amenaza terrorista. Señor Garcinuño, tal vez muchos empresarios se sintieron solos cuando ETA les amenazaba, extorsionaba y asesinaba. Lo repito, las sensaciones son personales e intransferibles. Pero aunque esa percepción se diera, los empresarios no estaban solos. Muchos, a su alrededor, les acompañamos solidariamente. Con mayor o fortuna de acompañamiento. Pero sí de voluntad y de hechos.



Comparar aquella “soledad” con la que supuestamente viven hoy es , cuando menos, una desafortunada apreciación que espero sea matizada o rectificada.

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