viernes, 24 de enero de 2014

SANTA TERESA Y EL MISTICISMO ASCETA DE RAJOY

Sólo nos faltaba que la escena política general se mezclara con el misticismo religioso. Y no porque Rouco Varela, el nuevo Cardenal Sebastián o Munilla hayan dado el “do” de pecho en los últimos días desafinando de la nueva partitura desplegada por el Papa Francisco.

No han sido las pláticas del Obispo de San Sebastián contra la “devastadora” acción de la política, ni las estruendosas soflamas contra la despenalización del aborto. Ni tan siquiera las seniles ocurrencias de un prelado comparando a la homosexualidad con una dolencia que se cura, como la hipertensión, con tratamiento médico.

Nada de lo dicho por la representación episcopal española en estos últimos tiempos, en la añoranza de un nacional-catolicismo de nuevo cuño, nos ha sorprendido. Los llamamientos “a los gobernantes y a la Iglesia” de Rouco Varela a “mantener la Unidad de España” y la apostilla de Martínez Camino de que “quebrar el marco constitucional y la unidad de España es inaceptable moralmente”, deben ser tenidas por simples opiniones. Ideas expresadas libremente igual de legítimas que las de quienes piensan lo contrario.
Lo realmente inaudito es que en un Estado laico, en el que se ampara, o debiera ampararse la libertad de credo, haya dirigentes que vinculen su acción pública a la decisión divina.

Jorge Fernández Díaz, a la sazón Ministro español de Interior, tiende a confundir su proximidad espiritual con el Opus Dei con las atribuciones de servidor público que su cargo le obliga. Han sido muchos los charcos en los que el Ministro se ha metido por esta razón y en la hemeroteca encontraremos numerosas citas que evidencian su controvertida personalidad.

Su última disonancia se ha producido estos días, en el entorno de la muestra de turismo madrileña FITUR. Allí, y para contextualizar el momento político, Fernández Díaz afirmó que “Santa Teresa de Jesús intercede para España en estos tiempos recios que está atravesando el país”.

Ahora nos explicamos muchas de las cosas que ocurren en derredor del Gobierno del PP. Místicos y ascetas ante el caos y la decadencia. Es como contemplar a Rajoy levitando, ingrávido, recitando aquello de “vivo sin vivir en mí, y tan alta vida espero que muero porque no muero”.

La éxtasis o el ensimismamiento del presidente español que alguno pudiera achacar a su carácter gallego, según su escudero Fernández Díaz, obedece a la intercesión de la santa avulense, “capitana de los reinos de España” según las Cortes de 1626, y Doctora de la Iglesia, cuyo cuerpo fue prácticamente descuartizado exponiéndose en más de una docena de relicarios de todo el mundo, siendo su mano derecha incorrupta la más conocida –la conservó en su poder el dictador Franco hasta su muerte-.

Entre el “camino de perfección” y el “Santiago y cierra España” (y bien que la cerró a cal y canto), el Gobierno del PP aborda la parte final de su mandato incentivando desafíos que acentúa con inmovilismo mórbido. El caso catalán es, hoy por hoy, el exponente más notable de quien se obstina en no reconocer una realidad clamorosa que exige soluciones de acuerdo. Dejar que los temas se pudran parece ser su estrategia, a riesgo de provocar cataclismos tales como jugar a la ruleta rusa con el 20% del PIB total del conjunto del Estado. Y, entre otras cosas, eso también está en liza en esa pugna irresponsable de no dar ningún cauce de solución a la reivindicación nacional catalana.

“Laissez faire, laissez passer” que diría el francés Vicent de Gournay. Confiar en que lo inverosímil, lo ilógico, resuelva inesperadamente los problemas. “Deus ex machina”, un milagro. Más le valdría a Rajoy y a su gobierno atender las reclamaciones que sus propios asesores expresan. Luis Garicano es catedrático de Economía y Estrategia de la London Business School y forma parte de los once expertos que nombró el gabinete popular para analizar el futuro de la educación en España. Garicano acaba de publicar un libro titulado “El dilema de España” y en él plantea que el Estado español debe decidir si quiere ser la “Venezuela de Europa” –“a la que nos parecemos ahora” o la “Dinamarca del sur”. Para ello aporta propuestas en el campo político y económico. Entre ellas, la configuración de un gobierno ambicioso de coalición, la reforma constitucional (“que elimine el Senado y las diputaciones provinciales, excepto las vascas”) y del Estado autonómico (“el Gobierno debería introducir un sistema con competencias claramente asimétricas, confederal en la práctica para Cataluña y el País Vasco, y un nuevo modelo de financiación basado en la idea del cupo más una tasa.”)

Pero no, el ascetismo de Rajoy comienza a ser patológico. Ni tan siquiera es capaz de dar respuesta a un problema como el final del terrorismo, cuya conclusión resulta evidente. No es capaz ni de apagar la luz ante una estancia vacía y extinta de actividad. Al contrario, su bien ponderado ministro de la porra, alimenta la caldera del agravio y el cabreo. Y desde su ámbito de proximidad se teje una estrategia de filtración periodística interesada que pretende inculpar a los demás de connivencias enrevesadas entre los “filoetarras” de Sortu y el Gobierno de Urkullu y el PNV.

Uno tiene la impresión de que ante la dificultad probatoria hallada en la última operación policial llevada a cabo contra los abogados de los presos, ante el hecho de no haber encontrado los documentos que se creía estaban en poder de los detenidos y que, según la “inteligencia” hubieran demostrado la vinculación de los letrados con ETA, alguien decidió sacar partido a la redada aireando otros papeles que sí encontraron en el bufete. Documentos intercambiados entre un gobierno legítimo y un partido legal. ¿Para qué?. Para intentar desviar la atención del fiasco inculpando a otros de supuestos acuerdos secretos.

Ante la trampa medíatica urdida, el Gobierno vasco ha reaccionado con rapidez y eficacia. Ha reconocido que una parte de los papeles aparecidos en un rotativo madrileño son suyos. Que, efectivamente, fueron trasladados a los dirigentes de Sortu. Y que su contenido venía a responder a las exigencias, públicas y privadas que se han venido haciendo a la Izquierda Abertzale y a ETA para ordenar la fase final de la violencia. Exigencias en orden al reconocimiento del daño causado, el desarme, la desmilitarización y la aceptación de la legalidad penitenciaria.

¿Alguien se ha extrañado del contenido? No. Redactados de una manera u otra, son las exigencias que la mayoría de las formaciones políticas habían reclamado a la Izquierda Abertzale en este proceso inconcluso que nos acerque a la paz definitiva. Lo único relevante de la noticia ha sido el hecho de la “filtración” y la consideración “secreta” del diálogo mantenido. Algo, tan intrascendente, que ha llevado a interpretar, erróneamente cuando menos, que detrás de este “descubrimiento” se esconde “el interés del PNV y Sortu por rentabilizar el final de ETA”. Patrañas.

Que Rajoy esté de brazos cruzados, que levite o que deje pasar el tiempo esperando que los problemas se pudran no quiere decir que los demás, que el resto de partidos políticos e instituciones deban hacer lo mismo. El PNV, al menos, no se va a quedar quieto a la espera de que Santa Teresa o San Ignacio de Loiola le iluminen. Místicos, lo justo. Ascetas, para nada.

1 comentario:

  1. "Deus ex Machina" me encanta la expresión ... de siempre. En el teatro griego un dios aparecía en escena y resolvía la situación, la trama... por complicada que fuese. La aparición en escena se hacia por una serie de mecanismos o poleas de ahí el Dios es máquina... o como me gusta interpretarlo... no existe milagro - potra alguna si el hombre / mujer no pone los medios adecuados... (Indirecta a Rajoy a ver si la pilla).

    ResponderEliminar