viernes, 21 de febrero de 2014

EL DISCURSO DE DAVID CAMERON

El género del discurso es una pieza literaria menor. No es ni un ensayo ni una novela. Es, más que nada, un hecho comunicativo en el que un orador plantea unas ideas ante un auditorio determinado.

Por norma general, se entiende que los discursos deban resultar tediosos, rígidos y formalistas. En la mayoría de los casos lo son, pero cuando lo que se pretende de verdad es conectar con el público que escucha, buscar su complicidad y hasta sus sentimientos, las disertaciones se transforman notablemente para hacer saltar la chispa, el “feed-back”, esa respuesta instantánea del receptor que demuestra su interés por lo dicho o mencionado.

Hay pláticas memorables que se convierten en referencia, como el sueño de Luther King, las últimas palabras de Allende en “la Moneda”, JFK en Berlín o la toma de posesión de Nelson Mandela como presidente sudafricano. Hay otros que se olvidan con la rapidez de quien apaga el micrófono tras su pronunciamiento.

Bill Clinton o Barack Obama – y en su defecto los guionistas o “negros” que escriben para ellos-son, a mi juicio, dos de los mejores comunicadores políticos del momento. Sus intervenciones públicas superan la media. Para expresar un mensaje buscan una historia que contar. Un argumento que concite la atención y que impacte con lo que el público espera escuchar de ellos. A estos dos líderes mundiales acaba de sumarse, quizá fugazmente, David Cameron. El primer ministro británico sorprendió a propios y extraños hace unos días con una intervención pública, vinculada al referéndum de independencia de Escocia, digna de elogio.

Resulta complicado para un nacionalista vasco, simpatizante entregado a la causa escocesa, reconocer el valor de las palabras del máximo representante del gobierno del Reino Unido.

Pero cuando el argumento de la unión, de la “no separación” se fundamenta en el respeto a la democracia, al principio de igualdad de ciudadanía y de pueblos y tal compromiso se fundamenta en la voluntad, es de justicia reconocer el apasionamiento de unas ideas, de una simbología y de un discurso.

Cameron se dirigió al conjunto de la opinión pública británica para defender el “no” a la independencia escocesa. Lo hizo en la parte central del velódromo olímpico de Londres donde el ciclista escocés Chris Hoy ganó su sexta medalla de oro como parte del equipo británico. Con la simbología del verano olímpico de 2012, “cuando el patriotismo salió de las sombras al sol”.

“Siglos y siglos de nuestro pasado –señaló David Cameron- están en juego y surge un gran interrogante en torno al futuro de nuestro Reino Unido. Si triunfa el sí en septiembre, Escocia se convertirá en un país independiente. Ya no habrá marcha atrás. Tal y como he dejado claro, se trata de una decisión que de manera inequívoca y única han de tomar los escoceses.”

“Creo fervientemente –prosiguió-que está en su propio interés permanecer dentro del Reino Unido. Es su elección, su voto”.

“Pero mi argumento de hoy –continuó el primer ministro británico- es que, aunque solo vayan a votar 4 millones de personas en este referéndum, los 63 millones que somos en todo el Reino Unido nos veremos profundamente afectados por dicha decisión.

Nosotros, esos 63 millones de personas, podríamos despertarnos el 19 de septiembre en un país diferente, mirando hacia un futuro diferente.

Por eso, este discurso va dirigido no tanto a los escoceses como a los ingleses, galeses e irlandeses del Norte. Así que a todo el mundo –en Inglaterra, Gales e Irlanda del norte- a las persona que, como yo, se preocupan por el Reino Unido, quiero decirles que no tiene un voto, pero sí tienen una voz. Los que votan son nuestros amigos, son nuestros vecinos, son nuestra familia. Vosotros ejercéis una influencia. Así que, en el teléfono, en el correo electrónico, en twitter, hablad. Y dejad que el mensaje resuene desde Manchester a Motherwell, de Pembrokshire a Perth, de Belfast a Bude. Desde nosotros a la gente de Escocia y que el mensaje sea éste; queremos que te quedes”.

Pasión, seducción, compromiso, fueron las claves de unas palabras no hirientes ni amenazadoras. Convencido del juego democrático, Cameron dio una lección a todos y, más, a quienes se enfrentan a problemas similares con descalificaciones, intimidaciones o predicciones apocalípticas. Quiso ganar adeptos por confianza, por pura voluntad, movilizando decisiones. No alimentando el miedo o el desastre.

En España sucede todo lo contrario. Quizá la diferencia estribe en que mientras Gran Bretaña es la cuna de la democracia moderna, en el Estado español las ideas democráticas llegaron para algunos a la hora de la siesta. De ahí que ante cuestiones similares se responda de forma antagónica. Así, en tanto que Londres y Edimburgo pactaban un referéndum, una pregunta y un calendario sobre el futuro nacional de Escocia, en Madrid, cada vez son más los que piensan que la crisis catalana se soluciona suspendiendo su autonomía o, en su extremo más delirante, bombardeando Barcelona como lo hiciera Espartero.

Más allá del resultado último de los procesos de Escocia y Catalunya y de sus consecuencias internas y externas, los vascos empezamos a asomar en el horizonte como un caso más de nación sin encaje satisfactorio en la realidad jurídico-política del entorno. Euskadi, de hecho, siempre ha estado en la página “pendiente” de la agenda. Pero, con el paso dado el pasado jueves en el Parlamento Vasco para constituir una ponencia que determine las bases para “actualizar” el autogobierno, se ha iniciado el camino para alumbrar un nuevo estatus en el que la voluntad de la ciudadanía de este país se sienta identificada.

Ha sido el inicio de un tránsito que surge a través de los cauces reglamentarios y legales establecidos en la normativa vigente y que deberá culminar con un referéndum en el que la voluntad libre de los vascos se exprese nítidamente. Partir de otro lado no tendría sentido. Se trata de una iniciativa institucional de reforma legal, no un movimiento social y como tal debe seguir las pautas que articula la propia ley. Sin más. Idéntico camino que el utilizado, por ejemplo, por el nuevo estatuto político aprobado en su día por el Gobierno del lehendakari Ibarretxe.

El cruce de acusaciones suscitado en torno al arranque de este proceso ha dejado en evidencia todos los prejuicios y las dificultades que envolverán la definición de un nuevo autogobierno para Euskadi. Nadie dijo que fuera fácil, ni tan siquiera el punto de partida del debate. Por cierto, en la literatura de la “pnl” aprobada en Gasteiz comienza a parecer veladamente cierta terminología utilizada en los “papeles de Loiola”. ¿Coincidencia?.

La ponencia aprobada no es sino una herramienta, el autobús en el que todas las fuerzas políticas que así lo quieran, planteen y articulen sus propuestas. Algunos han pretendido que el comienzo del viaje sea el final del mismo. “Nos vamos –han dicho-“. Irnos, ¿a dónde?, ¿quienes?, ¿por qué trayecto? ¿Con qué paradas?, ¿a qué precio?. Irse, dependerá de los viajeros, de la mayoría social que apoye la marcha, no de una rueda de prensa o de una declaración oportunista. Otros han querido marcar sus “líneas rojas” a modo de veto preventivo ante el derecho democrático de la ciudadanía a decidir su destino.

Haría bien Patxi López, si quiere convertirse de verdad en estadista, en aprender de las virtudes de quienes como Cameron entienden que “convivir” significa “vivir juntos” de manera voluntaria, nunca bajo la subordinación o la sumisión. Busque la persuasión para ganarse voluntades a sus creencias. Convierta sus “líneas rojas” en líneas “verdes” y no convierta su posición en una trinchera.

El trabajo político y parlamentario para definir una nueva Euskadi acaba de empezar. Aprendamos del pasado y superemos posiciones numantinas. Sin violencia, lo habíamos dicho, todo es posible. Desarmemos también nuestros prejuicios. El acuerdo es posible. Demos, entre todos, una oportunidad a una nueva Euskadi. Nación y ciudadanía en un nuevo proyecto de convivencia.

3 comentarios:

  1. "Irse, dependerá de los viajeros, de la mayoría social que apoye la marcha"....
    Pues no Mediavilla,si te refieres(como creo) a la mayoría social vasca es imposible,y lo sabes.Irse de España por los cauces legales establecidos es imposible,tan imposible como que la mayoría social de Murcia,Castilla la mancha o Cantabria jamás va a estar por la labor,y es la que decide.Si lo estará la vasca es irrelevante en este contexto y con la actual legislación.Esto si de lo que se trata es de irse.
    Si de lo que se trata es de que nos quedemos en el estado respetando la identidad nacional de cada cual (ESPAÑOLA Y vasca) o (VASCA) solamente también es imposible,no nos engañemos,el PPSOE jamás entrarán a eso,por qué?,porque son nacionalistas Españoles,con más o menos disimulo eso sí, pero guardianes de las esencias patrias(Españolas,por supuesto) y garantes políticos de la España una.Son tan "no nacionalistas" que les importa más,mucho más que nosotros seamos en lo nacional lo que a ellos les salga de los cojones,o sea,Españoles(nada mejor se puede ser en esta vida)que lo que acabe siendo su patria(antes roja que rota...).
    De la mano del PSE no vais a ningún sitio en este sentido(ellos están para eso,para que no lleguemos a ningún sitio),a no ser que la meta sea un retoque estético del estatuto actual para marear la perdiz y hacer que se hace algo para que todo,en el fondo,siga igual.Si ese es el objetivo,adelante.Si no es así,no perdáis más tiempo.Es esto dar la razón a Sortu?,ni de lejos,en Sortu han demostrado sobradamente sus cualidades como "estrategas" durante estos 35 años que se han dedicado a hacer el imbécil,generar dolor propio y ajeno y servir de excusa al nacionalismo Español facilitándole la tarea de manera impresionante(Navarra es el máximo exponente en este sentido) para acabar rindiéndose sin condiciones al constitucional y la guardia civil.Con los actuales e infantiles planteamientos de Bildu tampoco se puede pensar en una unión de fuerzas con ningún proposito nacional a corto plazo.
    Dicho todo esto concluyo que,bajo mi humilde punto de vista,si ha de venir la liberación nacional de nuestro pueblo de una u otra manera,en uno u otro grado, vendrá de la unión de fuerzas soberanistas,de la capacidad de esta unión de arrastrar claras mayorías detrás,de planteamientos serios y sólidos en lo económico y lo social y de un enfrentamiento democrático y pacífico pero duro,muy duro,con el nacionalismo Español y contra sus leyes a este respecto,trabajando mucho y bien a nivel internacional.De su mano no hay nada que hacer.
    Actualmente no existen condiciones objetivas para todo esto.Ojalá esté equivocado.Suerte en todo caso.

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  2. Empecemos hablar de personas con criterio, sentimiento, razones, futuro y todo lo que el ser humano tiene desde que nace. Me da igual rojo que blanco o negro. Creo que hay incluso gente que no sintiéndose representada políticamente solo se siente VASCO. A esas personas hay que dirigirse también .

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  3. Hacías mención en tu escrito al llamado plan Ibarretxe. Para mí, como abertzale, fue un proceso generador de frustraciones. Sabíamos desde un principio que estaba condenado a su no aceptación por los poderes del Estado y nos encontramos con un Plan aprobado en el Parlamento Vasco, rechazado en el Español y sin un plan B para dar salida a esa situación. Con el nuevo proceso comenzado mucho me temo que vamos por el mismo camino. No sabemos cual es el objetivo final, si quedarnos en el punto en el que nos permite la legislación actual o ir más allá. Espero que no estemos iniciando otro proceso de frustración, si es así y somos conscientes de ello espero que esta vez si tengamos un plan B. Mucho me temo que NO

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